lunes, 7 de septiembre de 2015

Sexta audiencia


En la jornada del lunes 24 de agosto de 2015 se escucharon siete declaraciones.

Declaración de Elsa Noemí Gómez
En primer lugar declaró Elsa Noemí Gómez, esposa de Ricardo Alberto Nuez.
Refirió que Ricardo había militado desde los 14 años en la Juventud Comunista y luego en el Partido Comunista (PC), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Ricardo vivía en Ensenada con su mujer y su hija y trabajaba en Astillero Río Santiago. Tenía muy en cuenta lo que había sucedido con otros trabajadores y compañeros que habían sido secuestrados y asesinados, como Juan Carlos Scafide. Jorge Omar Astudillo, muy cercano a él, había sido secuestrado el 2 de julio de 1976. Ricardo, aún sabiendo que era perseguido, no quería esconderse, no quería dejar solas a su mujer e hija y al hablar con Elsa sobre el tema le decía que si era secuestrado, lo fuera a buscar por los caminos de Punta Lara, en donde tantas veces se habían encontrado los cuerpos de personas asesinadas.
En la madrugada del sábado 31 de julio de 1976 escucharon golpes en la ventana. Elsa se levantó y abrió la puerta. Se encontró con unas quince o veinte personas, todas de civil y armadas; quien parecía estar a cargo del operativo era un hombre mayor, grandote, que cubría su rostro con un pasamontañas. La llevaron a la cocina, en donde un muchacho alto, flaco, rubio, le hacía preguntas sobre sus actividades.
Su marido había permanecido en el dormitorio. Lo hicieron vestir y se lo llevaron tapado con una frazada. Además revolvieron toda la casa y se llevaron una máquina de escribir rota. Más adelante supo por los vecinos que había varios automóviles Ford Falcon.
Después del secuestro de Ricardo, Elsa fue a la Comisaría de Ensenada para denunciar lo que había sucedido. La entretuvieron allí unas tres o cuatro horas, hasta que finalmente le tomaron declaración y la dejaron ir a su casa.
El lunes siguiente fue al Astillero para informarles lo que había pasado con su marido. La recibieron, tomaron nota, le dijeron que cobraría el sueldo y el aguinaldo; quince días después recibió el telegrama de despido por abandono de tareas.
Elsa continuó haciendo trámites para encontrar a Ricardo, lo buscaba por todas partes. Iba con su auto a buscarlo por el camino que une Punta Lara con Villa Elsa, una zona que luego fue cerrada por los militares. En una oportunidad vio que en el piso superior de la Comisaría de Punta Lara había soldados, quienes se mantenían apuntando con armas largas hacía el interior del lugar. Elsa recordó que Paladino, vecino suyo, estaba a cargo de aquella dependencia.
También dijo que una mañana, cuando salía a trabajar meses después del secuestro de su marido, vio al mismo grupo que había estado en su casa recorriendo Ensenada.
En septiembre de aquel año también vio cuando lo secuestraron a Juan Carlos Blasetti, otro trabajador del Astillero. Los siguió con el auto hasta que los perdió, pero vio que se dirigían hacia el puerto. Luego acompañó a la mujer de Blasetti a la Comisaría para realizar la denuncia. En abril de 1977 vio que los mismos hombres que secuestraron a su marido hacían lo mismo con Mario Oscar Gallego.
Mencionó además que un año después del secuestro de Ricardo hubo un operativo en su lugar de trabajo. Identificaron a todos los trabajadores y cuando llegó su turno, entre las preguntas que le hacían, Elsa se  refirió al secuestro de su esposo. Un sargento del Regimiento 7 de apellido Moreno le dijo que él tenía acceso a "las listas" y que se fijaría si Ricardo aún estaba en ellas. Le dijo además que pasado el año depuraban las listas y sacaban a la gente que "ya no vivía". Le pidió que lo fuera a ver una semana más tarde al Regimiento 7. Elsa lo hizo así y aquel Sargento Moreno le dijo que Ricardo no estaba más en las listas.
Elsa nunca supo en dónde permaneció secuestrado su marido; hoy se encuentra desaparecido.

Declaración de Tania Anahí Nuez
A continuación se escuchó la declaración de Tania Anahí Nuez, hija de Ricardo Alberto Nuez y Elsa Noemí Gómez.
Expresó que fue difícil reconstruir la vida de su padre y su identidad, construir un padre con datos y fotos porque le negaron el derecho a conocerlo. Dijo también que es difícil dar respuestas cuando el Estado es el que aún tiene que darlas.
Su padre, Ricardo Alberto Nuez, tenía dos hermanos, estudió en Ensenada y entró en la Escuela Técnica del Astillero Río Santiago en 1959 con 14 años como aprendiz. Militó en la Juventud Comunista y luego en el Partido Comunista (PC).
En 1963 allanaron el lugar en el que vivía buscando material del PC; también allanaron la casa de sus abuelos paternos. Todo esto quedó registrado en el archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA).
Tania reseñó también distintos reclamos laborales en la historia del Astillero desde 1962 y la represión con la que se respondió en cada oportunidad con la intervención de la Policía de la Provincia de Buenos Aires actuando en conjunto con el personal de la Armada, quienes además contaban con un destacamento dentro del Astillero.
En 1969 se casaron sus padres y se fueron a vivir a Villa Regina, en la Provincia de Río Negro. Allí Ricardo trabajó en una fábrica que construía maquinaria agrícola. Con unos compañeros lograron instalar en esa localidad una Seccional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Ricardo militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y se postuló para diputado por ese partido. Fue elegido delegado en su lugar de trabajo y por ese motivo lo despidieron en 1973.
Volvió con su mujer, Elsa, a Ensenada; allí alquilaron una casa y trabajó manejando un remís hasta que en 1975 reingresó al Astillero, en el Taller de Cobrería, Sección de Chapa Fina, como Oficial Calderero.
Tania hizo un repaso por los acontecimientos significativos de aquel año, como la formación de la comisión paritaria y las discusiones en torno a la gestación del Convenio Colectivo de Trabajo del sector. Su papá en esa época comenzó a militar en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
A medida que pasaba el tiempo, el control y la represión contra los trabajadores recrudecía. En marzo de 1976 su padre repartía volantes rechazando el golpe de Estado. Se sucedieron los secuestros de trabajadores del Astillero. El 2 de julio de 1976 secuestraron a Jorge Omar Astudillo y Ángel Mario Pinedo, su cuñado; Jorge nunca supo que iba a ser padre.
A fines de ese mes, el 31 por la madrugada, secuestraron a Ricardo. Tania tenía entonces 3 meses de edad y aquella noche la habían dejado en casa de una tía. Muchos años después supo lo que pasó entonces por el relato de su madre, quien también vio cómo secuestraban a Juan Carlos Blasetti, que vivía a la vuelta de la casa de sus abuelos maternos, y cómo secuestraban a Mario Oscar Gallego.
Tania relató que le costó mucho preguntar por lo sucedido con su padre y que por primera vez preguntó por él a los 5 años. Recordó que durante muchos años tuvo miedo de dormir sola y en su infancia imaginaba siempre que alguien entraría en su habitación mientras dormía.
En el año 2007 entró en el Astillero, conoció la escuela en la que su padre estudió, los talleres en donde trabajó, a sus compañeros y anécdotas sobre él. Dijo que si algún día encontrara sus restos, cree que los llevaría al Astillero.
No tienen certezas sobre lo que pasó con su padre después del secuestro; hasta el momento no hay ningún testimonio que lo mencione en ningún Centro Clandestino de Detención.
Tania sabe que el gremio, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), no hizo ninguna denuncia. En julio de 1976 quienes estaban al frente eran Juan Roberto Horvath, Secretario General de ATE Nacional, y Juan Carlos Marín, Secretario General de ATE Ensenada. También se preguntó quiénes son esas quince o veinte personas que lo secuestraron, cuándo serán condenados.
Finalmente, Tania dijo que milita en HIJOS La Plata y que consideran una premisa básica para todo organismo de Derechos Humanos mantenerse independiente de todos los gobiernos. Siguen reclamando por la recuperación de los hijos apropiados, solicitando la apertura de los archivos de la dictadura, en contra de la banalización de los Centros Clandestinos de Detención, pidiendo que se sigan investigando hasta que se completen todos los juicios y que mientras tanto se mantengan intactos. Denuncian la impunidad de ayer y de hoy, los casos de gatillo fácil, las desapariciones, la vigencia del aparato represivo y ejemplificó con el ex jefe del Ejército César Milani. Pidió juicio y castigo para todos los genocidas en cárcel común, perpetua y efectiva, no sólo por su papá y por los cuarenta y dos compañeros de Astillero, sino por los 30.000.
Por la privación ilegítima de la libertad de Ricardo Alberto Nuez sólo está imputado Jorge Alberto Errecaborde.

Declaración de María Beatriz Horrac
En tercer lugar declaró María Beatriz Horrac, quien permaneció secuestrada entre abril de 1976 y 1980.
Relató que en su adolescencia estudió en el Liceo Víctor Mercante y asistió, desde los 12 o 13 años, a la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria en la ciudad de La Plata. Iba con sus padres a misa y poco a poco fue participando en las distintas actividades para jóvenes. Entre otras cosas llegó a dirigir un grupo femenino de scouts.
Luego, hasta fines de 1975, militó en la Unidad Básica de Villa Detri en Ensenada, en donde conoció a Mario Oscar Gallego, con quien formó pareja. Mario había dejado ya de trabajar en el Astillero Río Santiago.
En octubre de 1975 fue contratada por Techint para trabajar como Secretaria de Gerencia e intérprete de ingenieros franceses en la planta de Propulsora Siderúrgica en Ensenada.
Llegó el mes de marzo de 1976 y con el golpe de Estado la seguridad en la planta cambió por completo. A partir de entonces las Fuerzas Armadas tomaron el control sobre el ingreso y la vigilancia. María Beatriz recordó que, al ingresar a trabajar cada día, los nombres de los empleados eran verificados en listas; muchos no pasaban ese control.
El 5 de abril de 1976 fue a trabajar como siempre. Llegó en colectivo, pasó la puerta de ingreso, pasó el control de la entrada, fue por el caminito que llevaba hasta el edificio en donde estaban las oficinas, subió la escalera y al llegar a su lugar de trabajo un hombre vestido de civil le preguntó si ella era "la señorita Beatriz". El hombre tenía en un bolsillo una foto de ella. María Beatriz fue tomada por detrás por otras personas y le hicieron bajar la cabeza mientras revolvían todo.
Era una oficina vidriada y los demás empleados, los gerentes, observaban todo lo que sucedía; recordó que el Ingeniero Zavalía fue a preguntar qué pasaba. La sacaron del edificio sin dar explicaciones; la encapucharon, esposaron y la subieron en un auto.
Hicieron un recorrido corto que creyó reconocer; piensa que fue llevada al Batallón de Infantería de Marina 3. El auto se detuvo, sintió el ruido de un portón y a los hombres que la secuestraron pidiendo que abrieran.
La dejaron en un lugar que tenía bancos de cemento. Allí había una mujer embarazada, quien se quejaba por estar sentada en esa superficie fría; decía que le haría mal al bebé. María Beatriz nunca supo su nombre.
Hacia la noche la llevaron a otro lugar dentro del mismo predio. Allí reconoció por la voz a María Adela Barraza, a quien conocía de la parroquia.
La llevaron también a un lugar que se sentía como un patio por estar más fresco, en donde simularon fusilarla y la amenazaban con matarla. Luego, en otro lugar, continuaron torturándola e interrogándola sobre sus actividades en la Unidad Básica y en la parroquia; especialmente le preguntaban por Susana Alicia Larrubia. Le hicieron saber que la habían vigilado desde muchos años antes.
Al ser separada de las otras personas secuestradas, en un salón aparte, un hombre habló con ella y le dijo que contara cosas; conocía su historia en detalle.
Más adelante supo que Gustavo Naser, otro compañero de la parroquia, había permanecido secuestrado en ese mismo lugar; él fue liberado unos días después.
María Beatriz recordó que era gente joven la que los vigilaba. Las personas secuestradas no tenían privacidad al ser llevados al baño y, entre las características del lugar, mencionó que escuchaba una sirena y percibía que se trataba de un lugar cercano al río.
El 7 de abril de 1976 fue trasladada con María Adela Barraza a la Unidad Penitenciaria nro. 8 de Olmos. Al ingresar las celadoras las lavaron con mangueras y les echaron desinfectante. En aquella cárcel habían armado una celda improvisada con colchones en el piso, a la que llegaban delegadas gremiales, trabajadoras de Berisso y Ensenada; estaban hacinadas. Más adelante, viendo los trámites que hicieron sus padres por su desaparición, tuvo noticia de que el 14 de mayo de aquel año pasó a estar a disposición del Poder Ejecutivo. Recordó que su padre, en el mes agosto de 1976, no lo sabía porque no les informaban nada formalmente.
(Decreto Secreto nro. 427 / 1976 de fecha 14 de mayo de 1976
http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=8EE31F5D1C21C0B08081C4E106A63968?id=210577)
En la audiencia se informó que el acusado Carlos José Ramón Schaller firmó en el expediente carcelario que María Beatriz había sido entregada el 7 de abril de 1976 en Olmos, procedente de Prefectura Naval.
Hacia fines de aquel año fue trasladada a la Cárcel de Devoto. De este penal recordó que un psicólogo les hacía un estudio, supuestamente profesional, entrevistándolas sobre las condiciones de vida en la cárcel. También dijo que en una oportunidad las entrevistó alguien del Primer Cuerpo de Ejército. En 1980 fue liberada.
Por medio de los Decretos Secretos nro. 1795 / 1977 de fecha 23 de junio de 1977, nro. 1650 / 1979 de fecha 11 de julio de 1979 y nro. 1294 / 1980 de fecha 26 de junio de 1980 se le denegó la salida del país.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=A4C4D4967F8DE65DAB24B4023462F911?id=211642)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=E8CA7EF7DAB27A9E6C99F3881152174F?id=212796)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=AA67C7AA0FFC53D9FBF94B74A5D7010E?id=213598)
Por medio del Decreto Secreto nro. 1387 / 1980 de fecha 14 de julio de 1980 cesó su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130502&i=1)
Al salir de Devoto volvió a La Plata; muchos amigos ya no estaban. Retomó sus estudios en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata y no volvió a Techint; supo que la empresa había dejado de hacer aportes en abril de 1976.
María Beatriz se refirió muy especialmente a lo que habían sido las actividades de la parroquia y a sus compañeros. Dijo que después de salir de la cárcel en la parroquia no quedaba nada, se desintegraron las actividades. Siete compañeros fueron secuestrados y permanecen desaparecidos, otros fueron liberados. Ante esa situación hicieron reclamos ante José Antonio Plaza, obispo de La Plata. Recordó que el sacerdote hasta 1974 fue "El Vasco" Bengochea, reemplazado por Montaña. También se refirió extensamente a Alicia Severa Cabrera, quien fue presidenta de Cáritas, y a sus hijas Nora Alicia y Susana Alicia Larrubia. Además leyó una carta que esta última le escribió a su padre el 31 de marzo de 1976 como aporte para conocer lo que pasaba en los operativos y lo que pensaban sus compañeros.
María Beatriz contó que el año pasado se realizó un homenaje a los desaparecidos de la parroquia con los hijos de Héctor Federico Bacchini y Elsa Paladino, Susana Alicia Larrubia y Juan Adolfo Coloma Machuca y los de Diego Arturo Salas y Elisa Noemí Triana, para recordar a los desaparecidos y a toda la comunidad que formaba parte de aquella parroquia. Dijo que tuvieron muchos inconvenientes para realizar el acto, pero fue muy bueno volver a encontrarse después de cuarenta años. El grupo que se juntó para organizarlo se llamó "Memoria de las Victorias".
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de María Beatriz sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.

Declaración de Julio Alberto Machado
Luego se escuchó la declaración de Julio Alberto Machado, quien permaneció secuestrado desde marzo de 1976.
Julio ingresó en el Astillero Río Santiago como aprendiz de electricista. Luego pasó a trabajar en las embarcaciones y proyectaba planos para la parte eléctrica. Estaba casado y tenía cinco hijos. Participaba en las asambleas que se realizaban por sector en el taller de electricidad o a veces en las mismas embarcaciones. Se presentó como subdelegado por la Lista Celeste con Luis Ricardo Córdoba como delegado de la Sección Alistamiento Eléctrico. Por su parte, Pedro Jorge Gutzos, era apoderado de la misma lista.
Recordó que, entre otras cosas, estaban en contra de la contratación de empresas para realizar tareas que podían llevar adelante los trabajadores del Astillero.
Días antes del golpe de Estado, asesinaron a Pedro Jorge Gutzos. El 25 de marzo de 1976 por la mañana temprano, entre las 7 y 8 de la mañana, Julio se encontraba en su casa, con su familia. Estaban sus cinco hijos y su señora Nelly. Golpearon la puerta suavemente. Su esposa atendió y personal de la Armada ingresó en la casa. A Julio le preguntaron el nombre y le dijeron que los acompañara. Afuera vio un despliegue impresionante de personal de la Armada, quienes entre sí se identificaban como "Rojo 1", "Rojo 2", "Rojo 16".
Lo encapucharon con la funda de una almohada y lo hicieron subir a un micro en donde había otras personas secuestradas. De estas el único apodo que recordó escuchar fue "El zapatero", tal vez referido a Kiril Chakaroff Nicolof.
El micro recorrió la ciudad hasta cerca del mediodía secuestrando a más y más personas hasta que llegaron a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo hicieron descender, le sacaron la capucha y permaneció más de una hora parado frente a una pared con las manos en alto. Según dijo Julio la tortura comenzó entonces. Luego los fueron llamando de a uno; los encapuchaban de nuevo y los llevaban a un lugar en el que les tomaban los datos personales. Uno de los que estaba realizando esta tarea dijo "A este lo conocemos; trabaja con nosotros". Julio reconoció la voz de uno de los marinos con los que trabajaba en el Astillero: era el Suboficial Otero.
Permaneció todo el día allí y por la noche, cerca de las 20 hs., los condujeron a la zona del puerto. Los pusieron en fila y los hicieron subir a una lancha mientras los amenazaban con tirarlos al río. Cree que llegaron entonces al predio de la Escuela Naval. Allí los hicieron bajar a todos entre insultos, golpes, patadas, además de simular fusilarlos.
De a uno los hicieron ingresar en un edificio. A él lo llevaron a un lugar que percibió como la cuadra de los soldados, con celdas sin puertas delante y una camita. Pasaron la noche y todo el día siguiente. Al llegar la noche los fueron llevando uno a uno a ser interrogados. A él le preguntaron sobre distintas personas, pero especialmente por Luis Ricardo Córdoba. Mientras lo interrogaron era torturado con golpes, agua, paso de electricidad por el cuerpo.
Al finalizar el interrogatorio lo alojaron en la cuadra nuevamente, en donde permaneció con los demás uno o dos días. Recordó entre los secuestrados a Pedro Niselsky, a quien conoció en ese lugar aunque también trabajara en el Astillero, a los hermanos Juan Alejandro, Miguel Reinaldo y Roberto Miguel Aguirre, del Frigorífico Swift.
Todos fueron encapuchados y conducidos nuevamente a una lancha. Llegaron al muelle pequeño que la Armada tiene en el predio del Astillero y de ahí los llevaron a un micro, en donde les ataron las manos con alambres y cables a los pasamanos y los condujeron a la Unidad Penitenciaria nro. 9.
Allí ingresaron encapuchados; les preguntaban el nombre y los golpeaban. Luego les sacaron las capuchas y los llevaron a las celdas. En aquella cárcel permaneció alojado con, entre otros, los hermanos Aguirre, Luis Ricardo Córdoba, José Klimavicius, Pedro Niselsky.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Por medio del Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 se dejó sin efecto su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Una vez liberado se encontró sin trabajo. Nunca recibió un telegrama de despido de parte del Astillero. Nunca le reconocieron los 24 días trabajados en marzo de 1976. Julio calificó la situación con la que se encontraron como lamentable, una maldición. Dijo que trabajaban quince o veinte días en cualquier trabajo y a continuación eran echados. Se fue al sur un par de años, consiguió trabajo, pero al llegar noticias sobre su detención fue despedido. Regresó y anduvo sin trabajo efectivo; hacía changas, tareas de albañil, fue cartonero, jardinero. A ellos, que habían defendido a los obreros, no los dejaron vivir dignamente.
Julio dijo que ama el Astillero, que por él daría su vida; que ahí se aprende a trabajar y a vivir. Ahora tiene 74 años y no puede jubilarse. Reiteró el pedido que hicieron ya otros compañeros de que les sea reconocido su derecho a tener una jubilación digna. Nadie les responde.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Julio sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.

Declaración de Elda Mabel Lois
A continuación fue el turno de Elda Mabel Lois, quien presenció el operativo en el que asesinaron a Miguel Orlando Galván Lahoz y Roberto Pampillo.
Elda vivía en el piso 15 del edificio que se encuentra frente al Ministerio de Obras Públicas en la ciudad de La Plata, en la esquina de las calles 58 y 7; un edificio que tenía tres departamentos por piso.
En el piso 4, en el departamento que daba justo a la esquina, había un estudio de abogados, dos jóvenes que habían alquilado el lugar en el que antes había funcionado un consultorio médico. Los vecinos conocían a Roberto Pampillo, quien había asistido a una reunión de consorcistas.
El 19 de octubre de 1976 por la tarde Elda regresaba a su casa después de haber ido a la consulta con su ginecólogo; estaba embarazada de ocho meses. Al llegar al hall del edificio encontró que los ascensores estaban parados y un hombre alto, delgado, canoso, de traje gris, le dijo que debía esperar para subir pues estaban haciendo una inspección de rutina. Elda también vio que en la calle había muchos autos particulares detenidos en doble fila.
Al pasar el tiempo fueron juntándose en el hall otros vecinos que regresaban de trabajar. Elda se comunicó con su marido por el portero eléctrico para decirle que estaba abajo. Su marido alcanzó a decirle que ya habían estado allí.
En un momento vieron que los ascensores bajaban y uno de ellos se detuvo en el piso 4. Poco después comenzaron a escuchar tiros, como de ametralladoras. El hombre que los había detenido a todos en el hall los hizo salir a la calle, mientras otro grupo de personas -que formaba parte del operativo- intentaba ingresar.
Los vecinos se refugiaron en una florería y desde allí miraban lo que sucedía en el edificio. Poco después efectivos ingresaron en el lugar, pidieron el teléfono y los mandaron a todos al sótano del local. Al quedarse solos todos subieron y continuaron mirando a oscuras, pues ya había caído la noche. Pasaron muchas horas; escuchaban tiros desde la calle hacia dentro del edificio. Luego vieron que cargaron cosas en unos camiones. Entre dos o tres personas tiraron dentro de un camión un bulto muy grande que estaba dentro de una bolsa. Salió mucha gente una vez terminado el operativo; todos estaban vestidos de civil.
Los vecinos regresaron y se encontraron con que los ascensores permanecían parados. Entonces comenzaron a subir por las escaleras. Desde la entrada hasta el cuarto piso se encontraron con una mancha continua de sangre, como si alguien hubiera sido arrastrado. Los vecinos que habían permanecido en sus casas se asomaban desesperados. Al llegar al piso 4 vieron que el departamento que ocupaban los abogados estaba destrozado y desmantelado. A simple vista las paredes mostraban una cantidad impresionante de marcas de balas; en el palier no había ninguna.
Elda siguió subiendo hasta su departamento. Su esposo le contó que aquel día el portero tocó el timbre; él le abrió y vio que con él había dos o tres personas más, de civil, con camperas gruesas. Estos le preguntaron si había visto a un señor de anteojos y a una señora con las medias rotas. Su marido pensó que le estaban haciendo un chiste. Empujaron la puerta, ingresaron al departamento, revisaron todos los ambientes y se fueron.
Al día siguiente los vecinos comentaban que habían matado a los dos chicos que tenían el estudio. También se comentó que ellos presentaban habeas corpus por personas desaparecidas. Decían que cuando tuvo lugar el operativo, desde dentro del departamento no abrían. Fue un hecho muy comentado. El departamento permaneció abandona muchos años, hasta que un matrimonio joven se mudó y formó su familia allí.
Elda dijo que hace tres años un oficial de justicia fue a preguntar al edificio por testigos. La contactaron a ella y entonces contó lo que sabía sobre aquel operativo en el Juicio por la Verdad.
Por el homicidio de Miguel Orlando Galván Lahoz y Roberto Pampillo están imputados Jorge Alberto Errecaborde y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Silvina Natalia Arias
Luego declaró Silvina Natalia Arias, hija de Diego Leonardo Arias.
Contó que su padre ingresó en 1962 como aprendiz técnico en refrigeración en el Astillero Río Santiago. Recordó que entre otros denunciaba la administración corrupta que llevaba adelante la Armada en el Astillero, manipulando los datos sobre el estado de reparación de las embarcaciones, como lo hicieron con el Buque Cabo San Antonio.
Dijo que en el año 1974 su papá fue detenido por haber quemado una bandera de los Estados Unidos. Dentro del Astillero, formaba parte de la Lista Celeste 74 de Silvio Marotte como Secretario de Prensa y Difusión. En aquella lista también estaba Miguel Ángel "Gogo" De Charras. Diego sabía que había listas negras y que el gremio entregaba a los delegados a la Armada.
Entre el 30 y el 31 de marzo de 1976 muchos trabajadores fueron despedidos, entre ellos su padre, despedido el 30 por razones de seguridad. Entonces se dedicó al arreglo de heladeras; tenía algunos ahorros y hacía changas con Oscar Flores, un amigo y vecino; también pintaba autos. Vivían en el centro de Berisso cuando el 2 de junio de 1976 nació Silvina.
El 17 de junio por la tarde su papá, como siempre, fue a tomar algo con su amigo José "El Turco" Salum al Ital Club, en la esquina de su casa. En esa oportunidad le dijo al Turco que se iba a tener que ir porque estaban levantando a muchos compañeros.
Esa noche, ya en la madrugada del 18, alrededor de las 3 de la mañana patearon la puerta de su casa y entraron hombres armados con ametralladoras, vestidos de fajina y encapuchados. Silvia tenía 15 días de vida y estaba con su mamá en el dormitorio. Su papá se había quedado a dormir en la habitación de su hermana. También estaba su abuelo paterno en la casa, Francisco Leonardo. Comenzaron a golpearlo y se lo estaban llevado, cuando se dieron cuenta de que no era a quien buscaban.
Dejaron que su padre se vistiera pero no que se despidiera de su familia. Los vecinos que vieron el operativo dijeron que al salir golpearon a Diego y se lo llevaron en unos autos de color claro, tal vez Renault Torino.
Aquella misma noche, entre las 2 y las 4.10 de la mañana, fueron seis los secuestrados del Astillero. Juan Becker fue el primero; también secuestraron a Edgardo José "Coco" Cardinali -de la Lista Celeste, despedido el 31 de marzo-, Héctor Orlando García -chapista del Astillero, de la Lista Gris, despedido el 30 de marzo-, Luciano Roberto Sander -de la Lista Azul y Blanca, despedido en 1975-. Juan Carlos Arriola fue el último.
Al día siguiente su abuelo quiso hacer la denuncia, pero en las comisarías no se la aceptaban. Pocos días después les llegó un aviso de la Comisaría 2 de Punta Lara para que se presentaran. Fue su abuelo con otros allegados y se encontraron con que habían sido llamados para reconocer los restos de Diego.
El cuerpo se encontraba muy golpeado, totalmente quebrado. Les dijeron que había sido arrojado en el camino que unía Punta Lara con Villa Elisa.
De aquellos secuestros el único sobreviviente fue Juan Becker, quien contó que fueron llevados los seis, atados de pies y manos, a un lugar arbolado en donde se escuchaba un tren y disparos. Les preguntaron por el atentado a la Fragata Santísima Trinidad y querían vengarse por la muerte de Jorge Bigliardi, quien había sido el Jefe de Seguridad del Astillero, aplicando la conocida fórmula de Perón. A Becker lo liberaron en City Bell.
Los restos de Diego fueron velados en el living de su casa. La familia recibió amenazas telefónicas durante toda la noche a través de vecinos. Una prima hermana de Diego le contó a Silvina que todo el tiempo estuvieron vigilados por seis hombres, dos que permanecían en la puerta, dos junto al cajón de su padre y dos controlando lo que sucedía en la cocina de la casa.
El "Turco" Salum se fue a vivir a Entre Ríos con su mujer y su hijo. Su abuelo paterno murió cuando Silvina tenía 7 años. Su mamá no hablaba mucho sobre lo que le había sucedido a su padre y en un cumpleaños, a través del comentario de un vecino, supo que había sido asesinado. Luego encontró en su casa un artículo periodístico del 20 de junio de 1976 que se ocupaba de aquellos hechos.
La mamá de Silvina falleció en el año 2002. Después de la muerte de Diego tuvo que llevar adelante su hogar con mucho esfuerzo, sin tener el derecho a pensión por ser viuda.
Silvina se reconoce como trabajadora. Es locutora y hoy trabaja en el Instituto de Previsión Social (IPS). Allí ve los trámites que se realizan y que, por ejemplo, la cúpula de la UP 9 continúa cobrando abultadas jubilaciones por haber llevado adelante crímenes de lesa humanidad por los que ya fueron condenados.
También criticó a la justicia penal platense; dijo que es vergonzoso lo que sucede con la instrucción de las causas, con la falta de investigación y recordó que su padre no está incluido en este proceso. De él no pudo conservar ningún recuerdo material. Hace dos años, en abril de 2013 la inundación de Pablo Bruera se llevó todas las fotos que conservaba, los libros y boletines del Astillero que durante tantos años había atesorado.
Los delitos cometidos en perjuicio de Diego Leonardo Arias no son investigados en este juicio.

Declaración de Mariela Beatriz Sander
Finalmente, fue el turno de Mariela Beatriz Sander, hija de Luciano Roberto Sander.
Su padre había ingresado al Astillero Río Santiago en 1954. Fue delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y luego Secretario General. Entre 1969 y 1972 tuvo militancia activa en el gremio por la Lista Azul y Blanca.
Por su militancia comenzó a recibir amenazas de muerte y a ser perseguido. En 1974 escapó del primer intento de secuestro. En noviembre de 1975 fue despedido del Astillero, pero ya tenía un historial previo de sanciones, suspensiones y amonestaciones por su actividad gremial.
Mariela contó que su padre siguió militando, trabajando en una verdulería. No se quería ir del país, temía por su familia, su esposa Olga Beatriz Gómez y sus tres hijos, Fernando Pablo Marcelo, Gabriel y Mariela. Durante mucho tiempo estuvieron escapando, refugiándose en la casa de otros por la persecución que sufrían.
En marzo de 1976 hubo un operativo en la casa que tenían en Ensenada cuando estaba vacía. El día del golpe de Estado secuestraron a muchos compañeros del Astillero; Mariela recordó entre ellos a "La Tana" Nievas. Su papá fue a hablar con Juan Roberto Horvath para pedirle que hiciera algo por ellos. Horvath le contestó que no podía hacer nada y que él se tenía que ir. Discutieron, Luciano lo insultó; Horvath era el padrino de uno de sus hijos.
Mariela contó que ella tenía 12 años cuando el 17 de junio de 1976 por la tarde su papá llegó a su casa con la pierna izquierda quebrada. Les dijo que se había caído y que al día siguiente se la haría enyesar. Aquella noche se quedó hablando con Mariela sobre el futuro, sobre las cosas que ella imaginaba para los años que vendrían. Uno de sus hermanos tenía fiebre; el otro era un niñito de 3 años.
Ya en la madrugada del 18, entre las 2 y las 3 de la mañana, Mariela se despertó con el estruendo de puertas, gritos, ladridos. Vio que en su habitación entraron cuatro personas encapuchadas con ropa de fajina y borceguíes. Un hombre le apoyó el arma en la cabeza mientras ella permanecía sentada en su cama. Otro señaló el cuarto de sus padres e ingresaron allí. Su mamá fue llevada a la cocina. A su papá se lo llevaron arrastrándolo por los brazos; no podía caminar. Estaba vestido con el pantalón pijama y le hicieron poner un saco. No dejaron que se despidiera de su familia.
Mariela escuchó ruido de autos y luego supo que habían sido cinco autos blancos Renault Torino y que había más gente afuera de la casa cortando la calle. Después del secuestro, su mamá fue a buscar a una tía e hicieron la denuncia en la Comisaría 1ra de Ensenada, mientras ella se quedaba con sus hermanos.
Al día siguiente un tío les dijo que su papá había sido encontrado muerto con otros cuatro compañeros -Diego Leonardo Arias, Juan Carlos Arriola, Edgardo José Cardinali, Héctor Orlando García-. Les dijeron que habían sido encontrados en el camino que une Punta Lara con Villa Elisa, a unos 200 metros de la costa. Mariela vio fotos de cómo fueron encontrados los cuerpos. Estaban unos sobre otros, tenían los brazos atados con alambre, los ojos vendados, todos los huesos quebrados, con rasguños, golpes y heridas de bala. Su mamá le relató que los cuerpos habían sido tirados desde un helicóptero. Un hombre que circulaba por la zona vio cuando los arrojaban e hizo la denuncia en la comisaría. Luego Juan Becker dijo que en el lugar en que permanecieron secuestrados su papá se quejaba por la pierna que le dolía.
Velaron a Luciano en su casa; fueron muy pocos los que participaron del velatorio. Estaban acostumbrados a recibir permanentemente mucha gente, a cualquier hora; su papá siempre los atendía. Sin embargo, a partir de entonces, muchos amigos y familiares les dejaron de hablar. Horvath no se acercó nunca más a la familia.
Su madre tenía 32 años y quedó sola a cargo de los tres hijos. Permanentemente fueron vigilados con un auto estacionado frente a la puerta de la casa.
Mariela reivindicó a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y destacó el apoyo que recibió de Hugo "Cachorro" Godoy, a diferencia de gente como Horvath que nunca se acercó. Dijo además que tardó mucho tiempo para ser escuchada, para que se sepa lo que pasó y pidió que se siga investigando.
Los delitos cometidos en perjuicio de Luciano Roberto Sander no son investigados en este juicio.
*
Hacia el final de la audiencia el tribunal leyó la resolución por la que dispusieron la prórroga de la prisión preventiva de Roberto Eduardo Fernando Guitián.
*

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 26 de agosto a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Florencio Laurini, Mariana Busetto, Walter Docters, Pablo Díaz y Juan Alberto Magliaro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario