martes, 29 de septiembre de 2015

Audiencia 11

En la jornada del miércoles 23 de septiembre de 2015 se escucharon cuatro declaraciones.

Declaración de Raúl Horacio Pastor
En primer lugar declaró Raúl Horacio Pastor, quien permaneció secuestrado en 1977.
Declaró que en aquella época trabajaba en Astillero Río Santiago y en el Frigorífico Swift.
Recordó el día en que regresaron a trabajar al Astillero días después del golpe de Estado. Había distintos puestos de control con listados. Al llegar a la guardia para ingresar vio que había dos chicas que eran atadas con alambres y subidas en un camión del Astillero. A él lo dejaron pasar y siguió hasta el vestuario. Allí encontró gente armada caminando por encima de los guardarropas. Fue al taller y revisaron su banco de trabajo. De allí se llevaron a un compañero suyo de apellido García.
Recordó también que en el Frigorífico pasó a reemplazar a un trabajador que se fue pero, por "conflictivo" y a modo de castigo, lo mandaron a formar parte de una cuadrilla a la que llamaban "la voladora". A pesar de que cada uno tenía su oficio les hacían hacer tareas que no les correspondían. Los humillaban, le sacaron beneficios como el comedor o las horas extras; a él lo arruinaron, porque sin aquel ingreso extra no le alcanzaba el sueldo para pagar la cuota de la casa que estaba comprando.
A mediados de 1977 tuvo que realizar una reparación con otros tres compañeros. Él trabajaba en playa de novillos, en donde se carnea a los animales, y se había roto una puerta guillotina y una cadena. Al finalizar la reparación no pudieron comprobar el arreglo porque no había energía eléctrica. Él asentó en el libro que el trabajo estaba terminado, pero sin probar.
Sobre este episodio también declaró Roberto Ángel Almada en la octava audiencia, el 31 de agosto de 2015. Roberto era parte del grupo; los otros dos trabajadores eran Juan Córdoba y Eduardo Cruz.
Al día siguiente Raúl fue a trabajar y, cuando iba hacia el taller, un compañero le dice que habían hecho sabotaje. Raúl habló con el delegado y juntos fueron a hablar con los representantes del sindicato; les dijeron que no pasaba nada, que se quedaran tranquilos. Algo similar le dijo el jefe del taller, Luchesi.
Después de aquella jornada de trabajo, cuando Raúl se estaba yendo cerca de las 21 hs, fue secuestrado. Lo encapucharon y lo subieron en una camioneta, tal vez una estanciera. Subieron tres personas, una atrás con él, quien le apretaba el cuello contra el suelo. Al salir del Frigorífico la camioneta tomó hacia la izquierda; Raúl creía que lo estaban llevando al Armour. Escuchó el ruido de un portón que se abría y alguien que dijo que "esos van para otro lado". Cerraron el portón y la camioneta se dirigió a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo interrogaron en cuatro oportunidades. Las preguntas versaban sobre el supuesto sabotaje que había realizado con sus tres compañeros de trabajo. Lo golpearon, lo maltrataron.
Supo luego que Juan Córdoba, quien al salir del Frigorífico estaba unos metros más atrás que él, también había sido secuestrado. Estaba también en Prefectura pero en otro lugar. Por lo que comentaba el personal de aquella dependencia sólo les faltaba encontrar a Almada; Eduardo Cruz también había sido secuestrado.
Al día siguiente, por la tarde, entre las 16 y 17 hs lo dejaron salir. Le dieron sus pertenencias y un sujeto de apellido Pastor, como él, le dio un sermón sobre cómo debía comportarse.
Raúl volvió al otro día a trabajar al Frigorífico; más adelante renunció. Meses después de su secuestro fue a ver el lugar hacia el que lo habían llevado primero. Se encontró con la usina vieja en la calle Nueva York de Berisso, una calle con adoquines y vías muy particular.
En este juicio no se investigan los delitos cometidos en perjuicio de Raúl ni de sus tres compañeros.

Declaración de Roque Jacinto Medina
A continuación se escuchó la declaración de Roque Jacinto Medina, encargado del edificio en donde vive el acusado Carlos José Ramón Schaller.
Dijo conocerlo desde hace treinta y cuatro años, desde 1981. Según él es una persona excelente. Sabe que vive con su esposa y que "trabajaba" en la Prefectura Naval.

Declaración de Mario Ramón Dotto
En tercer lugar declaró Mario Ramón Dotto, vecino de Carlos José Ramón Schaller.
Dijo que lo conoció en Paraná, Entre Ríos, cuando eran jóvenes. Él nació y se crió en aquella ciudad. Después no se vieron más y se reencontraron en donde viven ahora, Dotto en el quinto piso y Schaller en el décimo.
Según sus apreciaciones, Schaller no es un hombre de facultades extraordinarias sino más bien un hombre común, familiero, buen padre. Mary, la esposa de Schaller, tiene problemas de salud. Hace cuarenta y dos años que Dotto vive en ese edificio y su vecino Schaller más o menos el mismo tiempo.

Declaración Argimiro Luis Fernández
Finalmente, fue el turno de Argimiro Luis Fernández, quien fue citado a declarar por la defensa que ejercen los abogados Miguel Germán Irureta y Sebastián Olmedo Barrios.
Después de prestar juramento de decir la verdad, aclaró que los imputados son todos muy conocidos y que siente afecto por muchos de ellos. Irureta pidió que Roberto Eduardo Fernando Guitián pudiera sentarse junto a él y formular preguntar directamente al testigo; ambas peticiones fueron rechazadas por el presidente del tribunal.
Sin embargo, el testimonio no pasó más allá de la primera frase: Fernández fue Comandante del Batallón de Infantería de Marina 3 desde los primeros días de 1977 y, según alcanzó a decir, su responsabilidad fue total.
Después de deliberar, el tribunal decidió no permitirle continuar con su declaración para evitar que se autoincrimine.

Pedido de ampliación de la acusación
La representante de los querellantes Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Unión por los Derechos Humanos La Plata, Estela de la Cuadra, Leandro Nahuel Páez, María Fernanda Páez y Eduardo Torres, Guadalupe Godoy solicitó ampliar la acusación que pesa sobre cuatro imputados por tres nuevos casos.
Solicitó que a Eduardo Antonio Meza y Carlos José Ramón Schaller se les sume la responsabilidad en la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Ángel Oscar Revoledo, quien declaró por primera vez sobre su secuestro el lunes 14 de septiembre de 2015 en la novena audiencia.
Por otra parte, solicitó que José Casimiro Fernandez Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián tengan que responder penalmente también por la privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Marta Isabel Cáneva y Reyna Ramona Leguizamón, además del homicidio de esta última.
Godoy repasó las declaraciones vertidas en el juicio y la documentación obrante en la causa. Citó distintos informes elaborados por la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) que dan cuenta de la persecución que existía sobre Marta Isabel Cáneva y su pareja, Raúl Alejandro Aguirre.
En la audiencia anterior del lunes 21 de septiembre de 2015 se escuchó la detallada declaración de Mirta Amalia Sarnachiaro, hija de Marta Cáneva, quien refirió el operativo de secuestro de su madre, la pareja de ella y una vecina, Reyna Ramona Leguizamón.
Godoy también se refirió al secuestro de los hermanos Aguirre -Juan Alejandro, Miguel Reinaldo y Roberto Miguel- quienes fueron secuestrados mientras la Fuerza de Tareas 5 buscaba a otro Aguirre.
También reseñó la declaración de Pedro Niselsky, esposo de Reyna, quien declaró el miércoles 5 de agosto de 2015, en la tercera audiencia. Él fue secuestrado el 25 de marzo de 1976 y trabajaba en Astillero Río Santiago. Reyna era delegada en el Frigorífico Swift y fue secuestrada meses después con Cáneva y Aguirre. El padre de Niselsky presentó un habeas corpus por su hijo y su nuera; en esas actuaciones hay constancias de que los restos de Reyna fueron hallados por el Destacamento Bavio cerca de la Ruta nro. 36; fue asesinada poco después de su secuestro y había permanecido alojada en el Batallón de Infantería de Marina 3.
Adhirieron al planteo las querellas representadas por María Pía Garralda, Pedro Griffo y Oscar Rodríguez, quien sumó argumentos para que el tribunal haga lugar a la petición.
Por su parte, el Ministerio Público Fiscal no formuló ampliación alguna.
La defensa oficial, representada por Gastón Barreiro, se opuso al pedido siguiendo el criterio de la fiscalía, según afirmó el abogado. Dijo que alteraría la base fáctica y que son hechos que no deben investigarse en esta etapa, además de mencionar la afectación de otras garantías. A su exposición adhirieron los abogados Miguel Germán Irureta y Juan José Barragán, quienes representan a los imputados Guitián y Meza respectivamente.
Después de un cuarto intermedio, el tribunal resolvió por mayoría de los jueces César Álvarez y Carlos Alberto Rozanski hacer lugar a la petición de ampliar la acusación sobre los cuatro imputados, incorporando así tres nuevas víctimas al juicio. Por su parte, el juez Germán Castelli opinó que no debería aceptarse la nueva acusación y deberían remitirse las actuaciones al juzgado que corresponda.
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En la audiencia anterior habían anunciado la declaración de Raúl Kraiselburd, testimonio propuesto por la defensa de Jorge Alberto Errecaborde y Roberto Eduardo Fernando Guitián. El abogado Miguel Germán Irureta, quien ejerce la defensa de ambos acusados, desistió de la misma.
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La próxima audiencia fue convocada para el lunes 28 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Ivonne Barragán, Laura Lenci, Gonzalo Chaves, José Montes y Claudia Bellingeri; también las indagatorias de los acusados José Casimiro Fernández Carró, Roberto Eduardo Fernando Guitián, Eduardo Antonio Meza y Carlos José Ramón Schaller.

Audiencia 10


En la jornada del lunes 21 de septiembre de 2015 se escucharon seis declaraciones.

Declaración de Dionisio Puz
En primer lugar declaró Dionisio Puz, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y 1978.
Dionisio es de Ensenada y vivía a diez cuadras de la sede de la Prefectura Naval. A los 14 años ingresó en Astillero Río Santiago como aprendiz; luego trabajó allí como carpintero. Relató que, entre las enseñanzas que recibían, les hacían aprender los grados militares para que pudieran saludar a aquellos miembros de la Armada que pululaban en el lugar. El jefe de personal del Astillero, Stefenon, era de aquella arma.
Relató que ya hacía más de diez años que trabajaba en el Astillero cuando fue elegido por sus compañeros para la comisión que debía redactar el Convenio Colectivo de Trabajo en 1975. Para eso tenían que ir al sindicato, del que se sabía que colaboraba con la represión. Dionisio dijo que los que no pensaban igual era perseguidos por el gremio, incluso eran amenazados con armas. Recordó que Juan Carlos Marín era el que colaboraba en forma más evidente, pero había otros.
Por un conflicto gremial la dirección del Astillero decidió cerrar; era incierto cuándo volverían a trabajar. El 30 de marzo de 1976 volvieron a abrir las puertas. Se hizo una fila enorme de trabajadores. Personal uniformado del Ejército o la Armada estaba apostado con listas en la entrada y controlaban el documento de cada uno de los trabajadores; según lo que comentaban entre ellos, algunos venían de Bahía Blanca. Aquellos cuyos nombres aparecían en la lista eran apartados a un costado. Eso le pasó a Dionisio.
Dos uniformados con armas largas lo llevaron hasta su puesto de trabajo, pegándole y amenazándolo en el trayecto. Al llegar al taller le hicieron abrir su ropero y lo revisaron; estaban allí el jefe de sección, el capataz y otros compañeros de trabajo.
A continuación lo llevaron a donde estaba la guardia del Astillero; le decían "la pecera". Allí permaneció un rato con otros compañeros que estaban siendo secuestrados como él; recordó, entre otros, a Balardini, Luis Alberto Díaz, María del Carmen Miranda, Américo Horacio Piccinini.
Los mantuvieron allí hasta que terminó el operativo. Luego los encapucharon y los tiraron en un camión y después de un rato los condujeron a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada; Dionisio pudo darse cuenta de ello por los ruidos y el camino que realizaron.
Allí permaneció un día y medio o dos, vendado, encapuchado. Al comienzo, durante varias horas, lo hicieron permanecer parado con las manos levantadas contra la pared, recibiendo golpes en las costillas de aquellos que pasaban por allí. Luego lo hicieron sentar y más tarde le sacaron fotos. En algún momento le dieron de comer un sándwich de milanesa y lo interrogaron sobre la bomba que había estallado el año anterior en la Fragata Santísima Trinidad; también sobre compañeros de trabajo.
En una camioneta lo llevaron a él y a otros con destino incierto. Se dirigieron al Batallón de Infantería de Marina 3 en donde hicieron descender a algunas personas; recordó entre esas a María del Carmen Miranda. Dionisio y el resto continuaron el recorrido hasta la Unidad Penitenciaria nro. 9. Allí fueron recibidos con patadas y trompadas.
Entre otros compañeros que estuvieron allí encarcelados mencionó a Balardini, Edgardo José Cardinali, Luis Ricardo Córdoba, Nicolás Luis Di Mattía, Ricardo Parulsky, Juan Pombo, Félix Rodríguez, Ricardo Rodríguez, Hugo Ernesto Ruiz Díaz, todos del Astillero. Allí permaneció dos años y cuatro meses y fue liberado en 1978.
Por medio del Decreto Secreto nro. 571 / 1976 de fecha 26 de mayo de 1976 quedó arrestado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=2996C0D49BE6CDF6A309C78AE373B655?id=210635)
Por medio del Decreto Secreto 1617 / 1978 del 18 de julio de 1978 quedó sin efecto su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=6BA64CCBA9A61B2F01601C087EB8C6F6?id=212305)
Al salir de la cárcel no se podía acercar al Astillero, afirmó. No podía trabajar en empresas del Estado incluso en democracia; había conseguido un trabajo en la Escuela Naval y fue despedido poco después. También su hermano perdió su trabajo allí. Fueron años muy difíciles.
Recién en 2006 fue reincorporado al Astillero, del cual había sido echado; pasó treinta años como paria por culpa de un Estado ausente. Hoy Dionisio tiene 68 años y, como otros, no puede jubilarse. A pesar de todos los trámites que realizó con sus compañeros no obtuvieron respuestas y siguen luchando para que les reconozcan su derecho a tener una jubilación.
También recordó que la dirección del Astillero, el gremio y las Fuerzas Armadas estuvieron de acuerdo en la represión. Su gremio colaboró muchísimo en la confección de listas negras para que los detuvieran, un gremio cuyas autoridades permanecieron hasta llegada la democracia.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Dionisio sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.

Declaración de Miguel Ángel Revoledo
A continuación se escuchó la declaración de Miguel Ángel Revoledo, hermano de Mario Horacio Revoledo.
Relató que su padre y su hermano Mario trabajaban en la Destilería La Plata de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Vivían en Berisso y Mario militaba en Montoneros.
Su otro hermano, Ángel Oscar, trabajaba en el Frigorífico Swift y había ingresado también en YPF. El día del golpe de Estado, en marzo de 1976, al ir a cobrar una quincena fue secuestrado desde su lugar de trabajo.
Miguel recordó que poco más de un año después vieron movimientos sospechosos en torno a su casa. Un helicóptero del Ejército descendió hasta una altura muy baja en un terreno lindante. Días después un camión de Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (SEGBA) rondaba la zona.
Cerca de las 19 hs del 16 de mayo de 1977 llegaron a su casa unos veinte hombres vestidos de civil, que se movían en cuatro o cinco autos. Estaban en su casa su mamá, su papá, la esposa de Ángel -que estaba en la cárcel- con sus dos hijos pequeños, la esposa de Mario con sus dos hijos también pequeños y él. Los reunieron a todos en la casa de Mario y dos hombres permanecieron toda la noche con ellos en la casa; afuera, en un auto, otros dos vigilaban.
Su hermano Mario llegó de trabajar al día siguiente por la mañana temprano. Lo atraparon y se lo llevaron. Con la esposa de Mario hicieron averiguaciones en distintas dependencias policiales, la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, la Brigada de Investigaciones La Plata; también ante el Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Nunca tuvieron ninguna noticia sobre su paradero.
Por la privación ilegítima de la libertad de su hermano, Mario Oscar Revoledo, están imputados Juan Carlos Herzberg y Antonio Vañek.

Declaración de Mirta Amalia Sarnachiaro
En tercer lugar declaró Mirta Amalia Sarnachiaro, hija de Marta Isabel Cáneva.
Relató que su papá murió cuando ella tenía 3 años. Su mamá volvió a formar pareja con Raúl Alejandro Aguirre, a quien considera su padre del corazón. Ambos trabajaban en el Frigorífico Swift de Berisso.
El 24 de marzo de 1976 Raúl fue secuestrado en la puerta del Frigorífico y llevado a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada, luego a la Base Naval y finalmente a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde permaneció hasta el 10 mayo de aquel año.
Poco tiempo después secuestraron a su mamá y a Raúl de su casa. Ella tenía 6 años y estaba presente con su hermano. Quienes los secuestraron robaron y rompieron todo. Un día y medio después su mamá regresó; luego lo hizo Raúl. Ambos habían sido torturados.
El 14 de julio de 1976 un segundo operativo tuvo lugar en su casa. Tuvo las mismas características que el anterior: robaron, rompieron, secuestraron a su madre y a Raúl. Ella y su hermano fueron llevados al baño y los secuestradores, uniformados de verde, les dijeron que no salieran hasta que hubiera pasado una hora. Sin embargo, al salir el operativo aún no había terminado y pudieron ver en la puerta de su casa camionetas del tipo Ford Falcon rural. En aquella oportunidad también secuestraron a Reyna Ramona Leguizamón, vecina y trabajadora del Frigorífico.
Mirta y su hermano se quedaron solos y fueron a la casa de otra hermana, quien estaba casada con un comisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y se encontraba embarazada de 6 meses. Su cuñado hizo averiguaciones para saber qué había pasado con Marta, Raúl y Reyna. Según les dijo después, su madre regresaría pero Reyna no.
Pasó un tiempo y su madre fue liberada, desnuda, en la calle 60 y 128 de Berisso. Les contó que Reyna pateaba e insultaba a quienes la secuestraron y que permanecieron juntas en el mismo lugar -el Batallón de Infantería de Marina 3- atadas y encapuchadas, aunque podían hablar. Simularon fusilarlas a ambas y las torturaron. A la medianoche sacaron a su madre de la celda y cuando la llevaron nuevamente Reyna ya no estaba allí.
Por otra parte, Raúl fue llevado de la sede de la Prefectura Naval a la Base Naval; en el trayecto le arrancaron todas las uñas de las manos. Fue liberado unos tres o cuatro meses después.
En su declaración Mirta recordó que su madre, después de ser liberada, tenía en la piel una especie de sarpullido, como si fueran marcas de picaduras: eran las marcas del paso de la electricidad por su cuerpo. Su mamá era diabética y su salud quedó muy quebrantada después del secuestro. Murió en 1979 y Mirta fue a vivir con su hermana, quien murió tres años más tarde. El Estado destruyó su familia.
Los delitos cometidos en perjuicio de Raúl Alejandro Aguirre, Marta Isabel Cáneva y Reyna Ramona Leguizamón no son investigados en este juicio.

Declaración de Juan Alberto Magliaro
Luego se escuchó la declaración de Juan Alberto Magliaro, quien presenció el operativo en el que secuestraron a Osvaldo Enrique Busetto.
Relató que una tarde del año 1976, cerca de las 19 hs, iba caminando por la calle 7 entre 53 y 54 de La Plata. Había mucha gente por el horario. Frente a él vio venir a un joven corriendo, esquivando gente y cruzando desde la vereda en que él estaba hacia la Plaza San Martín.
Al mismo tiempo un Renault Torino blanco o gris llegó con dos o tres personas vestidas de civil; uno bajó y gritó "¡Alto!". Mientras el joven estaba cruzando le dispararon y lo hirieron. Otros dos autos se acercaron; uno de ellos era un Renault Torino azul; abrieron el baúl de este y en él introdujeron al joven herido. Los autos se fueron en contramano.
Tiempo después su dentista y amigo de la infancia Juan Carlos Busetto le comentó que habían secuestrado a su hermano Osvaldo. Por su parte, Juan Alberto le comenta lo que había vivido en el centro de La Plata y llegaron a la conclusión de que había presenciado el secuestro de Osvaldo. Juan Alberto los conocía a ambos del barrio, vivían a pocas cuadras y siempre jugaba al fútbol con Juan Carlos.
Por la privación ilegítima de la libertad de Osvaldo Enrique Busetto sólo está imputado Jorge Alberto Errecaborde.

Declaración de Erminia Elena Galván
En quinto lugar declaró Erminia Elena Galván, hija de Miguel Orlando Galván.
Pudo reconstruir cómo murió su padre a partir de lo que su madre y sus abuelos le contaron. Miguel, su papá, murió cuando ella tenía menos de 1 año. Era abogado, tenía 27 años, había dejado de trabajar en la Municipalidad y hacía poco había abierto su estudio con un compañero. Era abogado de presos políticos, militaba en la Juventud Peronista desde la facultad y estaba relacionado con Montoneros; dijo no saber mucho más.
Habían acordado que su madre fuera a conocer el estudio el 19 de octubre de 1976; en esa oportunidad también conocería a Roberto Pampillo, el socio de su padre. Porque no le gustaba como le quedaba una pollera que había comprado para la ocasión, su madre decidió dejar el encuentro para otro día. Su padre fue a buscarla para ver qué había sucedido y luego regresó a su estudio.
Cerca de las 4 de la mañana su tío materno fue hasta su casa para dar la noticia de que Miguel había sido asesinado en el estudio. También dijo que al día siguiente una amiga suya iría a ayudar a su madre.
Esta le contó que al día siguiente salió en un diario de La Plata la noticia sobre un "enfrentamiento" en el estudio de su padre; pero decía que allí también se encontraba su esposa.
Su madre fue llevada al día siguiente y ella y su hermano permanecieron con sus abuelos maternos. El papá de su mamá era marino retirado y comenzó a hacer gestiones para recuperar el cuerpo de Miguel. Se lo entregaron el 21 de octubre en una repartición de la marina, según le contó años más tarde su abuela. También le dijo que fue a través de otro marino conocido de su abuelo, pero no conocía el nombre.
Durante un tiempo sus abuelos, su hermano y ella vivieron en Punta Alta, en la casa de una tía abuela, también casada con un marino. Cuando aquella fue internada en el Hospital Naval no le permitieron a su abuela ingresar a verla; le dijeron que estaba en una lista negra y sugirieron que se fuera.
Finalmente, fueron a vivir a Córdoba. Volvieron a encontrarse con su madre a fines de año. Sobre el tiempo que estuvo ausente, su madre le contó que no le hicieron nada y que la protegieron.
Erminia dijo que no recuerda a su padre, no tiene anécdotas con él, pero que se siente orgullosa de su memoria y compromiso; se trató de una gran ausencia con la que se acostumbró a vivir.

Declaración de Facundo Luis Galván
Finalmente, fue el turno de Facundo Luis Galván, hijo de Miguel Orlando Galván.
Como su hermana, relató los incidentes que rodearon la muerte de su padre a partir de lo que le contó su madre y lo que pudo investigar en estos años. Facundo tenía 1 año recién cumplido cuando mataron a Miguel.
Recordó que militaba en Montoneros y en una Villa de Los Hornos. El 19 de octubre de 1976 tenían que estar todos en el nuevo estudio: su papá, su mamá, su hermana, él y el socio de su padre, Roberto Pampillo, quien hoy se encuentra desaparecido.
Su mamá le comentó con el tiempo que su padre estaba siendo perseguido y otros compañeros de militancia, cercanos a él, habían sido secuestrados. También que Montoneros la escondió después del asesinato de su padre.
Agregó que su abuelo materno encontró los restos de su padre; en el cuerpo tenía pintadas las letras "N.N.". Posteriormente su abuelo paterno lo llevó a la Provincia de San Juan, en donde lo inhumó en el panteón familiar.
Su hermana y él fueron cuidados por sus abuelos maternos hasta que se reencontraron con su madre en Punta Alta. Luego siguió un periplo por distintas casas de familiares, hasta que fueron recibidos por primos de su abuelo y se quedaron a vivir en Córdoba Capital.
Durante muchos años le ocultaron la figura de su padre. Cuando su hermana y él eran pequeños les decían que había muerto en un accidente de tránsito. Al ser más grandes su madre les contó lo que había pasado. Facundo dijo que no tuvo una figura paterna y que lo más doloroso es que alguien pierda la vida por sus ideales.
Por el homicidio de Miguel Orlando Galván están imputados Jorge Alberto Errecaborde y Roberto Eduardo Fernando Guitián.
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En la audiencia anterior habían anunciado la declaración de Luis Alfredo Mendoza; este solicitó que se lo exima de prestar declaración.
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La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 23 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Raúl Horacio Pastor, Jacinto Medina, Mario Dotto, Argimiro Fernández y Raúl Kraiselburd.

Próxima audiencia

La próxima audiencia fue convocada para el lunes 5 de octubre a partir de las 14 hs. Se prevé la contestación de las defensas sobre el pedido de ampliación de la acusación que pesa sobre los imputados Eduardo Antonio Meza, Luis Rocca y Carlos José Ramón Schaller y la resolución del tribunal sobre este tema; también las indagatorias de los acusados José Casimiro Fernández Carró, Roberto Eduardo Fernando Guitián, Eduardo Antonio Meza y Carlos José Ramón Schaller. Previamente, desde las 9.30, se realizará una inspección en la Escuela Naval, la sede de la Prefectura Naval de Ensenada, el Hospital Naval y en el predio en el que funcionó el Batallón de Infantería de Marina 3.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Próxima audiencia



La próxima audiencia fue convocada para el lunes 28 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Ivonne Barragán, Laura Lenci, Gonzalo Chaves, José Montes y Claudia Bellingeri; también las indagatorias de los acusados José Casimiro Fernández Carró, Roberto Eduardo Fernando Guitián, Eduardo Antonio Meza y Carlos José Ramón Schaller.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Próxima audiencia

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 23 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Raúl Horacio Pastor, Jacinto Medina, Mario Dotto, Argimiro Fernández y Raúl Kraiselburd.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Audiencia 9


En la jornada del lunes 14 de septiembre de 2015 se escucharon seis declaraciones.

Declaración de Ángel Oscar Revoledo
En primer lugar declaró por videoconferencia desde Copenhague Ángel Oscar Revoledo, hermano de Mario Horacio Revoledo.
La declaración comenzó con dificultades para recibir adecuadamente el audio, pero fue mejorando a medida que la audiencia fue avanzando.
En primer lugar Ángel se refirió al secuestro de su hermano. Dijo que Mario vivía en Berisso con su familia, era afiliado al Partido Justicialista (PJ) y trabajaba en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), Puerto La Plata. El 18 de mayo de 1977 un conjunto de personas de civil, quienes dijeron pertenecer a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se presentaron en el domicilio de Mario. Estaban allí su esposa y sus dos hijos, sus padres y su hermano menor. Mario estaba trabajando; lo esperaron hasta que regresó y se lo llevaron con rumbo desconocido. Supo por comentarios que habría estado secuestrado en la Escuela Naval y en el Batallón de Infantería de Marina 3. Hoy se encuentra desaparecido.
Luego relató las vicisitudes de su propio secuestro. Ángel trabajaba desde 1968 en el Frigorífico Swift en Ensenada y militaba en la agrupación Descamisados, parte de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP).
Recordó claramente que el 12 de junio de 1974 fue la última vez que Perón habló por cadena nacional. Él estaba en la Escuela Naval trabajando y los hicieron salir antes de terminar la jornada. Entonces fue a casa de sus suegros. Él vivía en Villa Zula, Berisso, y al regresar por la noche a su casa supo que momentos antes una patota había ido a buscarlo. Con su mujer e hijos se fueron a la casa de un amigo.
Al día siguiente, en el frigorífico, un empleado de seguridad, un sereno, le dijo "¿Tuviste visitas anoche?". El apellido de aquel hombre era Meza y solía andar por el lugar acompañado por un efectivo de Prefectura Naval que no trabajaba en el Swift. Ángel recordó además algunas características de Meza; llevaba el guardapolvo bien almidonado, usaba mucho perfume y no se perdía ninguna asamblea política dentro de la fábrica.
El 27 de marzo de 1976 Ángel fue secuestrado por la Prefectura naval desde su lugar de trabajo. Fue trasladado a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada, en donde fue interrogado bajo tortura con golpes y descargas eléctricas. Pudo percibir que quien lo interrogaba era el mismo Meza que conocía del frigorífico. Lo golpeó en la cara, rompiéndole la nariz; su pulóver y un pañuelo quedaron manchados con sangre. Meza le preguntaba insistentemente por Néstor Narciso Fonseca, "Pichila", compañero de trabajo de Ángel.
Después de estar allí casi un día con los ojos vendados, fue trasladado a un lugar cercano al agua. Le levantaron la venda de los ojos, le ofrecieron un cigarrillo y le dijeron que lo iban a matar. Ángel escuchaba disparos y cosas que caían al agua. Insistían en que dijera en dónde estaban las armas, el dinero. Finalmente, le vendaron los ojos y lo llevaron en lancha al Liceo Naval en la Isla Santiago.
Ángel tenía mucha tos y un médico lo vio. Estaba vestido con su uniforme y tenía un arma; lo único que hizo fue darle pastillas para la tos. Luego lo interrogaron; un grupo de suboficiales, cabos de la marina, le decían que dijera todo lo que sabía, que no se hiciera pegar. Él se daba cuenta de que estaba en el Liceo por los parlantes típicos del lugar y la sirena del frigorífico.
Allí permaneció una noche y luego lo condujeron a la Escuela Naval caminando, atravesando un puente. Lo llevaron a la cancha de fútbol y permaneció en los vestuarios. Ahí volvieron a golpearlo mientras lo interrogaban sobre dinero y armas y Fonseca. Nuevamente Meza participaba del interrogatorio.
Pasó allí más de una semana, aunque no lo sabe con certeza porque perdió la consciencia del tiempo. Había otra persona secuestrada con él, pero no hablaban. Escuchaba cómo los infantes de marina, que hacían las veces de guardias, comentaban que en la caldera de la Escuela Naval las personas eran incineradas.
Mientras tanto su madre y su esposa realizaban gestiones para encontrarlo. Fueron a la Escuela Naval y les dijeron que ese lugar estaba dedicado a la enseñanza, que no había nadie detenido allí. En la Comisaría de Berisso les dijeron que era un secreto militar el paradero de Ángel y no lo podían revelar. A Prefectura Naval ni siquiera podían acercarse. El propio Meza fue un día a su casa y les dijo que habían matado a Ángel; les mostró el pulóver y el pañuelo ensangrentado que tenía en su poder.
Relató que un día fue trasladado a las dependencias que la Policía de la Provincia de Buenos Aires tiene en la calle 1 y 60 de la ciudad de La Plata. En ese lugar permaneció secuestrado un mes aproximadamente. Allí también fue torturado, pero por personal policial. Entre las personas que estaban alojadas con él recordó a un estudiante de medicina, "El Loco" Pedro, a quien le hacían tocar la guitarra.
Luego lo trasladaron a otro lugar, no muy lejano. Ángel piensa que tal vez era el Centro Clandestino de Detención ubicado en donde antes estaba la antena de Radio Provincia, "La Cacha".
Finalmente fue llevado a la Unidad Penitenciaria nro. 9. Allí estuvo varios meses sin figurar en ningún lado, hasta que fue "blanqueado".
Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 se dispuso su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210767
Recordó que el director de aquella cárcel, René Jacinto Parenti, le dijo que "lo iban a inscribir" y que lo había pedido el Servicio de Inteligencia de la Marina (SIN); si se lo llevaban, no podían hacer nada. Entre las personas con las que compartió su cautiverio en la UP 9 recordó a "El Loco" Pedro. Ángel fue liberado y se exilió.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1840 / 1977 del 27 de junio de 1977 se denegó su salida del país.
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=211653
Por medio del Decreto Secreto nro. 2082 / 1979 de fecha 28 de agosto de 1979 se autorizó su salida del país a Suecia.
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=F01F45ADB5D33A24D04B9053EF8EAF84?id=213083
Los delitos cometidos en perjuicio de Ángel no son investigados en este juicio. Por la privación ilegítima de la libertad de su hermano, Mario Oscar Revoledo, están imputados Juan Carlos Herzberg y Antonio Vañek.

Declaración de Alberto Oscar Lannoo
A continuación se escuchó la declaración de Alberto Oscar Lannoo, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y fines de 1978.
Relató que entre los 17 y los 20 años cursó estudios de Marina de Guerra, pero se dio de baja porque no era lo que le gustaba. Luego comenzó a trabajar en Propulsora Siderúrgica. Allí no tenía actividad sindical ni política, aunque simpatizaba con el Partido Comunista (PC). Vivía en Berisso y en marzo de 1976 estuvo un tiempo con parte de enfermo; tenía que reintegrarse a trabajar el 24 de aquel mes. Al concurrir encontró la fábrica cerrada; también al día siguiente.
Recién el 26 de marzo de 1976 Propulsora abrió. Alberto se presentó, pasó por el servicio médico, en donde no verificaron si estaba en condiciones para trabajar y lo mandaron a reintegrarse. Como todos los días atravesó la puerta de ingreso, pero aquel día había personal de la Prefectura Naval o de la Armada Argentina. Controlaron su nombre y apellido en un listado y lo dejaron entrar. Marcó tarjeta y se le acercó un hombre uniformado, de verde; no sabía quién era. Este lo acompañó hasta el vestuario y mientras Alberto se cambiaba de ropa aquel militar revisaba su casillero. Alberto recordó que era normal en aquel entonces tener volantes o libros; él los tenía de todos los colores. Después de encontrarlos, el militar lo hizo salir y subir a un camión, en donde había otras personas. Momentos después Alberto se dio cuenta de que lo estaban secuestrando.
Antes del mediodía, al salir del predio de la fábrica, el camión se detuvo y un hombre les tiró a todos una lona encima. Fue un viaje corto y cuando levantaron la lona estaban en la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí le pegaron, lo amenazaron y lo llevaron atado y con los ojos vendados a una habitación. Un hombre se acercó varias veces para decirle que lo conocía, que era su amigo y que no le pasaría nada. Mientras tanto Alberto escuchaba gritos. Horas después lo sacaron a un patio, en donde lo obligaron a permanecer parado con las manos apoyadas en la pared. También había otras personas en las mismas condiciones que él; todos eran amenazados con ser fusilados. De a poco se iban llevando a algunos; más adelante supo que eran compañeros de Propulsora y del Astillero. Tiempo después lo llevaron a otro lugar dentro del mismo predio, en donde permaneció con una o dos personas más.
En Prefectura lo interrogaron, especialmente por un compañero de trabajo con el que compartía el mismo puesto, Salvador Abelardo De Laturi, "Pampa", quien había sido asesinado en febrero de 1976.
Por la madrugada lo llevaron hacia el puerto, en donde lo hicieron subir a un ferry o lancha; lo amenazaban con tirarlo al río. Atado y con los ojos vendados lo llevaron a la Base Naval. Una vez allí lo condujeron al Liceo Naval, a un lugar abierto, con divisiones de chapa o alambre y lo tiraron en un camastro. Alberto estaba muy cansado y asustado. Conoció entonces a Kiril Chakaroff Nicolof, "El Zapatero"; era de Berisso y militante del Partido Comunista (PC). Kiril lo contuvo hasta que se quedó dormido.
Despertó al día siguiente con gritos, insultos, detonaciones. Por la noche lo llevaron al baño atravesando un pasillo largo y bajando una escalera. Además de las amenazas y los golpes, Alberto dijo que era una tortura ver cómo se iban llevando a sus compañeros sin saber adónde.
El 28 de marzo lo sacaron de allí y lo llevaron a la Unidad Penitenciaria nro. 9. En aquella prisión supo que otros compañeros habían pasado por circunstancias parecidas a las suyas y estaban detenidos allí con él. Recordó a Jorge Bogusas, Carmelo Cipollone, Luis Ramón Etchepare, Héctor Emilio Galeazzi, Roberto Muñoz, Roberto Adoníval Páez, Juan Pombo, Ángel Oscar Revoledo, Luis Aníbal Rivadeneira, "Toti", Hugo Ernesto Ruiz Díaz. Permaneció en aquel lugar dos años y diez meses.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 se dispuso su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210767
Por medio del Decreto Secreto nro. 2390 / 1978 del 9 de octubre de 1978 se dejó sin efecto su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=211990
Al salir de la cárcel estaba asustado; tardó un mes para poder ir a Propulsora a solicitar que lo reincorporaran porque lo habían despedido por abandono de tareas. Habló con Néstor Corteletti, quien le dijo que aceptara el dinero que le ofrecían -una especie de indemnización- y que no pidiera nada más. Por aquel dinero le hicieron firmar un comprobante.
Alberto dijo que le costó mucho salir a buscar trabajo. Un compañero de la UP 9 le consiguió un lugar en una constructora que tenía a cargo obras en un barrio de Berisso. A partir de entonces comenzó a trabajar.
Los delitos cometidos en perjuicio de Alberto no son investigados en este juicio.

Declaración de Diego Horacio Revoledo
En tercer lugar declaró Diego Horacio Revoledo, hijo de Mario Horacio Revoledo.
Relató que cuando secuestraron a su padre él iba a cumplir 3 años. Su mamá le contó lo que pasó la noche del 17 de mayo de 1977. Cerca de las 19 hs un grupo de hombres, en cuatro autos, se presentaron preguntando por su padre. Juntaron a toda la familia en su casa y permanecieron allí toda la noche. Por la mañana, cuando Mario llegó de trabajar, se lo llevaron.
Su madre fue a la Brigada de Investigaciones La Plata a denunciar el hecho; allí vio a tres de los habían participado en el operativo. Un compañero de trabajo dijo que tenían a su padre en un camión de la marina.
Refirió además que su papá militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), tal vez delegado en la Destilería La Plata de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y ayudaba a la gente de los barrios.
Relató también que se crió con su mamá y que siempre fue dura la ausencia de su padre en la infancia y en las fechas importantes, como cuando nació su hija.

Declaración de Alicia Susana Bordoni
Luego se escuchó a Alicia Susana Bordoni, prima hermana de Mario Horacio Revoledo.
Dijo que vivía en La Plata cuando cumplió 18 años, el 17 de mayo de 1977, el día que secuestraron a su primo. Él trabajaba en YPF, era muy solidario, digno, un excelente padre; tenía 27 años y militaba en Montoneros.
Por comentarios y noticias posteriores pudo reconstruir lo que sucedió con Mario. El 17 de mayo ingresó en su casa un grupo numeroso de civiles y uniformados que se presentaron como "fuerzas conjuntas". Cercaron la manzana y buscaban a su primo. Él estaba trabajando; hacía el turno noche en aquella época. En la casa estaba la esposa de Mario y sus dos hijos pequeños, Claudia y Diego; también estaba viviendo allí la esposa de su otro primo, Ángel -detenido en la UP 9-, con sus hijos. Era una casa humilde en un terreno compartido también con los padres de Mario y Miguel, el hermano menor. Los juntaron a todos, los maltrataron y pasaron así toda la noche.
Como todos los días, Mario regresó cerca de las 7 de la mañana. Antes de que se lo llevaran les pidió que lo dejaran despedirse de sus hijos; no se lo permitieron.
A partir de entonces la familia quedó en una situación de desamparo y desorientación inmensa. Fueron al trabajo a pedirles que mantuvieran el puesto hasta que regresara; lo despidieron por abandono de tareas. La esposa de Mario lo esperó durante muchos años; incluso escuchaba que le golpeaba la ventana a la mañana, como si volviera de trabajar.
El padre de Mario murió un año después; su mamá participó en la formación de Madres de Plaza de Mayo, pero su salud se debilitó y fue internada en un neuropsiquiátrico. La familia vivió el desamparo económico y la angustia permanente, factores que se repitieron en muchas otras familias.
Alicia relató que participó en Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y que toda la familia realizó infinitas averiguaciones para saber qué pasó con su primo. Hasta el presente nadie dijo haberlo visto en ningún Centro Clandestino de Detención.
También señaló que su primo desapareció doblemente: en forma física y como hombre de trabajo, como sostén de familia. El Estado nunca asistió a su familia. Los niños participaron en el Taller de la Amistad y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) gestionó un lugar para que pudieran vivir. La mujer de Mario murió y los hijos se quedaron siempre con la imagen ausente de su padre. El hermano de Mario salió deportado del país a Suecia, en donde se exilió con su esposa e hijos.

Declaración de Estela de la Cuadra
En cuarto lugar declaró Estela de la Cuadra, hermana de Roberto José de la Cuadra.
Relató que Roberto trabajaba en la línea de micros 520 desde septiembre de 1973. Estaba casado con Gladys Noemí Dagán y tenían un hijo, Emiliano. Militaba en contra de la burocracia sindical.
En 1975 se realizaron una serie de movilizaciones de choferes de muchas líneas de micros. Entre ellas recordó un piquete que hicieron en el centro de la ciudad de La Plata. Luego fueron recibidos en la gobernación y Victorio Calabró, después de esa reunión, solicitó trece libretas de trabajo; entre ellas estaba la de su hermano.
En junio de 1975 secuestraron a un compañero de trabajo de su hermano, Francisco Oscar Paz, "Tito". Entonces Roberto dejó el trabajo, así como otros compañeros. Inició un periplo por el interior que terminó en septiembre de aquel año, cuando regresó a La Plata e ingresó en la Destilería La Plata de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
Allí continuó su militancia contra la extensión del horario avalada por el sindicato. En una oportunidad Roberto ingresó en secreto volantes y los repartió en el baño de la fábrica. Al salir alguien del sindicato lo vio. Por otra parte, gente de civil merodeaba por su barrio preguntando a los vecinos por él.
El 2 de septiembre de 1976 se reunió en la casa de sus padres en La Plata con unos compañeros de trabajo, Raúl Alfredo Bonafini y Eduardo Daniel San Pedro. Roberto les contó lo que había sucedido en YPF y cómo era controlado. Terminaron la reunión y Roberto le pidió prestado el auto a su padre para llevar a su esposa a la casa de sus suegros.
Después de que Roberto y sus compañeros se hubieran ido, llegaron unas veinte personas en cuatro autos, vestidos de civil, con medias en la cabeza y pintados, preguntando por él. Uno de ellos parecía diferente a los demás; parecía tener voz de mando y lucía la remera característica de la Armada. El padre se descompuso y llamaron a una vecina, Lila Calderón, para asistirlo, pues habían decidido llevarse secuestrada a su madre, Alicia Zubasnabar, "Licha". Mientras estaban saliendo del edificio Roberto aguardaba en la entrada; había regresado a dejar el auto y se encontró con el operativo; aquel era el domicilio que tenía en el legajo de trabajo. Al descubrir que era Roberto, hicieron subir a su departamento a "Licha" y se lo llevaron.
Momentos después llegó el suegro de Roberto, Quito, y les dijo que también habían secuestrado a Gladys. La familia comenzó con el paradero de los dos. Querían presentar un habeas corpus pero les faltaba el número de documento de Gladys. Quito, quien también trabajaba en YPF, pensó en obtenerlo del legajo de trabajo de Roberto y fue a solicitarlo; le informaron que el legajo había sido retirado.
Días después apareció Gladys. La habían torturado y traía consigo la funda de plástico del documento de Roberto. Contó que en el lugar en el que permaneció secuestrada se escuchaban pajaritos y ruido de trenes.
Meses después, el 23 de febrero de 1977 secuestraron a su otra hermana, Elena, embarazada de cinco meses. En el mismo operativo secuestraron a cinco personas más: Héctor Carlos Baratti -esposo de Elena y trabajador de Propulsora-, Roberto Eduardo Bonín -del Astillero Río Santiago-, los hermanos Simón Pedro -también del Astillero- y Norma Estela Campano -odontóloga y trabajadora del Ministerio de Salud- y Humberto Luis Fraccarolli -ayudante de una cátedra de la carrera de Psicología y trabajador del Ministerio de Economía-. Todos fueron llevados a la Comisaría 5ta de La Plata.
Tiempo después, una persona que no se identificó llamó al teléfono de una vecina de los de la Cuadra para darles un mensaje de Elena; decía que continuaba embarazada y que su marido y su hermano estaban bien. Después de ese mensaje no tuvieron más noticias sobre Roberto.
Años después supieron que Baratti, Bonín y Fraccarolli fueron trasladados juntos a distintos Centros Clandestinos de Detención. Supieron a través de Liliana Barone que entre mayo y julio de 1978 Baratti se encontraba secuestrado en el Batallón de Infantería de Marina 3; Liliana había sido secuestrada cuando fueron a buscar a su hermano, Gerardo Adolfo Barone. Héctor fue asesinado en un vuelo de la muerte el 6 de diciembre de 1978. Sus restos fueron encontrados con los de otras personas que habían permanecido secuestradas en "El Olimpo"; fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Estela se refirió al interés que la Fuerza de Tareas 5 tuvo en perseguir a los trabajadores de la línea 520 y la  caracterizaban al frente de las luchas que llevaban adelante con otras líneas de micro. Pudo comprobar el seguimiento que hicieron en el año 1975 y 1976 sobre las movilizaciones y su hermano a partir de los documentos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA). En ellos encontró que le adjudicaban erróneamente militancia en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y el peronismo revolucionario; Roberto militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). También encontró que decían que en su domicilio funcionaba una célula. Roberto se reunía en su casa con compañeros de militancia, Daniel San Pedro, Arcángel "Cacho" Herrera -del Swift-, Eduardo Herrera y José Changazzo, todos secuestrados en distintos momentos.
Descubrió además que el Grupo de Tareas 2 envió un informe de inteligencia sobre las líneas de colectivo diciendo que lo había recibido de parte de la Prefectura Naval.
Su hermano además había sido señalado por el sindicato al que pertenecía, el Sindicato Único de Petroleros del Estado (SUPE) Ensenada. A fines de 1975 el Secretario Adjunto convocó a una reunión a la administración de YPF y a los militares; por YPF asistió Bacigalupi, encargado de seguridad de la Destilería La Plata. El Secretario Adjunto les entregó una lista de trabajadores "revoltosos". Estela consideró que aquel actuó como si fuera personal civil de Inteligencia.
También recordó que el legajo de su hermano fue sacado de YPF y que, según las constancias obrantes en él, se siguió la misma metodología que en otros casos, una especie de protocolo. Hicieron constar que Roberto abandonó su trabajo y detallaron en una cuenta los artículos que debía a la empresa: botines, mameluco. Recordó las similitudes que existen con el legajo de Alberto Agapito Ledo, a quien el ex jefe del Ejército, César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani, hizo aparecer como desertor.
Recordó a otro compañero de su hermano de la línea 520, Daniel Alfredo Inama, desaparecido. Su madre, Lucila Ahumada, Madre y Abuela de Plaza de Mayo, murió ahogada en la inundación de abril de 2013 en la ciudad de La Plata sin haber encontrado a su hijo ni a su nieta o nieto. Estela se mostró indignada al recordar que a las víctimas de aquella inundación les impidieron acercarse al acto que el gobernador y otras personalidades en campaña estaban realizando frente a la Comisaría 5ta de La Plata. Consideró que fue una buena actitud del tribunal solicitar la desafectación de las instalaciones para crear allí un sitio de memoria pero, dijo, fue una actitud que terminó siendo ofensiva y afirmó que no puede tolerarse que un campo de concentración sea pintado "de naranja", los colores de campaña del gobernador Daniel Scioli. El público aplaudió efusivamente sus palabras.
Pidió que se desclasifiquen los archivos de inteligencia de la Armada y de la Prefectura Naval, que se investigue el rol de la burocracia sindical en la desaparición de obreros y la complicidad de los vicarios castrenses -empleados del Estado- con la represión, circunstancias que surgen de múltiples declaraciones del Juicio por la Verdad.
Recordó además que su esposo, Gustavo Ernesto Fraire, y otros compañeros de militancia como Ricardo Alfredo Moya o Rodolfo Alberto Crespo estudiaron en el Liceo Naval, pero eligieron no formar parte de las fuerzas represivas, de la Fuerza de Tareas 5.
También recordó a su mamá, "Licha"; su última actividad antes de morir fue reclamar por la aparición de Jorge Julio López, de cuya segunda desaparición se cumplen nueve años el próximo viernes 18 de septiembre.
Por la privación ilegítima de la libertad de Roberto José sólo está imputado Jorge Alberto Errecaborde.

Declaración de Elda Nilia Abarzúa
Finalmente, fue el turno de Elda Nilia Abarzúa, hermana de Oscar Rubén Abarzúa.
Su hermano vivía en Neuquén y era delegado ante el Sindicato Único de Petroleros del Estado (SUPE); tenía tres hijas y un hijo chiquitos y se había separado de su mujer. Entonces vino a Buenos Aires para que su familia le ayudara en el cuidado de sus hijos mientras trabajaba. Recordó que era muy organizado y que siempre buscaba lo mejor para los que lo rodeaban.
Comenzó a trabajar en la Destilería La Plata de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). El 14 de diciembre de 1976 Oscar salió de trabajar y no regresó a su casa. Pensaron que tal vez se habría ido a un terreno en Florencio Varela, en donde estaba construyendo su casa. Pasados dos días comenzaron a averiguar qué le había sucedido.
La primera noticia sobre él la tuvieron a través de otra hermana que trabajaba en la Sede Central de YPF. Recibió allí un llamado anónimo en el que le informaron que Oscar había salido de YPF para tomar el tren en dirección a La Plata y mientras lo estaba esperando lo secuestraron. Además le hizo tomar nota del plano del lugar y de cómo lo llevaron. Esa persona había estado con Oscar en el momento del secuestro.
El 18 de diciembre llegó su otro hermano, Rodolfo, de Ushuaia. Le contaron que Oscar estaba desaparecido y fue a preguntar a YPF; allí le dijeron que se lo habían llevado los de la marina. Fue entonces a la Base Naval, en donde fue atendido en la entrada, sin hacerlo pasar; se negaron a darle cualquier información. Además habló con Juan Carlos Crespi, quien le dijo que se dejara "de joder", que iban a terminar en el fondo del mar, que ellos de eso no se ocupaban. Después de las averiguaciones por su hermano, Rodolfo fue despedido.
Por su parte, Elda también trabajaba en YPF, en la Sede Central. Fue secuestrada y permaneció tres o cuatro días desaparecida. No pudo hacer comentarios sobre lo que le sucedió, pero aseguró que podría y querría hacerlo en otra oportunidad. Dijo que estuvo internada y que se refugió en la ayuda del psiquiatra. Expresó que han pasado cuarenta años de cosas escondidas, guardadas y que lo mejor que puede pasar es que ahora salgan a la luz.
Los delitos cometidos en perjuicio de Oscar y Elda no son investigados en este juicio.
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En la audiencia anterior habían anunciado la declaración de Rodolfo Abarzúa; se leyó un certificado en el que expresaba que no se presentaba a declarar por razones personales. Queda pendiente ver si podrá hacerlo más adelante.
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La próxima audiencia fue convocada para el lunes 21 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Dionisio Puz, Mirta Samallano, Juan Alberto Magliaro, Erminia Galván, Fernando Galván, Miguel Revoledo y Luis Alfredo Mendoza.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Próxima audiencia

La próxima audiencia fue convocada para el lunes 21 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Dionisio Puz, Mirta Samallano, Juan Alberto Magliaro, Erminia Galván, Fernando Galván, Miguel Revoledo y Luis Alfredo Mendoza.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Audiencia 8

En la jornada del lunes 31 de agosto de 2015 se escucharon cinco declaraciones.
Declaración de Roberto Ángel Almada
En primer lugar declaró Roberto Ángel Almada, quien permaneció secuestrado en el invierno de 1977.
Relató que de joven estudió en una escuela industrial. En 1964 ingresó a trabajar en el Frigorífico Armour de Berisso. Tres años después sumó otro trabajo: ingresó en el Frigorífico Swift. En 1970 cerró el Armour y fue suspendido en el Swift; las exportaciones habían bajado. Entonces trabajó unos ocho meses en el Astillero Río Santiago y luego volvió al Swift y, más adelante, en 1975, trabajó simultáneamente por un año en la Destilería de YPF en Ensenada.
Roberto vivía en Berisso, cerca de la Plaza Almafuerte. Estaba casado y tenía dos hijos. En 1974 fue elegido Subdelegado de Mantenimiento en el Swift. En esa época en el frigorífico eran unos setecientos compañeros de todos los oficios: caldereros, carpinteros, soldadores, mecánicos, albañiles, pintores, fresadores.
En 1975 hubo elecciones gremiales. El Secretario General en aquella época era Héctor J. Guana. Se hizo una reunión de delegados porque se reformaría el estatuto y Roberto asistió; estaba entre los que no querían que se llevara adelante la reforma. Como era subdelegado no le dieron la palabra; el mismo Guana le dijo que no tenía ni voz ni voto. Desde entonces se sucedieron los enfrentamientos con aquel. Ese mismo año, más adelante, al jubilarse el delegado de su sección, Roberto pasó a ocupar ese cargo.
Normalmente en el Swift había dos delegados a la mañana, uno a la noche y él por la tarde. Después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue el único delegado que continuaba presentándose. Debía hacer los pedidos que le comunicaban sus compañeros: ropa, comida para aquellos que trabajaban más de nueve horas, bonificaciones salariales por categoría.
También a partir del golpe cambiaron los directivos del frigorífico. Personal militar se hizo cargo de los talleres, del personal, a pesar de que no contaban con el conocimiento más elemental sobre las tareas que se realizaban en aquella industria, y desplazaron a los empleados que contaban con la experiencia adecuada.
En aquella época Roberto tenía 32 años y comenzó a dar clases en la Escuela Industrial de Berisso por las mañanas. Mientras tanto en el frigorífico echaban gente, iban avanzando sobre los derechos de los trabajadores y Roberto confrontaba frecuentemente con sus nuevos jefes.
El frigorífico era muy grande y para realizar algunas reparaciones formaban equipos de trabajo. Un día de julio o agosto de 1977 había que soldar una chapa en un sector en el que caían los animales después de ser dormidos. Formaron un equipo Juan Córdoba -soldador eléctrico-, Eduardo Cruz -oxiginista-, Roberto como oficial especializado y Raúl Pastor como ayudante, quien por la mañana trabajaba en el Astillero Río Santiago. Después de terminar la reparación no pudieron verificar que todo estuviera en orden, así que regresaron al taller y luego terminaron su jornada.
Al día siguiente, un día frío, se encontraron con la noticia de que eran acusados por sabotaje. Él y Cruz trabajaron ese día en la cámara fría y al terminar fueron al sindicato a hablar con el Secretario General. Este le dijo a Roberto que no podía hacer nada y que lo mejor que podía hacer era irse porque estaba desapareciendo mucha gente.
Entonces fue a ver a su padre y le contó lo sucedido; después de un rato su papá lo llevó en auto a su casa. Al llegar supo que habían ido a buscarlo. Un grupo de hombres armados había irrumpido en su hogar, mientras estaba su esposa y sus dos hijos de 9 y 5 años. Aquellos hombres se movilizaban en tres vehículos y revolvieron todo. Dijeron que Roberto debía presentarse lo antes posible.
Antes de ir a buscarlo a él habían secuestrado a Cruz con su mujer, sus dos hijos y un matrimonio vecino.
Roberto fue con su padre a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada. Allí, después de despedir a su papá de mala manera, lo encapucharon y esposaron. Lo llevaron a una celda y lo golpearon en todo el cuerpo. Lo insultaban y decían que él era el jefe de sabotaje.
Luego lo llevaron ante el hombre que había ordenado que lo "ablandaran", quien le dijo "Firmá acá porque sabemos que sos el jefe de los que hacen sabotaje. Firmá porque va a ser mejor". Roberto lo negaba; le siguieron pegando, instándolo a que firmara una falsa confesión. No lo hizo. Lo llevaron entonces a un lugar en el que permaneció solo; sintió que había barrotes.  Roberto no sabe cuánto tiempo pasó allí; según sus compañeros estuvo tres días secuestrado.
Supo después que allí también estaban Cruz y Pastor; ellos también eran interrogados y les decían que Roberto había confesado y firmado una declaración sobre el sabotaje. Quien se ocupaba de interrogarlos a todos era un oficial, oriundo de Entre Ríos, de apellido Pastor.
Roberto fue llevado ante aquel nuevamente y le pareció que estaba siendo grabada su voz. Pastor lo amenazó diciéndole que no existiría una segunda vez y, después de llevarlo a otro sector, le sacaron las esposas y la capucha. Le hicieron firmar un libro grande y lo dejaron en libertad. Quien le hizo firmar aquel libro era el Suboficial Amaya, quien trabajaba de sereno por las tardes en el Swift.
Desde la sede de la Prefectura fue corriendo hasta su casa a reencontrarse con su esposa, sus hijos y su padre. Al día siguiente fueron a ver al Secretario General del Sindicato de la Carne y lo increparon. Este les dijo nuevamente que no pudo hacer nada y le ofreció hacer gestiones para que fuera indemnizado. Pero Roberto no quería dejar de trabajar.
A partir de entonces le hicieron la vida imposible. Transcurrió un tiempo y se separó de su esposa. Recibía amenazas permanentemente en el banco de trabajo en donde tenía sus herramientas, en el vestuario; le dejaban papeles en los que amenazaban con hacer desaparecer a su familia.
Un compañero de trabajo con el que tenía una relación muy cercana, Alfredo, le comentó que el Dr. López Akimenco, Gerente de Relaciones Laborales del Swift y pariente de Alfredo, le había dicho que "a Almada en cualquier momento lo limpian". Roberto fue a hablar y el Gerente le dijo que estaba molestando a la empresa, que lo mejor que podía hacer era irse, que sabían todo sobre él y que su familia corría peligro. Roberto renunció.
Tiempo después aún seguía siendo controlado; un vecino de Prefectura parecía vigilarlo y en la escuela, en la que seguía trabajando, también se sentía espiado.
Los delitos cometidos en perjuicio de Roberto no son investigados en este juicio.

Declaración de María Celeste Balbuena
A continuación se escuchó la declaración de María Celeste Balbuena, hija de Raúl Alberto Balbuena y Norma Raquel Raggio.
Relató que sus padres realizaban trabajos sociales con niños, tareas de capacitación en villas. Su papá, además, trabajaba en el Mercado Regional. Vivían en La Plata y por la persecución que sufrían tuvieron que irse.
El 28 de octubre de 1976 fueron secuestrados en la localidad de Cacharí, Partido de Azul. Estaban en una rueda de amigos jugando a las cartas, cuando llegó un grupo de hombres con armas largas. María Celeste tenía 1 año y medio y su mamá estaba embarazada de 8 meses.
Años después su familia le contó lo que había sucedido esa noche. No dejaron que su padre se despidiera de la familia; sólo alcanzó a pedirle a su hermano Carlos que cuidara a su hija. Después lo encapucharon, también a su mamá, y se los llevaron.
Pasaron los años y su abuelo y su tío hicieron la denuncia ante la CONADEP. Por comentarios supieron que Norma estuvo en la Comisaría de Azul y que luego fue trasladada a La Plata y a Ensenada. También que un cliente de su tío había permanecido secuestrado con Norma.
María Celeste se quedó con su tío Carlos, hermano de su papá, en Cacharí y se contactó con su familia materna hace pocos años. Se encontró con un hermano de su mamá y conoció a sus primos en Tolosa. Fue al Equipo de Argentino de Antropología Forense (EAAF) y dejó su sangre para la posible identificación de los restos de sus padres; también concurrió al Banco Nacional de Datos Genéticos para que el hermano o hermana que busca sea encontrado algún día. Tiene la esperanza de que eso sucederá. Sus padres son pequeños héroes para ella, quisieron lo mejor para su país y, expresó, fue una lástima que hayan arrasado con una juventud tan linda y que las familias hayan quedado destruidas.

Declaración de Hugo Horacio Balbuena
En tercer lugar declaró Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl Alberto Balbuena.
Ellos eran siete hermanos y su papá era albañil. Él comenzó a ayudar a su padre y luego a trabajar en el Mercado Regional de La Plata como sus hermanos Raúl Alberto -Rulo- y Pedro.
Raúl tenía un puesto en el mercado y vivía con Norma Raggio en Tolosa, en la calle 18 y 523. Militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y se juntaba con los chicos del barrio con los que hacían distintas actividades como kermeses, paseos. Se había creado un grupo muy unido de niños en un barrio muy pobre.
Hugo, a quien apodaban Globulito, estaba entrando en la adolescencia y su hermano no lo dejaba participar en las reuniones políticas; era una época complicada. Personas allegadas a Raúl fueron asesinadas o secuestradas. Recordó que Malena Romero vivía a la vuelta de su casa, en la calle 525 entre 116 y 117; tenía un hijo llamado Angelito y su padre era jubilado de la Caballería. Estaba casada con un muchacho de apellido Pérego y fue asesinada. La cuñada de Malena, Rosa Pérego, tuvo noticias de que su marido había sido asesinado en el Bosque en La Plata y que un vecino había participado en ese hecho.
Hugo recordó que su hermano Raúl sabía que eran perseguidos pero, según le dijo, no podía dejar su militancia. Hugo tenía entonces 14 años. Su hermano Raúl decidió con Norma irse de Tolosa y lo hicieron a fines de septiembre, cuando ella cumplía años. Se fueron a Cacharí, en donde vivía otro hermano, Carlos. Allí se acomodaron en una casa y el 28 de octubre de 1976 por la noche, mientras jugaban al truco y unos amigos ensayaban unas canciones, mientras Norma leía el diario en el dormitorio, un grupo de hombres de civil, barbudos, secuestraron a Raúl y a Norma. Estaba su sobrina, María Celeste, que era chiquita, su cuñada Dora y sus dos hijas, Elsa y Luisa, y su hermano Carlos.
Mientras, en su casa estaba viviendo un muchacho de Córdoba a quien llamaban "Tito". Era muy culto, hijo de un militar; estaba casado con una cordobesa y tenía un hijo pequeño. Aquella misma noche lo asesinaron. Había estado hablando con Hugo hasta pasada la medianoche; "Tito" estaba preocupado, deprimido. Cerca de las 4 de la mañana tiraron abajo la puerta y después de un intenso tiroteo lo mataron.
Antes habían atacado y secuestrado a un grupo de militantes que vivía a la vuelta de su casa; en esa oportunidad mataron a un tal "Lobo"; antes había desaparecido Busto.
Tiempo después un cafetero del Mercado, Carlitos Núñez, les trajo noticias de Norma. Le contó que habían estado secuestrados en el Batallón de Infantería de Marina 3 y que Norma le había dicho que su cuñado era "Globulito". Pensaron en ir a pedir por Raúl y por Norma a Antonio José Plaza, arzobispo de La Plata, pero sus padres temían. Más adelante supieron que Plaza no ayudaba a las familias a encontrar a sus seres queridos.
Hugo recordó que su mamá nunca se recuperó; siempre esperó que Raúl regresara, como él, que lo espera aunque sepa que está muerto. Su hermano y Norma lucharon por el pueblo y los mataron por un ideal.
En este juicio no se investigan los delitos cometidos en perjuicio de Raúl Alberto Balbuena ni la apropiación del hijo o hija de Raúl y Norma. Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Norma están imputados Jorge Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Carlos Daniel Núñez
Luego declaró Carlos Daniel Núñez, quien permaneció secuestrado en octubre de 1976.
Recordó que en el año 1976 tenía 17 años y trabajaba en el Mercado Regional de La Plata por la noche. Su hermana, María Rosa Núñez, y su cuñado, Juan Carlos Rodríguez, militaban en la Juventud Peronista (JP); enseñaban a leer, a escribir y estaban siendo perseguidos.
El 16 de octubre de 1976 por la tarde Carlos estaba solo en su casa de la calle 138 entre 41 y 42 de San Carlos, La Plata, durmiendo, cuando un grupo de militares irrumpió buscando a su hermana María Rosa; tenían una foto de ella. Lo ataron con una sábana, le vendaron los ojos y lo trasladaron en el piso de un auto que, según los vecinos, era un Renault Torino.
Hicieron un recorrido corto; al llegar abrieron un portón. Carlos cree que se trataba de la Comisaría 1ra de La Plata, ubicada en calle 53 entre 9 y 10 de La Plata. Allí permaneció un día y, según dijo, el lugar era pequeño.
Al día siguiente lo trasladaron también en auto a otro sitio cercano, un lugar en el que había soldados, el Batallón de Infantería de Marina 3.
Escuchaba campanas y el paso de un tren; por la noche también se escuchaban tiros. Allí lo alojaron con otras cuatro personas: Norma Raquel Raggio, embarazada de ocho meses, quien le contó que la trajeron desde Azul con su marido, pero que él no estaba allí. Ambos militaban en el Movimiento Peronista. Le contó también que tenía familia en La Plata y que sus cuñados Hugo y Pedro trabajan en el Mercado Regional. Carlos los conocía de vender café. Norma tenía muchos dolores, en cualquier momento iba a dar a luz.
También estaba allí un muchacho del que no supo el nombre; prácticamente no hablaba. El único dato que tenía es que era abogado. Las otras dos personas eran Diego Arturo Salas y Elisa Noemí Triana. Carlos recordó que ambos los contenían cuando lloraban; parecía que tenían más experiencia y les daban esperanzas, aunque sabían que ellos no iban a volver a ver a sus dos hijos. Por eso le pidieron a Carlos que cuando saliera se contactara con sus familias.
Los cinco permanecían tirados, atados y con los ojos vendados, alojados en un cuarto de material con una puerta de hierro. No se quedaba nadie con ellos y por eso podían hablar. Por la noche les sacaban las cadenas con las que permanecían atados. Les daban de comer, pero Carlos no podía probar bocado. Para ir al baño eran llevados por el personal que, según pudo deducir por la voz, se trataba de soldados jóvenes. El muchacho, Diego, Elisa y él fueron torturados, pero Norma no.
En dos oportunidades -excepto Norma- fueron trasladados a un lugar distante de allí unos treinta minutos en auto, tal vez Arana. Allí se escuchaban gritos desgarradores de hombres y mujeres. Allí fueron interrogados bajo tortura. A él, en una silla giratoria, pasándole electricidad por el cuerpo, le preguntaban por su hermana y su cuñado.
En el BIM 3 permaneció unos cinco días y, en total, estuvo secuestrados doce días.
Una noche dijeron su nombre. Le sacaron las cadenas y tres hombres se lo llevaron en un auto. Le dijeron que lo iban a liberar. En el BIM 3 quedaron sus cuatro compañeros de cautiverio. Lo dejaron por la madrugada en las cercanías del Hospital Italiano de La Plata. Lo desataron y le dijeron que se sacara la venda cuando no escuchara más el ruido del motor; Carlos pensó que lo iban a matar. Después de un rato hizo lo que le habían indicado y se dirigió a una estación de servicio. Estaba todo lastimado y había perdido 12 kg.
Poco después de ser liberado fue a la casa de la familia Triana y luego a la de la familia Balbuena para darles noticias de que había permanecido secuestrado con Diego, Elisa y Norma.
La familia de Carlos fue muy castigada. Su mamá lo buscó por todas partes y no le daban información. Sus otros dos hermanos, Alejandro y José Enrique, fueron secuestrados después que él. José Enrique declaró el 5 de marzo de 2014 en el juicio que se llevó adelante por delitos cometidos en La Cacha. Su casa fue invadida por los militares. Su hermana María Rosa fue asesinada en abril de 1977. Su mamá se dirigió al BIM 3 para recuperar a su nieto de 3 meses, Gonzalo. En esa época Carlos estaba haciendo el Servicio Militar Obligatorio. Su mamá le escribía y le contaba las gestiones que llevaba adelante. Le contó que fue durante diez días seguidos al BIM 3 para recuperar a su nieto. Un día un auto que ingresaba al Batallón se detuvo y un hombre le dijo que recuperaría a su nieto; un rato después le dieron el nombre y apellido del comisario que estaba a cargo de la Comisaría 8va de La Plata y le dijeron que se dirigiera allí para reclamar por su nieto.
Al llegar el comisario le dijo que se lo entregaría y que, si no lo hubiera reclamado, se lo hubiera quedado. Luego el niño fue entregado en la Casa Cuna de La Plata.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Carlos están imputados Jorge Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Ricardo José Reynoso
Finalmente, fue el turno de Ricardo José Reynoso, quien permaneció secuestrado entre abril de 1976 y 1982.
Relató que había ingresado a trabajar en el Frigorífico Swift en octubre de 1975. Su turno comenzaba después del mediodía y normalmente hacía muchas horas extras; incluso a veces dormía en el comedor. Vivía con una joven y su hijo de 3 años. Le gustaba salir, ir a bailar.
En el frigorífico lo habían apodado "Tarzán" y no tenía actividad gremial, pero estaba en contra de la conducción de Héctor J. Guana. Recordó que en una oportunidad pararon la grasería por tres días reclamando una reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas. También que realizaban algunas reuniones en la terraza del Swift, participando en ellas compañeros del Partido Peronista Auténtico, Montoneros, Partido Comunista Revolucionario (PCR) y otros independientes como él.
Después del golpe de Estado en marzo de 1976 el frigorífico siguió como siempre, pero más vigilado. Él tenía 26 años. En esa época estuvo ausente un tiempo por enfermedad y cuando se reincorporó un compañero le dijo que se fuera, que lo estaban buscando. Pero Ricardo no quiso dejar a su pareja.
El 22 de abril de 1976 por la madrugada lo secuestraron de la calle 57 y 133 en Los Hornos. Vio venir una camioneta con cuatro o cinco marinos y un auto atrás. Al llegar le preguntaron el nombre y luego lo encapucharon, le ataron las manos en la espalda y lo apuntaron con un fusil en la nuca.
Lo llevaron por un camino que fue reconociendo poco a poco, al ir pasando las vías que se encontraban fuera de La Plata en dirección a Berisso. Se dio cuenta de que lo llevaban a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo tiraron al suelo, lo patearon e insultaron. Le preguntaban si sabía en dónde estaba; al responderles afirmativamente se enseñaban aún más. Ricardo tenía mucho miedo; escuchaba torturas detrás de un puerta.
Allí estaban con él Etchepare, otro compañero al que llamaban "Buscanido" y no sabe si estaba allí el Roberto "El Negro" Páez, subdelegado de Mecánica del Swift, o Pérez, que trabajaba en el Astillero Río Santiago.
Lo interrogaron por gente conocida del Swift, torturándolo con el paso de electricidad por su cuerpo. En aquel lugar no permaneció ni un día. Cree que fue por la mañana cuando en un Ford Falcon lo trasladaron con otras cuatro personas haciendo el recorrido anterior en dirección a La Plata.
Los trasladaron a las dependencias que la Policía de la Provincia de Buenos Aires tiene en la calle 1 y 60 de La Plata. Dijo que la marina los depositó allí a ellos y muchos otros.
Allí vio y vivió cosas terribles. Entre las personas con las que permaneció secuestrado recordó al secretario de taxistas, a un muchacho que tenía la cabeza hinchada por la tortura, a Vladimiro Jorge "El Ruso" Klimaseski -que tenía sarnilla-. Dijo que también había mujeres secuestradas y que muchas de ellas fueron vejadas.
En aquel lugar les daban apenas de comer; un hombre grandote, borracho, les llevaba los restos de comida que tiraban en la basura. No los llevaban al baño para hacer sus necesidades ni para higienizarse. Las vendas que les tapaban los ojos estaban hechas con frazada; todos padecían conjuntivitis y una mujer policía les ponía colirio.
En aquel lugar permaneció tres meses. Luego fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde estuvo cinco años y cuatro meses. Al llegar su piel estaba completamente afectada por las condiciones en las que había permanecido sin poder higienizarse.
Había sido trasladado con Kiril Chakaroff Nicolof, Vladimiro Jorge Klimaseski, Pedro Niselsky, Roberto Páez, Pérez y otros trabajadores de Propulsora Siderúrgica.
Los primeros meses estuvieron bien pero, con el cambio de autoridades en la cárcel, comenzó un calvario para todos. Pudo reconocer que personal de aquella cárcel que se desempeñaba en la Sección Tratamiento era la que realizaba tareas de seguridad en el Frigorífico.
Por medio del Decreto Secreto nro. 571 / 1976 del 26 de mayo de 1976 se dispuso su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210635)
Por medio del Decreto Secreto 1391 / 1980 del 14 de julio de 1980 se denegó el pedido de salida del país.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=22A7B3FBFBFDE9B14E96AEC8C305743C?id=213279)
Por medio del Decreto Secreto nro. 1821 / 1981 del 30 de octubre de 1981 se modificó la forma de arresto -libertad vigilada por la Policía Federal en la Capital Federal-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214508)
También por medio del Decreto Secreto nro. 2016 / 1981 del 20 de noviembre de 1981 -libertad vigilada por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214231)
Y nuevamente por medio del Decreto Secreto nro. 26 / 1982 del 7 de enero de 1982 -libertad vigilada por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso y La Plata-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214374)
Por medio del Decreto Secreto nro. 1064 / 1982 del 31 de mayo de 1982 quedó sin efecto su detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214620)
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Ricardo están imputados Eduardo Antonio Meza y Luis Rocca.
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Por último, el tribunal informó la resolución que tomó sobre la petición de la defensa de Antonio Vañek para que fuera apartado del juicio.
Explicaron que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de Capital Federal -en la causa "Plan Cóndor"- rechazó dos veces un pedido similar. Por su parte, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de la misma jurisdicción -en la causa ESMA- solicitó pericias médicas y aún no se pronunció sobre el mismo pedido. Aquí, el tribunal integrado por los jueces César Álvarez, Germán Castelli y Carlos Rozanski indicaron que es innecesario convocar a una junta médica, tal como lo solicitaron los representantes del Ministerio Pública Fiscal Juan Nogueira y Hernán Schapiro. Sostuvieron que los peritajes efectuados son contundentes y que pudieron comprobar las capacidades del imputado al tomarle declaración indagatoria al iniciarse este proceso. Por todo ello no hicieron lugar al pedido de apartamiento y Vañek continuará siendo juzgado por la privación ilegítima de la libertad de Mario Horacio Revoledo.
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La próxima audiencia fue convocada para el lunes 14 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Ángel Oscar Revoledo, Adolfo Oscar Lanau, Diego Revoledo, Alicia Susana Bordoni, Estela de la Cuadra, Elda Nelly Albazúa y Rodolfo Albazúa.