jueves, 10 de septiembre de 2015

Audiencia 8

En la jornada del lunes 31 de agosto de 2015 se escucharon cinco declaraciones.
Declaración de Roberto Ángel Almada
En primer lugar declaró Roberto Ángel Almada, quien permaneció secuestrado en el invierno de 1977.
Relató que de joven estudió en una escuela industrial. En 1964 ingresó a trabajar en el Frigorífico Armour de Berisso. Tres años después sumó otro trabajo: ingresó en el Frigorífico Swift. En 1970 cerró el Armour y fue suspendido en el Swift; las exportaciones habían bajado. Entonces trabajó unos ocho meses en el Astillero Río Santiago y luego volvió al Swift y, más adelante, en 1975, trabajó simultáneamente por un año en la Destilería de YPF en Ensenada.
Roberto vivía en Berisso, cerca de la Plaza Almafuerte. Estaba casado y tenía dos hijos. En 1974 fue elegido Subdelegado de Mantenimiento en el Swift. En esa época en el frigorífico eran unos setecientos compañeros de todos los oficios: caldereros, carpinteros, soldadores, mecánicos, albañiles, pintores, fresadores.
En 1975 hubo elecciones gremiales. El Secretario General en aquella época era Héctor J. Guana. Se hizo una reunión de delegados porque se reformaría el estatuto y Roberto asistió; estaba entre los que no querían que se llevara adelante la reforma. Como era subdelegado no le dieron la palabra; el mismo Guana le dijo que no tenía ni voz ni voto. Desde entonces se sucedieron los enfrentamientos con aquel. Ese mismo año, más adelante, al jubilarse el delegado de su sección, Roberto pasó a ocupar ese cargo.
Normalmente en el Swift había dos delegados a la mañana, uno a la noche y él por la tarde. Después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue el único delegado que continuaba presentándose. Debía hacer los pedidos que le comunicaban sus compañeros: ropa, comida para aquellos que trabajaban más de nueve horas, bonificaciones salariales por categoría.
También a partir del golpe cambiaron los directivos del frigorífico. Personal militar se hizo cargo de los talleres, del personal, a pesar de que no contaban con el conocimiento más elemental sobre las tareas que se realizaban en aquella industria, y desplazaron a los empleados que contaban con la experiencia adecuada.
En aquella época Roberto tenía 32 años y comenzó a dar clases en la Escuela Industrial de Berisso por las mañanas. Mientras tanto en el frigorífico echaban gente, iban avanzando sobre los derechos de los trabajadores y Roberto confrontaba frecuentemente con sus nuevos jefes.
El frigorífico era muy grande y para realizar algunas reparaciones formaban equipos de trabajo. Un día de julio o agosto de 1977 había que soldar una chapa en un sector en el que caían los animales después de ser dormidos. Formaron un equipo Juan Córdoba -soldador eléctrico-, Eduardo Cruz -oxiginista-, Roberto como oficial especializado y Raúl Pastor como ayudante, quien por la mañana trabajaba en el Astillero Río Santiago. Después de terminar la reparación no pudieron verificar que todo estuviera en orden, así que regresaron al taller y luego terminaron su jornada.
Al día siguiente, un día frío, se encontraron con la noticia de que eran acusados por sabotaje. Él y Cruz trabajaron ese día en la cámara fría y al terminar fueron al sindicato a hablar con el Secretario General. Este le dijo a Roberto que no podía hacer nada y que lo mejor que podía hacer era irse porque estaba desapareciendo mucha gente.
Entonces fue a ver a su padre y le contó lo sucedido; después de un rato su papá lo llevó en auto a su casa. Al llegar supo que habían ido a buscarlo. Un grupo de hombres armados había irrumpido en su hogar, mientras estaba su esposa y sus dos hijos de 9 y 5 años. Aquellos hombres se movilizaban en tres vehículos y revolvieron todo. Dijeron que Roberto debía presentarse lo antes posible.
Antes de ir a buscarlo a él habían secuestrado a Cruz con su mujer, sus dos hijos y un matrimonio vecino.
Roberto fue con su padre a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada. Allí, después de despedir a su papá de mala manera, lo encapucharon y esposaron. Lo llevaron a una celda y lo golpearon en todo el cuerpo. Lo insultaban y decían que él era el jefe de sabotaje.
Luego lo llevaron ante el hombre que había ordenado que lo "ablandaran", quien le dijo "Firmá acá porque sabemos que sos el jefe de los que hacen sabotaje. Firmá porque va a ser mejor". Roberto lo negaba; le siguieron pegando, instándolo a que firmara una falsa confesión. No lo hizo. Lo llevaron entonces a un lugar en el que permaneció solo; sintió que había barrotes.  Roberto no sabe cuánto tiempo pasó allí; según sus compañeros estuvo tres días secuestrado.
Supo después que allí también estaban Cruz y Pastor; ellos también eran interrogados y les decían que Roberto había confesado y firmado una declaración sobre el sabotaje. Quien se ocupaba de interrogarlos a todos era un oficial, oriundo de Entre Ríos, de apellido Pastor.
Roberto fue llevado ante aquel nuevamente y le pareció que estaba siendo grabada su voz. Pastor lo amenazó diciéndole que no existiría una segunda vez y, después de llevarlo a otro sector, le sacaron las esposas y la capucha. Le hicieron firmar un libro grande y lo dejaron en libertad. Quien le hizo firmar aquel libro era el Suboficial Amaya, quien trabajaba de sereno por las tardes en el Swift.
Desde la sede de la Prefectura fue corriendo hasta su casa a reencontrarse con su esposa, sus hijos y su padre. Al día siguiente fueron a ver al Secretario General del Sindicato de la Carne y lo increparon. Este les dijo nuevamente que no pudo hacer nada y le ofreció hacer gestiones para que fuera indemnizado. Pero Roberto no quería dejar de trabajar.
A partir de entonces le hicieron la vida imposible. Transcurrió un tiempo y se separó de su esposa. Recibía amenazas permanentemente en el banco de trabajo en donde tenía sus herramientas, en el vestuario; le dejaban papeles en los que amenazaban con hacer desaparecer a su familia.
Un compañero de trabajo con el que tenía una relación muy cercana, Alfredo, le comentó que el Dr. López Akimenco, Gerente de Relaciones Laborales del Swift y pariente de Alfredo, le había dicho que "a Almada en cualquier momento lo limpian". Roberto fue a hablar y el Gerente le dijo que estaba molestando a la empresa, que lo mejor que podía hacer era irse, que sabían todo sobre él y que su familia corría peligro. Roberto renunció.
Tiempo después aún seguía siendo controlado; un vecino de Prefectura parecía vigilarlo y en la escuela, en la que seguía trabajando, también se sentía espiado.
Los delitos cometidos en perjuicio de Roberto no son investigados en este juicio.

Declaración de María Celeste Balbuena
A continuación se escuchó la declaración de María Celeste Balbuena, hija de Raúl Alberto Balbuena y Norma Raquel Raggio.
Relató que sus padres realizaban trabajos sociales con niños, tareas de capacitación en villas. Su papá, además, trabajaba en el Mercado Regional. Vivían en La Plata y por la persecución que sufrían tuvieron que irse.
El 28 de octubre de 1976 fueron secuestrados en la localidad de Cacharí, Partido de Azul. Estaban en una rueda de amigos jugando a las cartas, cuando llegó un grupo de hombres con armas largas. María Celeste tenía 1 año y medio y su mamá estaba embarazada de 8 meses.
Años después su familia le contó lo que había sucedido esa noche. No dejaron que su padre se despidiera de la familia; sólo alcanzó a pedirle a su hermano Carlos que cuidara a su hija. Después lo encapucharon, también a su mamá, y se los llevaron.
Pasaron los años y su abuelo y su tío hicieron la denuncia ante la CONADEP. Por comentarios supieron que Norma estuvo en la Comisaría de Azul y que luego fue trasladada a La Plata y a Ensenada. También que un cliente de su tío había permanecido secuestrado con Norma.
María Celeste se quedó con su tío Carlos, hermano de su papá, en Cacharí y se contactó con su familia materna hace pocos años. Se encontró con un hermano de su mamá y conoció a sus primos en Tolosa. Fue al Equipo de Argentino de Antropología Forense (EAAF) y dejó su sangre para la posible identificación de los restos de sus padres; también concurrió al Banco Nacional de Datos Genéticos para que el hermano o hermana que busca sea encontrado algún día. Tiene la esperanza de que eso sucederá. Sus padres son pequeños héroes para ella, quisieron lo mejor para su país y, expresó, fue una lástima que hayan arrasado con una juventud tan linda y que las familias hayan quedado destruidas.

Declaración de Hugo Horacio Balbuena
En tercer lugar declaró Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl Alberto Balbuena.
Ellos eran siete hermanos y su papá era albañil. Él comenzó a ayudar a su padre y luego a trabajar en el Mercado Regional de La Plata como sus hermanos Raúl Alberto -Rulo- y Pedro.
Raúl tenía un puesto en el mercado y vivía con Norma Raggio en Tolosa, en la calle 18 y 523. Militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y se juntaba con los chicos del barrio con los que hacían distintas actividades como kermeses, paseos. Se había creado un grupo muy unido de niños en un barrio muy pobre.
Hugo, a quien apodaban Globulito, estaba entrando en la adolescencia y su hermano no lo dejaba participar en las reuniones políticas; era una época complicada. Personas allegadas a Raúl fueron asesinadas o secuestradas. Recordó que Malena Romero vivía a la vuelta de su casa, en la calle 525 entre 116 y 117; tenía un hijo llamado Angelito y su padre era jubilado de la Caballería. Estaba casada con un muchacho de apellido Pérego y fue asesinada. La cuñada de Malena, Rosa Pérego, tuvo noticias de que su marido había sido asesinado en el Bosque en La Plata y que un vecino había participado en ese hecho.
Hugo recordó que su hermano Raúl sabía que eran perseguidos pero, según le dijo, no podía dejar su militancia. Hugo tenía entonces 14 años. Su hermano Raúl decidió con Norma irse de Tolosa y lo hicieron a fines de septiembre, cuando ella cumplía años. Se fueron a Cacharí, en donde vivía otro hermano, Carlos. Allí se acomodaron en una casa y el 28 de octubre de 1976 por la noche, mientras jugaban al truco y unos amigos ensayaban unas canciones, mientras Norma leía el diario en el dormitorio, un grupo de hombres de civil, barbudos, secuestraron a Raúl y a Norma. Estaba su sobrina, María Celeste, que era chiquita, su cuñada Dora y sus dos hijas, Elsa y Luisa, y su hermano Carlos.
Mientras, en su casa estaba viviendo un muchacho de Córdoba a quien llamaban "Tito". Era muy culto, hijo de un militar; estaba casado con una cordobesa y tenía un hijo pequeño. Aquella misma noche lo asesinaron. Había estado hablando con Hugo hasta pasada la medianoche; "Tito" estaba preocupado, deprimido. Cerca de las 4 de la mañana tiraron abajo la puerta y después de un intenso tiroteo lo mataron.
Antes habían atacado y secuestrado a un grupo de militantes que vivía a la vuelta de su casa; en esa oportunidad mataron a un tal "Lobo"; antes había desaparecido Busto.
Tiempo después un cafetero del Mercado, Carlitos Núñez, les trajo noticias de Norma. Le contó que habían estado secuestrados en el Batallón de Infantería de Marina 3 y que Norma le había dicho que su cuñado era "Globulito". Pensaron en ir a pedir por Raúl y por Norma a Antonio José Plaza, arzobispo de La Plata, pero sus padres temían. Más adelante supieron que Plaza no ayudaba a las familias a encontrar a sus seres queridos.
Hugo recordó que su mamá nunca se recuperó; siempre esperó que Raúl regresara, como él, que lo espera aunque sepa que está muerto. Su hermano y Norma lucharon por el pueblo y los mataron por un ideal.
En este juicio no se investigan los delitos cometidos en perjuicio de Raúl Alberto Balbuena ni la apropiación del hijo o hija de Raúl y Norma. Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Norma están imputados Jorge Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Carlos Daniel Núñez
Luego declaró Carlos Daniel Núñez, quien permaneció secuestrado en octubre de 1976.
Recordó que en el año 1976 tenía 17 años y trabajaba en el Mercado Regional de La Plata por la noche. Su hermana, María Rosa Núñez, y su cuñado, Juan Carlos Rodríguez, militaban en la Juventud Peronista (JP); enseñaban a leer, a escribir y estaban siendo perseguidos.
El 16 de octubre de 1976 por la tarde Carlos estaba solo en su casa de la calle 138 entre 41 y 42 de San Carlos, La Plata, durmiendo, cuando un grupo de militares irrumpió buscando a su hermana María Rosa; tenían una foto de ella. Lo ataron con una sábana, le vendaron los ojos y lo trasladaron en el piso de un auto que, según los vecinos, era un Renault Torino.
Hicieron un recorrido corto; al llegar abrieron un portón. Carlos cree que se trataba de la Comisaría 1ra de La Plata, ubicada en calle 53 entre 9 y 10 de La Plata. Allí permaneció un día y, según dijo, el lugar era pequeño.
Al día siguiente lo trasladaron también en auto a otro sitio cercano, un lugar en el que había soldados, el Batallón de Infantería de Marina 3.
Escuchaba campanas y el paso de un tren; por la noche también se escuchaban tiros. Allí lo alojaron con otras cuatro personas: Norma Raquel Raggio, embarazada de ocho meses, quien le contó que la trajeron desde Azul con su marido, pero que él no estaba allí. Ambos militaban en el Movimiento Peronista. Le contó también que tenía familia en La Plata y que sus cuñados Hugo y Pedro trabajan en el Mercado Regional. Carlos los conocía de vender café. Norma tenía muchos dolores, en cualquier momento iba a dar a luz.
También estaba allí un muchacho del que no supo el nombre; prácticamente no hablaba. El único dato que tenía es que era abogado. Las otras dos personas eran Diego Arturo Salas y Elisa Noemí Triana. Carlos recordó que ambos los contenían cuando lloraban; parecía que tenían más experiencia y les daban esperanzas, aunque sabían que ellos no iban a volver a ver a sus dos hijos. Por eso le pidieron a Carlos que cuando saliera se contactara con sus familias.
Los cinco permanecían tirados, atados y con los ojos vendados, alojados en un cuarto de material con una puerta de hierro. No se quedaba nadie con ellos y por eso podían hablar. Por la noche les sacaban las cadenas con las que permanecían atados. Les daban de comer, pero Carlos no podía probar bocado. Para ir al baño eran llevados por el personal que, según pudo deducir por la voz, se trataba de soldados jóvenes. El muchacho, Diego, Elisa y él fueron torturados, pero Norma no.
En dos oportunidades -excepto Norma- fueron trasladados a un lugar distante de allí unos treinta minutos en auto, tal vez Arana. Allí se escuchaban gritos desgarradores de hombres y mujeres. Allí fueron interrogados bajo tortura. A él, en una silla giratoria, pasándole electricidad por el cuerpo, le preguntaban por su hermana y su cuñado.
En el BIM 3 permaneció unos cinco días y, en total, estuvo secuestrados doce días.
Una noche dijeron su nombre. Le sacaron las cadenas y tres hombres se lo llevaron en un auto. Le dijeron que lo iban a liberar. En el BIM 3 quedaron sus cuatro compañeros de cautiverio. Lo dejaron por la madrugada en las cercanías del Hospital Italiano de La Plata. Lo desataron y le dijeron que se sacara la venda cuando no escuchara más el ruido del motor; Carlos pensó que lo iban a matar. Después de un rato hizo lo que le habían indicado y se dirigió a una estación de servicio. Estaba todo lastimado y había perdido 12 kg.
Poco después de ser liberado fue a la casa de la familia Triana y luego a la de la familia Balbuena para darles noticias de que había permanecido secuestrado con Diego, Elisa y Norma.
La familia de Carlos fue muy castigada. Su mamá lo buscó por todas partes y no le daban información. Sus otros dos hermanos, Alejandro y José Enrique, fueron secuestrados después que él. José Enrique declaró el 5 de marzo de 2014 en el juicio que se llevó adelante por delitos cometidos en La Cacha. Su casa fue invadida por los militares. Su hermana María Rosa fue asesinada en abril de 1977. Su mamá se dirigió al BIM 3 para recuperar a su nieto de 3 meses, Gonzalo. En esa época Carlos estaba haciendo el Servicio Militar Obligatorio. Su mamá le escribía y le contaba las gestiones que llevaba adelante. Le contó que fue durante diez días seguidos al BIM 3 para recuperar a su nieto. Un día un auto que ingresaba al Batallón se detuvo y un hombre le dijo que recuperaría a su nieto; un rato después le dieron el nombre y apellido del comisario que estaba a cargo de la Comisaría 8va de La Plata y le dijeron que se dirigiera allí para reclamar por su nieto.
Al llegar el comisario le dijo que se lo entregaría y que, si no lo hubiera reclamado, se lo hubiera quedado. Luego el niño fue entregado en la Casa Cuna de La Plata.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Carlos están imputados Jorge Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Ricardo José Reynoso
Finalmente, fue el turno de Ricardo José Reynoso, quien permaneció secuestrado entre abril de 1976 y 1982.
Relató que había ingresado a trabajar en el Frigorífico Swift en octubre de 1975. Su turno comenzaba después del mediodía y normalmente hacía muchas horas extras; incluso a veces dormía en el comedor. Vivía con una joven y su hijo de 3 años. Le gustaba salir, ir a bailar.
En el frigorífico lo habían apodado "Tarzán" y no tenía actividad gremial, pero estaba en contra de la conducción de Héctor J. Guana. Recordó que en una oportunidad pararon la grasería por tres días reclamando una reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas. También que realizaban algunas reuniones en la terraza del Swift, participando en ellas compañeros del Partido Peronista Auténtico, Montoneros, Partido Comunista Revolucionario (PCR) y otros independientes como él.
Después del golpe de Estado en marzo de 1976 el frigorífico siguió como siempre, pero más vigilado. Él tenía 26 años. En esa época estuvo ausente un tiempo por enfermedad y cuando se reincorporó un compañero le dijo que se fuera, que lo estaban buscando. Pero Ricardo no quiso dejar a su pareja.
El 22 de abril de 1976 por la madrugada lo secuestraron de la calle 57 y 133 en Los Hornos. Vio venir una camioneta con cuatro o cinco marinos y un auto atrás. Al llegar le preguntaron el nombre y luego lo encapucharon, le ataron las manos en la espalda y lo apuntaron con un fusil en la nuca.
Lo llevaron por un camino que fue reconociendo poco a poco, al ir pasando las vías que se encontraban fuera de La Plata en dirección a Berisso. Se dio cuenta de que lo llevaban a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo tiraron al suelo, lo patearon e insultaron. Le preguntaban si sabía en dónde estaba; al responderles afirmativamente se enseñaban aún más. Ricardo tenía mucho miedo; escuchaba torturas detrás de un puerta.
Allí estaban con él Etchepare, otro compañero al que llamaban "Buscanido" y no sabe si estaba allí el Roberto "El Negro" Páez, subdelegado de Mecánica del Swift, o Pérez, que trabajaba en el Astillero Río Santiago.
Lo interrogaron por gente conocida del Swift, torturándolo con el paso de electricidad por su cuerpo. En aquel lugar no permaneció ni un día. Cree que fue por la mañana cuando en un Ford Falcon lo trasladaron con otras cuatro personas haciendo el recorrido anterior en dirección a La Plata.
Los trasladaron a las dependencias que la Policía de la Provincia de Buenos Aires tiene en la calle 1 y 60 de La Plata. Dijo que la marina los depositó allí a ellos y muchos otros.
Allí vio y vivió cosas terribles. Entre las personas con las que permaneció secuestrado recordó al secretario de taxistas, a un muchacho que tenía la cabeza hinchada por la tortura, a Vladimiro Jorge "El Ruso" Klimaseski -que tenía sarnilla-. Dijo que también había mujeres secuestradas y que muchas de ellas fueron vejadas.
En aquel lugar les daban apenas de comer; un hombre grandote, borracho, les llevaba los restos de comida que tiraban en la basura. No los llevaban al baño para hacer sus necesidades ni para higienizarse. Las vendas que les tapaban los ojos estaban hechas con frazada; todos padecían conjuntivitis y una mujer policía les ponía colirio.
En aquel lugar permaneció tres meses. Luego fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde estuvo cinco años y cuatro meses. Al llegar su piel estaba completamente afectada por las condiciones en las que había permanecido sin poder higienizarse.
Había sido trasladado con Kiril Chakaroff Nicolof, Vladimiro Jorge Klimaseski, Pedro Niselsky, Roberto Páez, Pérez y otros trabajadores de Propulsora Siderúrgica.
Los primeros meses estuvieron bien pero, con el cambio de autoridades en la cárcel, comenzó un calvario para todos. Pudo reconocer que personal de aquella cárcel que se desempeñaba en la Sección Tratamiento era la que realizaba tareas de seguridad en el Frigorífico.
Por medio del Decreto Secreto nro. 571 / 1976 del 26 de mayo de 1976 se dispuso su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210635)
Por medio del Decreto Secreto 1391 / 1980 del 14 de julio de 1980 se denegó el pedido de salida del país.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=22A7B3FBFBFDE9B14E96AEC8C305743C?id=213279)
Por medio del Decreto Secreto nro. 1821 / 1981 del 30 de octubre de 1981 se modificó la forma de arresto -libertad vigilada por la Policía Federal en la Capital Federal-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214508)
También por medio del Decreto Secreto nro. 2016 / 1981 del 20 de noviembre de 1981 -libertad vigilada por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214231)
Y nuevamente por medio del Decreto Secreto nro. 26 / 1982 del 7 de enero de 1982 -libertad vigilada por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso y La Plata-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214374)
Por medio del Decreto Secreto nro. 1064 / 1982 del 31 de mayo de 1982 quedó sin efecto su detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214620)
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Ricardo están imputados Eduardo Antonio Meza y Luis Rocca.
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Por último, el tribunal informó la resolución que tomó sobre la petición de la defensa de Antonio Vañek para que fuera apartado del juicio.
Explicaron que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de Capital Federal -en la causa "Plan Cóndor"- rechazó dos veces un pedido similar. Por su parte, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de la misma jurisdicción -en la causa ESMA- solicitó pericias médicas y aún no se pronunció sobre el mismo pedido. Aquí, el tribunal integrado por los jueces César Álvarez, Germán Castelli y Carlos Rozanski indicaron que es innecesario convocar a una junta médica, tal como lo solicitaron los representantes del Ministerio Pública Fiscal Juan Nogueira y Hernán Schapiro. Sostuvieron que los peritajes efectuados son contundentes y que pudieron comprobar las capacidades del imputado al tomarle declaración indagatoria al iniciarse este proceso. Por todo ello no hicieron lugar al pedido de apartamiento y Vañek continuará siendo juzgado por la privación ilegítima de la libertad de Mario Horacio Revoledo.
*

La próxima audiencia fue convocada para el lunes 14 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Ángel Oscar Revoledo, Adolfo Oscar Lanau, Diego Revoledo, Alicia Susana Bordoni, Estela de la Cuadra, Elda Nelly Albazúa y Rodolfo Albazúa.

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