En la jornada del
lunes 24 de agosto de 2015 se escucharon siete declaraciones.
Declaración de Elsa
Noemí Gómez
En primer lugar
declaró Elsa Noemí Gómez, esposa de Ricardo Alberto Nuez.
Refirió que Ricardo
había militado desde los 14 años en la Juventud Comunista
y luego en el Partido Comunista (PC), el Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Ricardo vivía en
Ensenada con su mujer y su hija y trabajaba en Astillero Río Santiago. Tenía
muy en cuenta lo que había sucedido con otros trabajadores y compañeros que
habían sido secuestrados y asesinados, como Juan Carlos Scafide. Jorge Omar Astudillo,
muy cercano a él, había sido secuestrado el 2 de julio de 1976. Ricardo, aún
sabiendo que era perseguido, no quería esconderse, no quería dejar solas a su
mujer e hija y al hablar con Elsa sobre el tema le decía que si era
secuestrado, lo fuera a buscar por los caminos de Punta Lara, en donde tantas
veces se habían encontrado los cuerpos de personas asesinadas.
En la madrugada del
sábado 31 de julio de 1976 escucharon golpes en la ventana. Elsa se levantó y
abrió la puerta. Se encontró con unas quince o veinte personas, todas de civil
y armadas; quien parecía estar a cargo del operativo era un hombre mayor,
grandote, que cubría su rostro con un pasamontañas. La llevaron a la cocina, en
donde un muchacho alto, flaco, rubio, le hacía preguntas sobre sus actividades.
Su marido había
permanecido en el dormitorio. Lo hicieron vestir y se lo llevaron tapado con
una frazada. Además revolvieron toda la casa y se llevaron una máquina de
escribir rota. Más adelante supo por los vecinos que había varios automóviles
Ford Falcon.
Después del
secuestro de Ricardo, Elsa fue a la Comisaría de Ensenada para denunciar lo que había
sucedido. La entretuvieron allí unas tres o cuatro horas, hasta que finalmente
le tomaron declaración y la dejaron ir a su casa.
El lunes siguiente
fue al Astillero para informarles lo que había pasado con su marido. La
recibieron, tomaron nota, le dijeron que cobraría el sueldo y el aguinaldo;
quince días después recibió el telegrama de despido por abandono de tareas.
Elsa continuó
haciendo trámites para encontrar a Ricardo, lo buscaba por todas partes. Iba
con su auto a buscarlo por el camino que une Punta Lara con Villa Elsa, una
zona que luego fue cerrada por los militares. En una oportunidad vio que en el
piso superior de la
Comisaría de Punta Lara había soldados, quienes se mantenían
apuntando con armas largas hacía el interior del lugar. Elsa recordó que
Paladino, vecino suyo, estaba a cargo de aquella dependencia.
También dijo que
una mañana, cuando salía a trabajar meses después del secuestro de su marido,
vio al mismo grupo que había estado en su casa recorriendo Ensenada.
En septiembre de
aquel año también vio cuando lo secuestraron a Juan Carlos Blasetti, otro
trabajador del Astillero. Los siguió con el auto hasta que los perdió, pero vio
que se dirigían hacia el puerto. Luego acompañó a la mujer de Blasetti a la Comisaría para realizar
la denuncia. En abril de 1977 vio que los mismos hombres que secuestraron a su
marido hacían lo mismo con Mario Oscar Gallego.
Mencionó además que
un año después del secuestro de Ricardo hubo un operativo en su lugar de
trabajo. Identificaron a todos los trabajadores y cuando llegó su turno, entre
las preguntas que le hacían, Elsa se
refirió al secuestro de su esposo. Un sargento del Regimiento 7 de apellido
Moreno le dijo que él tenía acceso a "las listas" y que se fijaría si
Ricardo aún estaba en ellas. Le dijo además que pasado el año depuraban las
listas y sacaban a la gente que "ya no vivía". Le pidió que lo fuera
a ver una semana más tarde al Regimiento 7. Elsa lo hizo así y aquel Sargento
Moreno le dijo que Ricardo no estaba más en las listas.
Elsa nunca supo en
dónde permaneció secuestrado su marido; hoy se encuentra desaparecido.
Declaración de
Tania Anahí Nuez
A continuación se
escuchó la declaración de Tania Anahí Nuez, hija de Ricardo Alberto Nuez y Elsa
Noemí Gómez.
Expresó que fue
difícil reconstruir la vida de su padre y su identidad, construir un padre con
datos y fotos porque le negaron el derecho a conocerlo. Dijo también que es
difícil dar respuestas cuando el Estado es el que aún tiene que darlas.
Su padre, Ricardo
Alberto Nuez, tenía dos hermanos, estudió en Ensenada y entró en la Escuela Técnica
del Astillero Río Santiago en 1959 con 14 años como aprendiz. Militó en la Juventud Comunista
y luego en el Partido Comunista (PC).
En 1963 allanaron
el lugar en el que vivía buscando material del PC; también allanaron la casa de
sus abuelos paternos. Todo esto quedó registrado en el archivo de la Dirección de
Inteligencia de la Policía
de la Provincia
de Buenos Aires (DIPPBA).
Tania reseñó
también distintos reclamos laborales en la historia del Astillero desde 1962 y
la represión con la que se respondió en cada oportunidad con la intervención de
la Policía de
la Provincia
de Buenos Aires actuando en conjunto con el personal de la Armada , quienes además
contaban con un destacamento dentro del Astillero.
En 1969 se casaron
sus padres y se fueron a vivir a Villa Regina, en la Provincia de Río Negro.
Allí Ricardo trabajó en una fábrica que construía maquinaria agrícola. Con unos
compañeros lograron instalar en esa localidad una Seccional de la Unión Obrera
Metalúrgica (UOM). Ricardo militaba en el Partido Socialista de los
Trabajadores (PST) y se postuló para diputado por ese partido. Fue elegido delegado
en su lugar de trabajo y por ese motivo lo despidieron en 1973.
Volvió con su
mujer, Elsa, a Ensenada; allí alquilaron una casa y trabajó manejando un remís
hasta que en 1975 reingresó al Astillero, en el Taller de Cobrería, Sección de
Chapa Fina, como Oficial Calderero.
Tania hizo un
repaso por los acontecimientos significativos de aquel año, como la formación
de la comisión paritaria y las discusiones en torno a la gestación del Convenio
Colectivo de Trabajo del sector. Su papá en esa época comenzó a militar en el
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
A medida que pasaba
el tiempo, el control y la represión contra los trabajadores recrudecía. En
marzo de 1976 su padre repartía volantes rechazando el golpe de Estado. Se
sucedieron los secuestros de trabajadores del Astillero. El 2 de julio de 1976
secuestraron a Jorge Omar Astudillo y Ángel Mario Pinedo, su cuñado; Jorge
nunca supo que iba a ser padre.
A fines de ese mes,
el 31 por la madrugada, secuestraron a Ricardo. Tania tenía entonces 3 meses de
edad y aquella noche la habían dejado en casa de una tía. Muchos años después
supo lo que pasó entonces por el relato de su madre, quien también vio cómo
secuestraban a Juan Carlos Blasetti, que vivía a la vuelta de la casa de sus
abuelos maternos, y cómo secuestraban a Mario Oscar Gallego.
Tania relató que le
costó mucho preguntar por lo sucedido con su padre y que por primera vez
preguntó por él a los 5 años. Recordó que durante muchos años tuvo miedo de
dormir sola y en su infancia imaginaba siempre que alguien entraría en su
habitación mientras dormía.
En el año 2007
entró en el Astillero, conoció la escuela en la que su padre estudió, los
talleres en donde trabajó, a sus compañeros y anécdotas sobre él. Dijo que si
algún día encontrara sus restos, cree que los llevaría al Astillero.
No tienen certezas
sobre lo que pasó con su padre después del secuestro; hasta el momento no hay
ningún testimonio que lo mencione en ningún Centro Clandestino de Detención.
Tania sabe que el
gremio, la Asociación
de Trabajadores del Estado (ATE), no hizo ninguna denuncia. En julio de 1976
quienes estaban al frente eran Juan Roberto Horvath, Secretario General de ATE
Nacional, y Juan Carlos Marín, Secretario General de ATE Ensenada. También se
preguntó quiénes son esas quince o veinte personas que lo secuestraron, cuándo
serán condenados.
Finalmente, Tania
dijo que milita en HIJOS La
Plata y que consideran una premisa básica para todo organismo
de Derechos Humanos mantenerse independiente de todos los gobiernos. Siguen
reclamando por la recuperación de los hijos apropiados, solicitando la apertura
de los archivos de la dictadura, en contra de la banalización de los Centros
Clandestinos de Detención, pidiendo que se sigan investigando hasta que se
completen todos los juicios y que mientras tanto se mantengan intactos.
Denuncian la impunidad de ayer y de hoy, los casos de gatillo fácil, las
desapariciones, la vigencia del aparato represivo y ejemplificó con el ex jefe
del Ejército César Milani. Pidió juicio y castigo para todos los genocidas en
cárcel común, perpetua y efectiva, no sólo por su papá y por los cuarenta y dos
compañeros de Astillero, sino por los 30.000.
Por la privación
ilegítima de la libertad de Ricardo Alberto Nuez sólo está imputado Jorge
Alberto Errecaborde.
Declaración de
María Beatriz Horrac
En tercer lugar
declaró María Beatriz Horrac, quien permaneció secuestrada entre abril de 1976
y 1980.
Relató que en su
adolescencia estudió en el Liceo Víctor Mercante y asistió, desde los 12 o 13
años, a la Parroquia
Nuestra Señora de la Victoria en la ciudad de La Plata. Iba con sus
padres a misa y poco a poco fue participando en las distintas actividades para
jóvenes. Entre otras cosas llegó a dirigir un grupo femenino de scouts.
Luego, hasta fines
de 1975, militó en la
Unidad Básica de Villa Detri en Ensenada, en donde conoció a
Mario Oscar Gallego, con quien formó pareja. Mario había dejado ya de trabajar
en el Astillero Río Santiago.
En octubre de 1975
fue contratada por Techint para trabajar como Secretaria de Gerencia e
intérprete de ingenieros franceses en la planta de Propulsora Siderúrgica en
Ensenada.
Llegó el mes de
marzo de 1976 y con el golpe de Estado la seguridad en la planta cambió por
completo. A partir de entonces las Fuerzas Armadas tomaron el control sobre el
ingreso y la vigilancia. María Beatriz recordó que, al ingresar a trabajar cada
día, los nombres de los empleados eran verificados en listas; muchos no pasaban
ese control.
El 5 de abril de
1976 fue a trabajar como siempre. Llegó en colectivo, pasó la puerta de
ingreso, pasó el control de la entrada, fue por el caminito que llevaba hasta
el edificio en donde estaban las oficinas, subió la escalera y al llegar a su
lugar de trabajo un hombre vestido de civil le preguntó si ella era "la
señorita Beatriz". El hombre tenía en un bolsillo una foto de ella. María
Beatriz fue tomada por detrás por otras personas y le hicieron bajar la cabeza
mientras revolvían todo.
Era una oficina
vidriada y los demás empleados, los gerentes, observaban todo lo que sucedía;
recordó que el Ingeniero Zavalía fue a preguntar qué pasaba. La sacaron del
edificio sin dar explicaciones; la encapucharon, esposaron y la subieron en un
auto.
Hicieron un
recorrido corto que creyó reconocer; piensa que fue llevada al Batallón de
Infantería de Marina 3. El auto se detuvo, sintió el ruido de un portón y a los
hombres que la secuestraron pidiendo que abrieran.
La dejaron en un
lugar que tenía bancos de cemento. Allí había una mujer embarazada, quien se
quejaba por estar sentada en esa superficie fría; decía que le haría mal al
bebé. María Beatriz nunca supo su nombre.
Hacia la noche la
llevaron a otro lugar dentro del mismo predio. Allí reconoció por la voz a
María Adela Barraza, a quien conocía de la parroquia.
La llevaron también
a un lugar que se sentía como un patio por estar más fresco, en donde simularon
fusilarla y la amenazaban con matarla. Luego, en otro lugar, continuaron
torturándola e interrogándola sobre sus actividades en la Unidad Básica y en
la parroquia; especialmente le preguntaban por Susana Alicia Larrubia. Le
hicieron saber que la habían vigilado desde muchos años antes.
Al ser separada de
las otras personas secuestradas, en un salón aparte, un hombre habló con ella y
le dijo que contara cosas; conocía su historia en detalle.
Más adelante supo
que Gustavo Naser, otro compañero de la parroquia, había permanecido
secuestrado en ese mismo lugar; él fue liberado unos días después.
María Beatriz
recordó que era gente joven la que los vigilaba. Las personas secuestradas no
tenían privacidad al ser llevados al baño y, entre las características del
lugar, mencionó que escuchaba una sirena y percibía que se trataba de un lugar
cercano al río.
El 7 de abril de
1976 fue trasladada con María Adela Barraza a la Unidad Penitenciaria
nro. 8 de Olmos. Al ingresar las celadoras las lavaron con mangueras y les
echaron desinfectante. En aquella cárcel habían armado una celda improvisada
con colchones en el piso, a la que llegaban delegadas gremiales, trabajadoras
de Berisso y Ensenada; estaban hacinadas. Más adelante, viendo los trámites que
hicieron sus padres por su desaparición, tuvo noticia de que el 14 de mayo de
aquel año pasó a estar a disposición del Poder Ejecutivo. Recordó que su padre,
en el mes agosto de 1976, no lo sabía porque no les informaban nada
formalmente.
(Decreto Secreto
nro. 427 / 1976 de fecha 14 de mayo de 1976
http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=8EE31F5D1C21C0B08081C4E106A63968?id=210577)
En la audiencia se
informó que el acusado Carlos José Ramón Schaller firmó en el expediente
carcelario que María Beatriz había sido entregada el 7 de abril de 1976 en
Olmos, procedente de Prefectura Naval.
Hacia fines de
aquel año fue trasladada a la
Cárcel de Devoto. De este penal recordó que un psicólogo les
hacía un estudio, supuestamente profesional, entrevistándolas sobre las
condiciones de vida en la cárcel. También dijo que en una oportunidad las
entrevistó alguien del Primer Cuerpo de Ejército. En 1980 fue liberada.
Por medio de los
Decretos Secretos nro. 1795 / 1977 de fecha 23 de junio de 1977, nro. 1650 /
1979 de fecha 11 de julio de 1979 y nro. 1294 / 1980 de fecha 26 de junio de
1980 se le denegó la salida del país.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=A4C4D4967F8DE65DAB24B4023462F911?id=211642)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=E8CA7EF7DAB27A9E6C99F3881152174F?id=212796)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=AA67C7AA0FFC53D9FBF94B74A5D7010E?id=213598)
Por medio del
Decreto Secreto nro. 1387 / 1980 de fecha 14 de julio de 1980 cesó su arresto a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130502&i=1)
Al salir de Devoto
volvió a La Plata ;
muchos amigos ya no estaban. Retomó sus estudios en la Facultad de Ciencias
Médicas de la
Universidad Nacional de La Plata y no volvió a Techint; supo que la empresa
había dejado de hacer aportes en abril de 1976.
María Beatriz se
refirió muy especialmente a lo que habían sido las actividades de la parroquia
y a sus compañeros. Dijo que después de salir de la cárcel en la parroquia no
quedaba nada, se desintegraron las actividades. Siete compañeros fueron
secuestrados y permanecen desaparecidos, otros fueron liberados. Ante esa
situación hicieron reclamos ante José Antonio Plaza, obispo de La Plata. Recordó que
el sacerdote hasta 1974 fue "El Vasco" Bengochea, reemplazado por
Montaña. También se refirió extensamente a Alicia Severa Cabrera, quien fue
presidenta de Cáritas, y a sus hijas Nora Alicia y Susana Alicia Larrubia.
Además leyó una carta que esta última le escribió a su padre el 31 de marzo de
1976 como aporte para conocer lo que pasaba en los operativos y lo que pensaban
sus compañeros.
María Beatriz contó
que el año pasado se realizó un homenaje a los desaparecidos de la parroquia
con los hijos de Héctor Federico Bacchini y Elsa Paladino, Susana Alicia
Larrubia y Juan Adolfo Coloma Machuca y los de Diego Arturo Salas y Elisa Noemí
Triana, para recordar a los desaparecidos y a toda la comunidad que formaba
parte de aquella parroquia. Dijo que tuvieron muchos inconvenientes para
realizar el acto, pero fue muy bueno volver a encontrarse después de cuarenta
años. El grupo que se juntó para organizarlo se llamó "Memoria de las
Victorias".
Por la privación
ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de María
Beatriz sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.
Declaración de
Julio Alberto Machado
Luego se escuchó la
declaración de Julio Alberto Machado, quien permaneció secuestrado desde marzo
de 1976.
Julio ingresó en el
Astillero Río Santiago como aprendiz de electricista. Luego pasó a trabajar en
las embarcaciones y proyectaba planos para la parte eléctrica. Estaba casado y
tenía cinco hijos. Participaba en las asambleas que se realizaban por sector en
el taller de electricidad o a veces en las mismas embarcaciones. Se presentó
como subdelegado por la
Lista Celeste con Luis Ricardo Córdoba como delegado de la Sección Alistamiento
Eléctrico. Por su parte, Pedro Jorge Gutzos, era apoderado de la misma lista.
Recordó que, entre
otras cosas, estaban en contra de la contratación de empresas para realizar tareas
que podían llevar adelante los trabajadores del Astillero.
Días antes del
golpe de Estado, asesinaron a Pedro Jorge Gutzos. El 25 de marzo de 1976 por la
mañana temprano, entre las 7 y 8 de la mañana, Julio se encontraba en su casa,
con su familia. Estaban sus cinco hijos y su señora Nelly. Golpearon la puerta
suavemente. Su esposa atendió y personal de la Armada ingresó en la casa.
A Julio le preguntaron el nombre y le dijeron que los acompañara. Afuera vio un
despliegue impresionante de personal de la Armada , quienes entre sí se identificaban como
"Rojo 1", "Rojo 2", "Rojo 16".
Lo encapucharon con
la funda de una almohada y lo hicieron subir a un micro en donde había otras
personas secuestradas. De estas el único apodo que recordó escuchar fue
"El zapatero", tal vez referido a Kiril Chakaroff Nicolof.
El micro recorrió
la ciudad hasta cerca del mediodía secuestrando a más y más personas hasta que
llegaron a la sede de la
Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo hicieron
descender, le sacaron la capucha y permaneció más de una hora parado frente a
una pared con las manos en alto. Según dijo Julio la tortura comenzó entonces.
Luego los fueron llamando de a uno; los encapuchaban de nuevo y los llevaban a
un lugar en el que les tomaban los datos personales. Uno de los que estaba
realizando esta tarea dijo "A este lo conocemos; trabaja con
nosotros". Julio reconoció la voz de uno de los marinos con los que
trabajaba en el Astillero: era el Suboficial Otero.
Permaneció todo el
día allí y por la noche, cerca de las 20 hs., los condujeron a la zona del
puerto. Los pusieron en fila y los hicieron subir a una lancha mientras los
amenazaban con tirarlos al río. Cree que llegaron entonces al predio de la Escuela Naval. Allí
los hicieron bajar a todos entre insultos, golpes, patadas, además de simular
fusilarlos.
De a uno los
hicieron ingresar en un edificio. A él lo llevaron a un lugar que percibió como
la cuadra de los soldados, con celdas sin puertas delante y una camita. Pasaron
la noche y todo el día siguiente. Al llegar la noche los fueron llevando uno a
uno a ser interrogados. A él le preguntaron sobre distintas personas, pero
especialmente por Luis Ricardo Córdoba. Mientras lo interrogaron era torturado
con golpes, agua, paso de electricidad por el cuerpo.
Al finalizar el
interrogatorio lo alojaron en la cuadra nuevamente, en donde permaneció con los
demás uno o dos días. Recordó entre los secuestrados a Pedro Niselsky, a quien
conoció en ese lugar aunque también trabajara en el Astillero, a los hermanos
Juan Alejandro, Miguel Reinaldo y Roberto Miguel Aguirre, del Frigorífico
Swift.
Todos fueron
encapuchados y conducidos nuevamente a una lancha. Llegaron al muelle pequeño
que la Armada
tiene en el predio del Astillero y de ahí los llevaron a un micro, en donde les
ataron las manos con alambres y cables a los pasamanos y los condujeron a la Unidad Penitenciaria
nro. 9.
Allí ingresaron
encapuchados; les preguntaban el nombre y los golpeaban. Luego les sacaron las
capuchas y los llevaron a las celdas. En aquella cárcel permaneció alojado con,
entre otros, los hermanos Aguirre, Luis Ricardo Córdoba, José Klimavicius,
Pedro Niselsky.
Por medio del
Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Por medio del
Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 se dejó sin
efecto su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Una vez liberado se
encontró sin trabajo. Nunca recibió un telegrama de despido de parte del
Astillero. Nunca le reconocieron los 24 días trabajados en marzo de 1976. Julio
calificó la situación con la que se encontraron como lamentable, una maldición.
Dijo que trabajaban quince o veinte días en cualquier trabajo y a continuación
eran echados. Se fue al sur un par de años, consiguió trabajo, pero al llegar
noticias sobre su detención fue despedido. Regresó y anduvo sin trabajo
efectivo; hacía changas, tareas de albañil, fue cartonero, jardinero. A ellos,
que habían defendido a los obreros, no los dejaron vivir dignamente.
Julio dijo que ama
el Astillero, que por él daría su vida; que ahí se aprende a trabajar y a
vivir. Ahora tiene 74 años y no puede jubilarse. Reiteró el pedido que hicieron
ya otros compañeros de que les sea reconocido su derecho a tener una jubilación
digna. Nadie les responde.
Por la privación
ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Julio sólo
está imputado Carlos José Ramón Schaller.
Declaración de Elda
Mabel Lois
A continuación fue
el turno de Elda Mabel Lois, quien presenció el operativo en el que asesinaron
a Miguel Orlando Galván Lahoz y Roberto Pampillo.
Elda vivía en el
piso 15 del edificio que se encuentra frente al Ministerio de Obras Públicas en
la ciudad de La Plata ,
en la esquina de las calles 58 y 7; un edificio que tenía tres departamentos
por piso.
En el piso 4, en el
departamento que daba justo a la esquina, había un estudio de abogados, dos
jóvenes que habían alquilado el lugar en el que antes había funcionado un
consultorio médico. Los vecinos conocían a Roberto Pampillo, quien había
asistido a una reunión de consorcistas.
El 19 de octubre de
1976 por la tarde Elda regresaba a su casa después de haber ido a la consulta
con su ginecólogo; estaba embarazada de ocho meses. Al llegar al hall del
edificio encontró que los ascensores estaban parados y un hombre alto, delgado,
canoso, de traje gris, le dijo que debía esperar para subir pues estaban
haciendo una inspección de rutina. Elda también vio que en la calle había
muchos autos particulares detenidos en doble fila.
Al pasar el tiempo
fueron juntándose en el hall otros vecinos que regresaban de trabajar. Elda se
comunicó con su marido por el portero eléctrico para decirle que estaba abajo.
Su marido alcanzó a decirle que ya habían estado allí.
En un momento
vieron que los ascensores bajaban y uno de ellos se detuvo en el piso 4. Poco
después comenzaron a escuchar tiros, como de ametralladoras. El hombre que los
había detenido a todos en el hall los hizo salir a la calle, mientras otro
grupo de personas -que formaba parte del operativo- intentaba ingresar.
Los vecinos se
refugiaron en una florería y desde allí miraban lo que sucedía en el edificio.
Poco después efectivos ingresaron en el lugar, pidieron el teléfono y los
mandaron a todos al sótano del local. Al quedarse solos todos subieron y
continuaron mirando a oscuras, pues ya había caído la noche. Pasaron muchas
horas; escuchaban tiros desde la calle hacia dentro del edificio. Luego vieron
que cargaron cosas en unos camiones. Entre dos o tres personas tiraron dentro
de un camión un bulto muy grande que estaba dentro de una bolsa. Salió mucha
gente una vez terminado el operativo; todos estaban vestidos de civil.
Los vecinos
regresaron y se encontraron con que los ascensores permanecían parados.
Entonces comenzaron a subir por las escaleras. Desde la entrada hasta el cuarto
piso se encontraron con una mancha continua de sangre, como si alguien hubiera
sido arrastrado. Los vecinos que habían permanecido en sus casas se asomaban
desesperados. Al llegar al piso 4 vieron que el departamento que ocupaban los
abogados estaba destrozado y desmantelado. A simple vista las paredes mostraban
una cantidad impresionante de marcas de balas; en el palier no había ninguna.
Elda siguió
subiendo hasta su departamento. Su esposo le contó que aquel día el portero
tocó el timbre; él le abrió y vio que con él había dos o tres personas más, de
civil, con camperas gruesas. Estos le preguntaron si había visto a un señor de
anteojos y a una señora con las medias rotas. Su marido pensó que le estaban
haciendo un chiste. Empujaron la puerta, ingresaron al departamento, revisaron
todos los ambientes y se fueron.
Al día siguiente
los vecinos comentaban que habían matado a los dos chicos que tenían el
estudio. También se comentó que ellos presentaban habeas corpus por personas
desaparecidas. Decían que cuando tuvo lugar el operativo, desde dentro del
departamento no abrían. Fue un hecho muy comentado. El departamento permaneció
abandona muchos años, hasta que un matrimonio joven se mudó y formó su familia
allí.
Elda dijo que hace
tres años un oficial de justicia fue a preguntar al edificio por testigos. La
contactaron a ella y entonces contó lo que sabía sobre aquel operativo en el
Juicio por la Verdad.
Por el homicidio de
Miguel Orlando Galván Lahoz y Roberto Pampillo están imputados Jorge Alberto
Errecaborde y Roberto Eduardo Fernando Guitián.
Declaración de
Silvina Natalia Arias
Luego declaró
Silvina Natalia Arias, hija de Diego Leonardo Arias.
Contó que su padre
ingresó en 1962 como aprendiz técnico en refrigeración en el Astillero Río
Santiago. Recordó que entre otros denunciaba la administración corrupta que
llevaba adelante la Armada
en el Astillero, manipulando los datos sobre el estado de reparación de las
embarcaciones, como lo hicieron con el Buque Cabo San Antonio.
Dijo que en el año
1974 su papá fue detenido por haber quemado una bandera de los Estados Unidos.
Dentro del Astillero, formaba parte de la Lista Celeste 74 de
Silvio Marotte como Secretario de Prensa y Difusión. En aquella lista también
estaba Miguel Ángel "Gogo" De Charras. Diego sabía que había listas
negras y que el gremio entregaba a los delegados a la Armada.
Entre el 30 y el 31
de marzo de 1976 muchos trabajadores fueron despedidos, entre ellos su padre,
despedido el 30 por razones de seguridad. Entonces se dedicó al arreglo de
heladeras; tenía algunos ahorros y hacía changas con Oscar Flores, un amigo y
vecino; también pintaba autos. Vivían en el centro de Berisso cuando el 2 de
junio de 1976 nació Silvina.
El 17 de junio por
la tarde su papá, como siempre, fue a tomar algo con su amigo José "El
Turco" Salum al Ital Club, en la esquina de su casa. En esa oportunidad le
dijo al Turco que se iba a tener que ir porque estaban levantando a muchos
compañeros.
Esa noche, ya en la
madrugada del 18, alrededor de las 3 de la mañana patearon la puerta de su casa
y entraron hombres armados con ametralladoras, vestidos de fajina y
encapuchados. Silvia tenía 15 días de vida y estaba con su mamá en el
dormitorio. Su papá se había quedado a dormir en la habitación de su hermana.
También estaba su abuelo paterno en la casa, Francisco Leonardo. Comenzaron a
golpearlo y se lo estaban llevado, cuando se dieron cuenta de que no era a
quien buscaban.
Dejaron que su
padre se vistiera pero no que se despidiera de su familia. Los vecinos que
vieron el operativo dijeron que al salir golpearon a Diego y se lo llevaron en
unos autos de color claro, tal vez Renault Torino.
Aquella misma
noche, entre las 2 y las 4.10 de la mañana, fueron seis los secuestrados del
Astillero. Juan Becker fue el primero; también secuestraron a Edgardo José
"Coco" Cardinali -de la Lista Celeste , despedido el 31 de marzo-, Héctor
Orlando García -chapista del Astillero, de la Lista Gris , despedido
el 30 de marzo-, Luciano Roberto Sander -de la Lista Azul y Blanca,
despedido en 1975-. Juan Carlos Arriola fue el último.
Al día siguiente su
abuelo quiso hacer la denuncia, pero en las comisarías no se la aceptaban.
Pocos días después les llegó un aviso de la Comisaría 2 de Punta
Lara para que se presentaran. Fue su abuelo con otros allegados y se encontraron
con que habían sido llamados para reconocer los restos de Diego.
El cuerpo se
encontraba muy golpeado, totalmente quebrado. Les dijeron que había sido
arrojado en el camino que unía Punta Lara con Villa Elisa.
De aquellos
secuestros el único sobreviviente fue Juan Becker, quien contó que fueron
llevados los seis, atados de pies y manos, a un lugar arbolado en donde se
escuchaba un tren y disparos. Les preguntaron por el atentado a la Fragata Santísima
Trinidad y querían vengarse por la muerte de Jorge Bigliardi, quien había sido
el Jefe de Seguridad del Astillero, aplicando la conocida fórmula de Perón. A
Becker lo liberaron en City Bell.
Los restos de Diego
fueron velados en el living de su casa. La familia recibió amenazas telefónicas
durante toda la noche a través de vecinos. Una prima hermana de Diego le contó
a Silvina que todo el tiempo estuvieron vigilados por seis hombres, dos que
permanecían en la puerta, dos junto al cajón de su padre y dos controlando lo
que sucedía en la cocina de la casa.
El
"Turco" Salum se fue a vivir a Entre Ríos con su mujer y su hijo. Su
abuelo paterno murió cuando Silvina tenía 7 años. Su mamá no hablaba mucho
sobre lo que le había sucedido a su padre y en un cumpleaños, a través del
comentario de un vecino, supo que había sido asesinado. Luego encontró en su
casa un artículo periodístico del 20 de junio de 1976 que se ocupaba de
aquellos hechos.
La mamá de Silvina
falleció en el año 2002. Después de la muerte de Diego tuvo que llevar adelante
su hogar con mucho esfuerzo, sin tener el derecho a pensión por ser viuda.
Silvina se reconoce
como trabajadora. Es locutora y hoy trabaja en el Instituto de Previsión Social
(IPS). Allí ve los trámites que se realizan y que, por ejemplo, la cúpula de la UP 9 continúa cobrando
abultadas jubilaciones por haber llevado adelante crímenes de lesa humanidad
por los que ya fueron condenados.
También criticó a
la justicia penal platense; dijo que es vergonzoso lo que sucede con la
instrucción de las causas, con la falta de investigación y recordó que su padre
no está incluido en este proceso. De él no pudo conservar ningún recuerdo
material. Hace dos años, en abril de 2013 la inundación de Pablo Bruera se
llevó todas las fotos que conservaba, los libros y boletines del Astillero que
durante tantos años había atesorado.
Los delitos
cometidos en perjuicio de Diego Leonardo Arias no son investigados en este
juicio.
Declaración de
Mariela Beatriz Sander
Finalmente, fue el
turno de Mariela Beatriz Sander, hija de Luciano Roberto Sander.
Su padre había
ingresado al Astillero Río Santiago en 1954. Fue delegado de la Asociación de
Trabajadores del Estado (ATE) y luego Secretario General. Entre 1969 y 1972
tuvo militancia activa en el gremio por la Lista Azul y Blanca.
Por su militancia
comenzó a recibir amenazas de muerte y a ser perseguido. En 1974 escapó del
primer intento de secuestro. En noviembre de 1975 fue despedido del Astillero,
pero ya tenía un historial previo de sanciones, suspensiones y amonestaciones
por su actividad gremial.
Mariela contó que
su padre siguió militando, trabajando en una verdulería. No se quería ir del
país, temía por su familia, su esposa Olga Beatriz Gómez y sus tres hijos,
Fernando Pablo Marcelo, Gabriel y Mariela. Durante mucho tiempo estuvieron
escapando, refugiándose en la casa de otros por la persecución que sufrían.
En marzo de 1976
hubo un operativo en la casa que tenían en Ensenada cuando estaba vacía. El día
del golpe de Estado secuestraron a muchos compañeros del Astillero; Mariela
recordó entre ellos a "La
Tana " Nievas. Su papá fue a hablar con Juan Roberto
Horvath para pedirle que hiciera algo por ellos. Horvath le contestó que no
podía hacer nada y que él se tenía que ir. Discutieron, Luciano lo insultó;
Horvath era el padrino de uno de sus hijos.
Mariela contó que
ella tenía 12 años cuando el 17 de junio de 1976 por la tarde su papá llegó a
su casa con la pierna izquierda quebrada. Les dijo que se había caído y que al
día siguiente se la haría enyesar. Aquella noche se quedó hablando con Mariela
sobre el futuro, sobre las cosas que ella imaginaba para los años que vendrían.
Uno de sus hermanos tenía fiebre; el otro era un niñito de 3 años.
Ya en la madrugada
del 18, entre las 2 y las 3 de la mañana, Mariela se despertó con el estruendo
de puertas, gritos, ladridos. Vio que en su habitación entraron cuatro personas
encapuchadas con ropa de fajina y borceguíes. Un hombre le apoyó el arma en la
cabeza mientras ella permanecía sentada en su cama. Otro señaló el cuarto de sus
padres e ingresaron allí. Su mamá fue llevada a la cocina. A su papá se lo
llevaron arrastrándolo por los brazos; no podía caminar. Estaba vestido con el
pantalón pijama y le hicieron poner un saco. No dejaron que se despidiera de su
familia.
Mariela escuchó
ruido de autos y luego supo que habían sido cinco autos blancos Renault Torino
y que había más gente afuera de la casa cortando la calle. Después del
secuestro, su mamá fue a buscar a una tía e hicieron la denuncia en la Comisaría 1ra de
Ensenada, mientras ella se quedaba con sus hermanos.
Al día siguiente un
tío les dijo que su papá había sido encontrado muerto con otros cuatro
compañeros -Diego Leonardo Arias, Juan Carlos Arriola, Edgardo José Cardinali,
Héctor Orlando García-. Les dijeron que habían sido encontrados en el camino
que une Punta Lara con Villa Elisa, a unos 200 metros de la costa.
Mariela vio fotos de cómo fueron encontrados los cuerpos. Estaban unos sobre
otros, tenían los brazos atados con alambre, los ojos vendados, todos los
huesos quebrados, con rasguños, golpes y heridas de bala. Su mamá le relató que
los cuerpos habían sido tirados desde un helicóptero. Un hombre que circulaba
por la zona vio cuando los arrojaban e hizo la denuncia en la comisaría. Luego
Juan Becker dijo que en el lugar en que permanecieron secuestrados su papá se
quejaba por la pierna que le dolía.
Velaron a Luciano
en su casa; fueron muy pocos los que participaron del velatorio. Estaban
acostumbrados a recibir permanentemente mucha gente, a cualquier hora; su papá
siempre los atendía. Sin embargo, a partir de entonces, muchos amigos y
familiares les dejaron de hablar. Horvath no se acercó nunca más a la familia.
Su madre tenía 32
años y quedó sola a cargo de los tres hijos. Permanentemente fueron vigilados
con un auto estacionado frente a la puerta de la casa.
Mariela reivindicó
a la Central
de Trabajadores de la
Argentina (CTA) y destacó el apoyo que recibió de Hugo
"Cachorro" Godoy, a diferencia de gente como Horvath que nunca se
acercó. Dijo además que tardó mucho tiempo para ser escuchada, para que se sepa
lo que pasó y pidió que se siga investigando.
Los delitos
cometidos en perjuicio de Luciano Roberto Sander no son investigados en este
juicio.
*
Hacia el final de
la audiencia el tribunal leyó la resolución por la que dispusieron la prórroga
de la prisión preventiva de Roberto Eduardo Fernando Guitián.
*
La próxima
audiencia fue convocada para el miércoles 26 de agosto a partir de las 9.30 hs.
Se prevé la declaración de Florencio Laurini, Mariana Busetto, Walter Docters,
Pablo Díaz y Juan Alberto Magliaro.
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