En la jornada del lunes 31
de agosto de 2015 se escucharon cinco declaraciones.
Declaración de Roberto Ángel
Almada
En primer lugar declaró
Roberto Ángel Almada, quien permaneció secuestrado en el invierno de 1977.
Relató que de joven estudió
en una escuela industrial. En 1964 ingresó a trabajar en el Frigorífico Armour
de Berisso. Tres años después sumó otro trabajo: ingresó en el Frigorífico
Swift. En 1970 cerró el Armour y fue suspendido en el Swift; las exportaciones
habían bajado. Entonces trabajó unos ocho meses en el Astillero Río Santiago y
luego volvió al Swift y, más adelante, en 1975, trabajó simultáneamente por un
año en la Destilería de YPF en Ensenada.
Roberto vivía en Berisso,
cerca de la Plaza Almafuerte. Estaba casado y tenía dos hijos. En 1974 fue
elegido Subdelegado de Mantenimiento en el Swift. En esa época en el
frigorífico eran unos setecientos compañeros de todos los oficios: caldereros,
carpinteros, soldadores, mecánicos, albañiles, pintores, fresadores.
En 1975 hubo elecciones
gremiales. El Secretario General en aquella época era Héctor J. Guana. Se hizo
una reunión de delegados porque se reformaría el estatuto y Roberto asistió;
estaba entre los que no querían que se llevara adelante la reforma. Como era
subdelegado no le dieron la palabra; el mismo Guana le dijo que no tenía ni voz
ni voto. Desde entonces se sucedieron los enfrentamientos con aquel. Ese mismo
año, más adelante, al jubilarse el delegado de su sección, Roberto pasó a
ocupar ese cargo.
Normalmente en el Swift
había dos delegados a la mañana, uno a la noche y él por la tarde. Después del
golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue el único delegado que continuaba
presentándose. Debía hacer los pedidos que le comunicaban sus compañeros: ropa,
comida para aquellos que trabajaban más de nueve horas, bonificaciones
salariales por categoría.
También a partir del golpe
cambiaron los directivos del frigorífico. Personal militar se hizo cargo de los
talleres, del personal, a pesar de que no contaban con el conocimiento más
elemental sobre las tareas que se realizaban en aquella industria, y
desplazaron a los empleados que contaban con la experiencia adecuada.
En aquella época Roberto
tenía 32 años y comenzó a dar clases en la Escuela Industrial de Berisso por
las mañanas. Mientras tanto en el frigorífico echaban gente, iban avanzando
sobre los derechos de los trabajadores y Roberto confrontaba frecuentemente con
sus nuevos jefes.
El frigorífico era muy
grande y para realizar algunas reparaciones formaban equipos de trabajo. Un día
de julio o agosto de 1977 había que soldar una chapa en un sector en el que
caían los animales después de ser dormidos. Formaron un equipo Juan Córdoba
-soldador eléctrico-, Eduardo Cruz -oxiginista-, Roberto como oficial
especializado y Raúl Pastor como ayudante, quien por la mañana trabajaba en el
Astillero Río Santiago. Después de terminar la reparación no pudieron verificar
que todo estuviera en orden, así que regresaron al taller y luego terminaron su
jornada.
Al día siguiente, un día
frío, se encontraron con la noticia de que eran acusados por sabotaje. Él y
Cruz trabajaron ese día en la cámara fría y al terminar fueron al sindicato a
hablar con el Secretario General. Este le dijo a Roberto que no podía hacer nada
y que lo mejor que podía hacer era irse porque estaba desapareciendo mucha
gente.
Entonces fue a ver a su
padre y le contó lo sucedido; después de un rato su papá lo llevó en auto a su
casa. Al llegar supo que habían ido a buscarlo. Un grupo de hombres armados
había irrumpido en su hogar, mientras estaba su esposa y sus dos hijos de 9 y 5
años. Aquellos hombres se movilizaban en tres vehículos y revolvieron todo.
Dijeron que Roberto debía presentarse lo antes posible.
Antes de ir a buscarlo a él
habían secuestrado a Cruz con su mujer, sus dos hijos y un matrimonio vecino.
Roberto fue con su padre a
la sede de la Prefectura Naval en Ensenada. Allí, después de despedir a su papá
de mala manera, lo encapucharon y esposaron. Lo llevaron a una celda y lo
golpearon en todo el cuerpo. Lo insultaban y decían que él era el jefe de
sabotaje.
Luego lo llevaron ante el
hombre que había ordenado que lo "ablandaran", quien le dijo
"Firmá acá porque sabemos que sos el jefe de los que hacen sabotaje. Firmá
porque va a ser mejor". Roberto lo negaba; le siguieron pegando,
instándolo a que firmara una falsa confesión. No lo hizo. Lo llevaron entonces
a un lugar en el que permaneció solo; sintió que había barrotes. Roberto no sabe cuánto tiempo pasó allí;
según sus compañeros estuvo tres días secuestrado.
Supo después que allí
también estaban Cruz y Pastor; ellos también eran interrogados y les decían que
Roberto había confesado y firmado una declaración sobre el sabotaje. Quien se
ocupaba de interrogarlos a todos era un oficial, oriundo de Entre Ríos, de
apellido Pastor.
Roberto fue llevado ante
aquel nuevamente y le pareció que estaba siendo grabada su voz. Pastor lo
amenazó diciéndole que no existiría una segunda vez y, después de llevarlo a
otro sector, le sacaron las esposas y la capucha. Le hicieron firmar un libro
grande y lo dejaron en libertad. Quien le hizo firmar aquel libro era el
Suboficial Amaya, quien trabajaba de sereno por las tardes en el Swift.
Desde la sede de la
Prefectura fue corriendo hasta su casa a reencontrarse con su esposa, sus hijos
y su padre. Al día siguiente fueron a ver al Secretario General del Sindicato
de la Carne y lo increparon. Este les dijo nuevamente que no pudo hacer nada y
le ofreció hacer gestiones para que fuera indemnizado. Pero Roberto no quería
dejar de trabajar.
A partir de entonces le
hicieron la vida imposible. Transcurrió un tiempo y se separó de su esposa.
Recibía amenazas permanentemente en el banco de trabajo en donde tenía sus
herramientas, en el vestuario; le dejaban papeles en los que amenazaban con
hacer desaparecer a su familia.
Un compañero de trabajo con
el que tenía una relación muy cercana, Alfredo, le comentó que el Dr. López
Akimenco, Gerente de Relaciones Laborales del Swift y pariente de Alfredo, le
había dicho que "a Almada en cualquier momento lo limpian". Roberto
fue a hablar y el Gerente le dijo que estaba molestando a la empresa, que lo
mejor que podía hacer era irse, que sabían todo sobre él y que su familia
corría peligro. Roberto renunció.
Tiempo después aún seguía
siendo controlado; un vecino de Prefectura parecía vigilarlo y en la escuela,
en la que seguía trabajando, también se sentía espiado.
Los delitos cometidos en
perjuicio de Roberto no son investigados en este juicio.
Declaración de María Celeste
Balbuena
A continuación se escuchó la
declaración de María Celeste Balbuena, hija de Raúl Alberto Balbuena y Norma
Raquel Raggio.
Relató que sus padres
realizaban trabajos sociales con niños, tareas de capacitación en villas. Su
papá, además, trabajaba en el Mercado Regional. Vivían en La Plata y por la
persecución que sufrían tuvieron que irse.
El 28 de octubre de 1976
fueron secuestrados en la localidad de Cacharí, Partido de Azul. Estaban en una
rueda de amigos jugando a las cartas, cuando llegó un grupo de hombres con
armas largas. María Celeste tenía 1 año y medio y su mamá estaba embarazada de
8 meses.
Años después su familia le
contó lo que había sucedido esa noche. No dejaron que su padre se despidiera de
la familia; sólo alcanzó a pedirle a su hermano Carlos que cuidara a su hija.
Después lo encapucharon, también a su mamá, y se los llevaron.
Pasaron los años y su abuelo
y su tío hicieron la denuncia ante la CONADEP. Por comentarios supieron que
Norma estuvo en la Comisaría de Azul y que luego fue trasladada a La Plata y a
Ensenada. También que un cliente de su tío había permanecido secuestrado con
Norma.
María Celeste se quedó con
su tío Carlos, hermano de su papá, en Cacharí y se contactó con su familia
materna hace pocos años. Se encontró con un hermano de su mamá y conoció a sus
primos en Tolosa. Fue al Equipo de Argentino de Antropología Forense (EAAF) y
dejó su sangre para la posible identificación de los restos de sus padres;
también concurrió al Banco Nacional de Datos Genéticos para que el hermano o
hermana que busca sea encontrado algún día. Tiene la esperanza de que eso
sucederá. Sus padres son pequeños héroes para ella, quisieron lo mejor para su
país y, expresó, fue una lástima que hayan arrasado con una juventud tan linda
y que las familias hayan quedado destruidas.
Declaración de Hugo Horacio
Balbuena
En tercer lugar declaró Hugo
Horacio Balbuena, hermano de Raúl Alberto Balbuena.
Ellos eran siete hermanos y
su papá era albañil. Él comenzó a ayudar a su padre y luego a trabajar en el
Mercado Regional de La Plata como sus hermanos Raúl Alberto -Rulo- y Pedro.
Raúl tenía un puesto en el
mercado y vivía con Norma Raggio en Tolosa, en la calle 18 y 523. Militaba en
la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y se juntaba con los chicos del barrio
con los que hacían distintas actividades como kermeses, paseos. Se había creado
un grupo muy unido de niños en un barrio muy pobre.
Hugo, a quien apodaban
Globulito, estaba entrando en la adolescencia y su hermano no lo dejaba
participar en las reuniones políticas; era una época complicada. Personas
allegadas a Raúl fueron asesinadas o secuestradas. Recordó que Malena Romero
vivía a la vuelta de su casa, en la calle 525 entre 116 y 117; tenía un hijo
llamado Angelito y su padre era jubilado de la Caballería. Estaba casada con un
muchacho de apellido Pérego y fue asesinada. La cuñada de Malena, Rosa Pérego,
tuvo noticias de que su marido había sido asesinado en el Bosque en La Plata y
que un vecino había participado en ese hecho.
Hugo recordó que su hermano
Raúl sabía que eran perseguidos pero, según le dijo, no podía dejar su
militancia. Hugo tenía entonces 14 años. Su hermano Raúl decidió con Norma irse
de Tolosa y lo hicieron a fines de septiembre, cuando ella cumplía años. Se
fueron a Cacharí, en donde vivía otro hermano, Carlos. Allí se acomodaron en
una casa y el 28 de octubre de 1976 por la noche, mientras jugaban al truco y
unos amigos ensayaban unas canciones, mientras Norma leía el diario en el
dormitorio, un grupo de hombres de civil, barbudos, secuestraron a Raúl y a
Norma. Estaba su sobrina, María Celeste, que era chiquita, su cuñada Dora y sus
dos hijas, Elsa y Luisa, y su hermano Carlos.
Mientras, en su casa estaba
viviendo un muchacho de Córdoba a quien llamaban "Tito". Era muy
culto, hijo de un militar; estaba casado con una cordobesa y tenía un hijo
pequeño. Aquella misma noche lo asesinaron. Había estado hablando con Hugo
hasta pasada la medianoche; "Tito" estaba preocupado, deprimido.
Cerca de las 4 de la mañana tiraron abajo la puerta y después de un intenso
tiroteo lo mataron.
Antes habían atacado y
secuestrado a un grupo de militantes que vivía a la vuelta de su casa; en esa
oportunidad mataron a un tal "Lobo"; antes había desaparecido Busto.
Tiempo después un cafetero
del Mercado, Carlitos Núñez, les trajo noticias de Norma. Le contó que habían
estado secuestrados en el Batallón de Infantería de Marina 3 y que Norma le
había dicho que su cuñado era "Globulito". Pensaron en ir a pedir por
Raúl y por Norma a Antonio José Plaza, arzobispo de La Plata, pero sus padres
temían. Más adelante supieron que Plaza no ayudaba a las familias a encontrar a
sus seres queridos.
Hugo recordó que su mamá
nunca se recuperó; siempre esperó que Raúl regresara, como él, que lo espera
aunque sepa que está muerto. Su hermano y Norma lucharon por el pueblo y los
mataron por un ideal.
En este juicio no se
investigan los delitos cometidos en perjuicio de Raúl Alberto Balbuena ni la
apropiación del hijo o hija de Raúl y Norma. Por la privación ilegítima de la
libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Norma están imputados Jorge
Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando
Guitián.
Declaración de Carlos Daniel
Núñez
Luego declaró Carlos Daniel
Núñez, quien permaneció secuestrado en octubre de 1976.
Recordó que en el año 1976
tenía 17 años y trabajaba en el Mercado Regional de La Plata por la noche. Su
hermana, María Rosa Núñez, y su cuñado, Juan Carlos Rodríguez, militaban en la
Juventud Peronista (JP); enseñaban a leer, a escribir y estaban siendo
perseguidos.
El 16 de octubre de 1976 por
la tarde Carlos estaba solo en su casa de la calle 138 entre 41 y 42 de San
Carlos, La Plata, durmiendo, cuando un grupo de militares irrumpió buscando a
su hermana María Rosa; tenían una foto de ella. Lo ataron con una sábana, le
vendaron los ojos y lo trasladaron en el piso de un auto que, según los
vecinos, era un Renault Torino.
Hicieron un recorrido corto;
al llegar abrieron un portón. Carlos cree que se trataba de la Comisaría 1ra de
La Plata, ubicada en calle 53 entre 9 y 10 de La Plata. Allí permaneció un día
y, según dijo, el lugar era pequeño.
Al día siguiente lo
trasladaron también en auto a otro sitio cercano, un lugar en el que había
soldados, el Batallón de Infantería de Marina 3.
Escuchaba campanas y el paso
de un tren; por la noche también se escuchaban tiros. Allí lo alojaron con
otras cuatro personas: Norma Raquel Raggio, embarazada de ocho meses, quien le
contó que la trajeron desde Azul con su marido, pero que él no estaba allí. Ambos
militaban en el Movimiento Peronista. Le contó también que tenía familia en La
Plata y que sus cuñados Hugo y Pedro trabajan en el Mercado Regional. Carlos
los conocía de vender café. Norma tenía muchos dolores, en cualquier momento
iba a dar a luz.
También estaba allí un
muchacho del que no supo el nombre; prácticamente no hablaba. El único dato que
tenía es que era abogado. Las otras dos personas eran Diego Arturo Salas y
Elisa Noemí Triana. Carlos recordó que ambos los contenían cuando lloraban;
parecía que tenían más experiencia y les daban esperanzas, aunque sabían que
ellos no iban a volver a ver a sus dos hijos. Por eso le pidieron a Carlos que
cuando saliera se contactara con sus familias.
Los cinco permanecían
tirados, atados y con los ojos vendados, alojados en un cuarto de material con
una puerta de hierro. No se quedaba nadie con ellos y por eso podían hablar.
Por la noche les sacaban las cadenas con las que permanecían atados. Les daban
de comer, pero Carlos no podía probar bocado. Para ir al baño eran llevados por
el personal que, según pudo deducir por la voz, se trataba de soldados jóvenes.
El muchacho, Diego, Elisa y él fueron torturados, pero Norma no.
En dos oportunidades
-excepto Norma- fueron trasladados a un lugar distante de allí unos treinta
minutos en auto, tal vez Arana. Allí se escuchaban gritos desgarradores de
hombres y mujeres. Allí fueron interrogados bajo tortura. A él, en una silla
giratoria, pasándole electricidad por el cuerpo, le preguntaban por su hermana
y su cuñado.
En el BIM 3 permaneció unos
cinco días y, en total, estuvo secuestrados doce días.
Una noche dijeron su nombre.
Le sacaron las cadenas y tres hombres se lo llevaron en un auto. Le dijeron que
lo iban a liberar. En el BIM 3 quedaron sus cuatro compañeros de cautiverio. Lo
dejaron por la madrugada en las cercanías del Hospital Italiano de La Plata. Lo
desataron y le dijeron que se sacara la venda cuando no escuchara más el ruido
del motor; Carlos pensó que lo iban a matar. Después de un rato hizo lo que le
habían indicado y se dirigió a una estación de servicio. Estaba todo lastimado
y había perdido 12 kg.
Poco después de ser liberado
fue a la casa de la familia Triana y luego a la de la familia Balbuena para
darles noticias de que había permanecido secuestrado con Diego, Elisa y Norma.
La familia de Carlos fue muy
castigada. Su mamá lo buscó por todas partes y no le daban información. Sus
otros dos hermanos, Alejandro y José Enrique, fueron secuestrados después que
él. José Enrique declaró el 5 de marzo de 2014 en el juicio que se llevó
adelante por delitos cometidos en La Cacha. Su casa fue invadida por los
militares. Su hermana María Rosa fue asesinada en abril de 1977. Su mamá se
dirigió al BIM 3 para recuperar a su nieto de 3 meses, Gonzalo. En esa época
Carlos estaba haciendo el Servicio Militar Obligatorio. Su mamá le escribía y
le contaba las gestiones que llevaba adelante. Le contó que fue durante diez
días seguidos al BIM 3 para recuperar a su nieto. Un día un auto que ingresaba
al Batallón se detuvo y un hombre le dijo que recuperaría a su nieto; un rato
después le dieron el nombre y apellido del comisario que estaba a cargo de la
Comisaría 8va de La Plata y le dijeron que se dirigiera allí para reclamar por
su nieto.
Al llegar el comisario le
dijo que se lo entregaría y que, si no lo hubiera reclamado, se lo hubiera
quedado. Luego el niño fue entregado en la Casa Cuna de La Plata.
Por la privación ilegítima
de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Carlos están imputados
Jorge Alberto Errecaborde, José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo
Fernando Guitián.
Declaración de Ricardo José
Reynoso
Finalmente, fue el turno de
Ricardo José Reynoso, quien permaneció secuestrado entre abril de 1976 y 1982.
Relató que había ingresado a
trabajar en el Frigorífico Swift en octubre de 1975. Su turno comenzaba después
del mediodía y normalmente hacía muchas horas extras; incluso a veces dormía en
el comedor. Vivía con una joven y su hijo de 3 años. Le gustaba salir, ir a
bailar.
En el frigorífico lo habían
apodado "Tarzán" y no tenía actividad gremial, pero estaba en contra
de la conducción de Héctor J. Guana. Recordó que en una oportunidad pararon la
grasería por tres días reclamando una reducción de la jornada laboral de ocho a
seis horas. También que realizaban algunas reuniones en la terraza del Swift,
participando en ellas compañeros del Partido Peronista Auténtico, Montoneros,
Partido Comunista Revolucionario (PCR) y otros independientes como él.
Después del golpe de Estado
en marzo de 1976 el frigorífico siguió como siempre, pero más vigilado. Él
tenía 26 años. En esa época estuvo ausente un tiempo por enfermedad y cuando se
reincorporó un compañero le dijo que se fuera, que lo estaban buscando. Pero
Ricardo no quiso dejar a su pareja.
El 22 de abril de 1976 por
la madrugada lo secuestraron de la calle 57 y 133 en Los Hornos. Vio venir una
camioneta con cuatro o cinco marinos y un auto atrás. Al llegar le preguntaron
el nombre y luego lo encapucharon, le ataron las manos en la espalda y lo
apuntaron con un fusil en la nuca.
Lo llevaron por un camino
que fue reconociendo poco a poco, al ir pasando las vías que se encontraban
fuera de La Plata en dirección a Berisso. Se dio cuenta de que lo llevaban a la
sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Allí lo tiraron al suelo, lo
patearon e insultaron. Le preguntaban si sabía en dónde estaba; al responderles
afirmativamente se enseñaban aún más. Ricardo tenía mucho miedo; escuchaba
torturas detrás de un puerta.
Allí estaban con él
Etchepare, otro compañero al que llamaban "Buscanido" y no sabe si
estaba allí el Roberto "El Negro" Páez, subdelegado de Mecánica del
Swift, o Pérez, que trabajaba en el Astillero Río Santiago.
Lo interrogaron por gente
conocida del Swift, torturándolo con el paso de electricidad por su cuerpo. En
aquel lugar no permaneció ni un día. Cree que fue por la mañana cuando en un
Ford Falcon lo trasladaron con otras cuatro personas haciendo el recorrido
anterior en dirección a La Plata.
Los trasladaron a las
dependencias que la Policía de la Provincia de Buenos Aires tiene en la calle 1
y 60 de La Plata. Dijo que la marina los depositó allí a ellos y muchos otros.
Allí vio y vivió cosas
terribles. Entre las personas con las que permaneció secuestrado recordó al
secretario de taxistas, a un muchacho que tenía la cabeza hinchada por la
tortura, a Vladimiro Jorge "El Ruso" Klimaseski -que tenía sarnilla-.
Dijo que también había mujeres secuestradas y que muchas de ellas fueron
vejadas.
En aquel lugar les daban
apenas de comer; un hombre grandote, borracho, les llevaba los restos de comida
que tiraban en la basura. No los llevaban al baño para hacer sus necesidades ni
para higienizarse. Las vendas que les tapaban los ojos estaban hechas con
frazada; todos padecían conjuntivitis y una mujer policía les ponía colirio.
En aquel lugar permaneció
tres meses. Luego fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde
estuvo cinco años y cuatro meses. Al llegar su piel estaba completamente
afectada por las condiciones en las que había permanecido sin poder
higienizarse.
Había sido trasladado con
Kiril Chakaroff Nicolof, Vladimiro Jorge Klimaseski, Pedro Niselsky, Roberto
Páez, Pérez y otros trabajadores de Propulsora Siderúrgica.
Los primeros meses
estuvieron bien pero, con el cambio de autoridades en la cárcel, comenzó un
calvario para todos. Pudo reconocer que personal de aquella cárcel que se
desempeñaba en la Sección Tratamiento era la que realizaba tareas de seguridad
en el Frigorífico.
Por medio del Decreto
Secreto nro. 571 / 1976 del 26 de mayo de 1976 se dispuso su arresto a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=210635)
Por medio del Decreto
Secreto 1391 / 1980 del 14 de julio de 1980 se denegó el pedido de salida del
país.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=22A7B3FBFBFDE9B14E96AEC8C305743C?id=213279)
Por medio del Decreto
Secreto nro. 1821 / 1981 del 30 de octubre de 1981 se modificó la forma de
arresto -libertad vigilada por la Policía Federal en la Capital Federal-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214508)
También por medio del
Decreto Secreto nro. 2016 / 1981 del 20 de noviembre de 1981 -libertad vigilada
por la Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214231)
Y nuevamente por medio del
Decreto Secreto nro. 26 / 1982 del 7 de enero de 1982 -libertad vigilada por la
Policía de la Provincia de Buenos Aires en Berisso y La Plata-.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214374)
Por medio del Decreto
Secreto nro. 1064 / 1982 del 31 de mayo de 1982 quedó sin efecto su detención a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=214620)
Por la privación ilegítima
de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Ricardo están
imputados Eduardo Antonio Meza y Luis Rocca.
*
Por último, el tribunal
informó la resolución que tomó sobre la petición de la defensa de Antonio Vañek
para que fuera apartado del juicio.
Explicaron que el Tribunal
Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de Capital Federal -en la causa "Plan
Cóndor"- rechazó dos veces un pedido similar. Por su parte, el Tribunal
Oral en lo Criminal Federal nro. 5 de la misma jurisdicción -en la causa ESMA-
solicitó pericias médicas y aún no se pronunció sobre el mismo pedido. Aquí, el
tribunal integrado por los jueces César Álvarez, Germán Castelli y Carlos
Rozanski indicaron que es innecesario convocar a una junta médica, tal como lo
solicitaron los representantes del Ministerio Pública Fiscal Juan Nogueira y
Hernán Schapiro. Sostuvieron que los peritajes efectuados son contundentes y
que pudieron comprobar las capacidades del imputado al tomarle declaración
indagatoria al iniciarse este proceso. Por todo ello no hicieron lugar al
pedido de apartamiento y Vañek continuará siendo juzgado por la privación
ilegítima de la libertad de Mario Horacio Revoledo.
*
La próxima audiencia fue
convocada para el lunes 14 de septiembre a partir de las 9.30 hs. Se prevé la
declaración de Ángel Oscar Revoledo, Adolfo Oscar Lanau, Diego Revoledo, Alicia
Susana Bordoni, Estela de la Cuadra, Elda Nelly Albazúa y Rodolfo Albazúa.
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