En la jornada del
lunes 21 de septiembre de 2015 se escucharon seis declaraciones.
Declaración de
Dionisio Puz
En primer lugar
declaró Dionisio Puz, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y 1978.
Dionisio es de
Ensenada y vivía a diez cuadras de la sede de la Prefectura Naval.
A los 14 años ingresó en Astillero Río Santiago como aprendiz; luego trabajó
allí como carpintero. Relató que, entre las enseñanzas que recibían, les hacían
aprender los grados militares para que pudieran saludar a aquellos miembros de la Armada que pululaban en el
lugar. El jefe de personal del Astillero, Stefenon, era de aquella arma.
Relató que ya hacía
más de diez años que trabajaba en el Astillero cuando fue elegido por sus
compañeros para la comisión que debía redactar el Convenio Colectivo de Trabajo
en 1975. Para eso tenían que ir al sindicato, del que se sabía que colaboraba
con la represión. Dionisio dijo que los que no pensaban igual era perseguidos
por el gremio, incluso eran amenazados con armas. Recordó que Juan Carlos Marín
era el que colaboraba en forma más evidente, pero había otros.
Por un conflicto
gremial la dirección del Astillero decidió cerrar; era incierto cuándo
volverían a trabajar. El 30 de marzo de 1976 volvieron a abrir las puertas. Se
hizo una fila enorme de trabajadores. Personal uniformado del Ejército o la Armada estaba apostado con
listas en la entrada y controlaban el documento de cada uno de los
trabajadores; según lo que comentaban entre ellos, algunos venían de Bahía
Blanca. Aquellos cuyos nombres aparecían en la lista eran apartados a un
costado. Eso le pasó a Dionisio.
Dos uniformados con
armas largas lo llevaron hasta su puesto de trabajo, pegándole y amenazándolo
en el trayecto. Al llegar al taller le hicieron abrir su ropero y lo revisaron;
estaban allí el jefe de sección, el capataz y otros compañeros de trabajo.
A continuación lo
llevaron a donde estaba la guardia del Astillero; le decían "la
pecera". Allí permaneció un rato con otros compañeros que estaban siendo
secuestrados como él; recordó, entre otros, a Balardini, Luis Alberto Díaz,
María del Carmen Miranda, Américo Horacio Piccinini.
Los mantuvieron
allí hasta que terminó el operativo. Luego los encapucharon y los tiraron en un
camión y después de un rato los condujeron a la sede de la Prefectura Naval
en Ensenada; Dionisio pudo darse cuenta de ello por los ruidos y el camino que
realizaron.
Allí permaneció un
día y medio o dos, vendado, encapuchado. Al comienzo, durante varias horas, lo
hicieron permanecer parado con las manos levantadas contra la pared, recibiendo
golpes en las costillas de aquellos que pasaban por allí. Luego lo hicieron
sentar y más tarde le sacaron fotos. En algún momento le dieron de comer un
sándwich de milanesa y lo interrogaron sobre la bomba que había estallado el
año anterior en la
Fragata Santísima Trinidad; también sobre compañeros de
trabajo.
En una camioneta lo
llevaron a él y a otros con destino incierto. Se dirigieron al Batallón de
Infantería de Marina 3 en donde hicieron descender a algunas personas; recordó
entre esas a María del Carmen Miranda. Dionisio y el resto continuaron el
recorrido hasta la
Unidad Penitenciaria nro. 9. Allí fueron recibidos con
patadas y trompadas.
Entre otros
compañeros que estuvieron allí encarcelados mencionó a Balardini, Edgardo José
Cardinali, Luis Ricardo Córdoba, Nicolás Luis Di Mattía, Ricardo Parulsky, Juan
Pombo, Félix Rodríguez, Ricardo Rodríguez, Hugo Ernesto Ruiz Díaz, todos del
Astillero. Allí permaneció dos años y cuatro meses y fue liberado en 1978.
Por medio del
Decreto Secreto nro. 571 / 1976 de fecha 26 de mayo de 1976 quedó arrestado a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=2996C0D49BE6CDF6A309C78AE373B655?id=210635)
Por medio del
Decreto Secreto 1617 / 1978 del 18 de julio de 1978 quedó sin efecto su arresto
a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=6BA64CCBA9A61B2F01601C087EB8C6F6?id=212305)
Al salir de la
cárcel no se podía acercar al Astillero, afirmó. No podía trabajar en empresas
del Estado incluso en democracia; había conseguido un trabajo en la Escuela Naval y fue
despedido poco después. También su hermano perdió su trabajo allí. Fueron años
muy difíciles.
Recién en 2006 fue
reincorporado al Astillero, del cual había sido echado; pasó treinta años como
paria por culpa de un Estado ausente. Hoy Dionisio tiene 68 años y, como otros,
no puede jubilarse. A pesar de todos los trámites que realizó con sus
compañeros no obtuvieron respuestas y siguen luchando para que les reconozcan
su derecho a tener una jubilación.
También recordó que
la dirección del Astillero, el gremio y las Fuerzas Armadas estuvieron de
acuerdo en la represión. Su gremio colaboró muchísimo en la confección de
listas negras para que los detuvieran, un gremio cuyas autoridades
permanecieron hasta llegada la democracia.
Por la privación
ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Dionisio
sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.
Declaración de
Miguel Ángel Revoledo
A continuación se
escuchó la declaración de Miguel Ángel Revoledo, hermano de Mario Horacio
Revoledo.
Relató que su padre
y su hermano Mario trabajaban en la Destilería La Plata de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales (YPF). Vivían en Berisso y Mario militaba en Montoneros.
Su otro hermano,
Ángel Oscar, trabajaba en el Frigorífico Swift y había ingresado también en
YPF. El día del golpe de Estado, en marzo de 1976, al ir a cobrar una quincena
fue secuestrado desde su lugar de trabajo.
Miguel recordó que
poco más de un año después vieron movimientos sospechosos en torno a su casa.
Un helicóptero del Ejército descendió hasta una altura muy baja en un terreno
lindante. Días después un camión de Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires
(SEGBA) rondaba la zona.
Cerca de las 19 hs
del 16 de mayo de 1977 llegaron a su casa unos veinte hombres vestidos de
civil, que se movían en cuatro o cinco autos. Estaban en su casa su mamá, su
papá, la esposa de Ángel -que estaba en la cárcel- con sus dos hijos pequeños,
la esposa de Mario con sus dos hijos también pequeños y él. Los reunieron a
todos en la casa de Mario y dos hombres permanecieron toda la noche con ellos
en la casa; afuera, en un auto, otros dos vigilaban.
Su hermano Mario
llegó de trabajar al día siguiente por la mañana temprano. Lo atraparon y se lo
llevaron. Con la esposa de Mario hicieron averiguaciones en distintas
dependencias policiales, la
Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos
Aires, la Brigada
de Investigaciones La Plata ;
también ante el Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Nunca tuvieron
ninguna noticia sobre su paradero.
Por la privación
ilegítima de la libertad de su hermano, Mario Oscar Revoledo, están imputados
Juan Carlos Herzberg y Antonio Vañek.
Declaración de
Mirta Amalia Sarnachiaro
En tercer lugar
declaró Mirta Amalia Sarnachiaro, hija de Marta Isabel Cáneva.
Relató que su papá
murió cuando ella tenía 3 años. Su mamá volvió a formar pareja con Raúl
Alejandro Aguirre, a quien considera su padre del corazón. Ambos trabajaban en
el Frigorífico Swift de Berisso.
El 24 de marzo de
1976 Raúl fue secuestrado en la puerta del Frigorífico y llevado a la sede de la Prefectura Naval
en Ensenada, luego a la
Base Naval y finalmente a la Unidad Penitenciaria
nro. 9, en donde permaneció hasta el 10 mayo de aquel año.
Poco tiempo después
secuestraron a su mamá y a Raúl de su casa. Ella tenía 6 años y estaba presente
con su hermano. Quienes los secuestraron robaron y rompieron todo. Un día y
medio después su mamá regresó; luego lo hizo Raúl. Ambos habían sido
torturados.
El 14 de julio de
1976 un segundo operativo tuvo lugar en su casa. Tuvo las mismas
características que el anterior: robaron, rompieron, secuestraron a su madre y
a Raúl. Ella y su hermano fueron llevados al baño y los secuestradores,
uniformados de verde, les dijeron que no salieran hasta que hubiera pasado una
hora. Sin embargo, al salir el operativo aún no había terminado y pudieron ver
en la puerta de su casa camionetas del tipo Ford Falcon rural. En aquella
oportunidad también secuestraron a Reyna Ramona Leguizamón, vecina y
trabajadora del Frigorífico.
Mirta y su hermano
se quedaron solos y fueron a la casa de otra hermana, quien estaba casada con
un comisario de la Policía
de la Provincia
de Buenos Aires y se encontraba embarazada de 6 meses. Su cuñado hizo
averiguaciones para saber qué había pasado con Marta, Raúl y Reyna. Según les
dijo después, su madre regresaría pero Reyna no.
Pasó un tiempo y su
madre fue liberada, desnuda, en la calle 60 y 128 de Berisso. Les contó que
Reyna pateaba e insultaba a quienes la secuestraron y que permanecieron juntas
en el mismo lugar -el Batallón de Infantería de Marina 3- atadas y
encapuchadas, aunque podían hablar. Simularon fusilarlas a ambas y las
torturaron. A la medianoche sacaron a su madre de la celda y cuando la llevaron
nuevamente Reyna ya no estaba allí.
Por otra parte,
Raúl fue llevado de la sede de la Prefectura Naval a la Base Naval ; en el
trayecto le arrancaron todas las uñas de las manos. Fue liberado unos tres o
cuatro meses después.
En su declaración
Mirta recordó que su madre, después de ser liberada, tenía en la piel una
especie de sarpullido, como si fueran marcas de picaduras: eran las marcas del
paso de la electricidad por su cuerpo. Su mamá era diabética y su salud quedó
muy quebrantada después del secuestro. Murió en 1979 y Mirta fue a vivir con su
hermana, quien murió tres años más tarde. El Estado destruyó su familia.
Los delitos
cometidos en perjuicio de Raúl Alejandro Aguirre, Marta Isabel Cáneva y Reyna
Ramona Leguizamón no son investigados en este juicio.
Declaración de Juan
Alberto Magliaro
Luego se escuchó la
declaración de Juan Alberto Magliaro, quien presenció el operativo en el que
secuestraron a Osvaldo Enrique Busetto.
Relató que una
tarde del año 1976, cerca de las 19 hs, iba caminando por la calle 7 entre 53 y
54 de La Plata. Había
mucha gente por el horario. Frente a él vio venir a un joven corriendo,
esquivando gente y cruzando desde la vereda en que él estaba hacia la Plaza San Martín.
Al mismo tiempo un
Renault Torino blanco o gris llegó con dos o tres personas vestidas de civil;
uno bajó y gritó "¡Alto!". Mientras el joven estaba cruzando le
dispararon y lo hirieron. Otros dos autos se acercaron; uno de ellos era un
Renault Torino azul; abrieron el baúl de este y en él introdujeron al joven
herido. Los autos se fueron en contramano.
Tiempo después su
dentista y amigo de la infancia Juan Carlos Busetto le comentó que habían
secuestrado a su hermano Osvaldo. Por su parte, Juan Alberto le comenta lo que
había vivido en el centro de La
Plata y llegaron a la conclusión de que había presenciado el
secuestro de Osvaldo. Juan Alberto los conocía a ambos del barrio, vivían a
pocas cuadras y siempre jugaba al fútbol con Juan Carlos.
Por la privación
ilegítima de la libertad de Osvaldo Enrique Busetto sólo está imputado Jorge
Alberto Errecaborde.
Declaración de
Erminia Elena Galván
En quinto lugar
declaró Erminia Elena Galván, hija de Miguel Orlando Galván.
Pudo reconstruir
cómo murió su padre a partir de lo que su madre y sus abuelos le contaron.
Miguel, su papá, murió cuando ella tenía menos de 1 año. Era abogado, tenía 27
años, había dejado de trabajar en la Municipalidad y hacía poco había abierto su
estudio con un compañero. Era abogado de presos políticos, militaba en la Juventud Peronista
desde la facultad y estaba relacionado con Montoneros; dijo no saber mucho más.
Habían acordado que
su madre fuera a conocer el estudio el 19 de octubre de 1976; en esa
oportunidad también conocería a Roberto Pampillo, el socio de su padre. Porque
no le gustaba como le quedaba una pollera que había comprado para la ocasión,
su madre decidió dejar el encuentro para otro día. Su padre fue a buscarla para
ver qué había sucedido y luego regresó a su estudio.
Cerca de las 4 de
la mañana su tío materno fue hasta su casa para dar la noticia de que Miguel
había sido asesinado en el estudio. También dijo que al día siguiente una amiga
suya iría a ayudar a su madre.
Esta le contó que
al día siguiente salió en un diario de La Plata la noticia sobre un
"enfrentamiento" en el estudio de su padre; pero decía que allí
también se encontraba su esposa.
Su madre fue
llevada al día siguiente y ella y su hermano permanecieron con sus abuelos
maternos. El papá de su mamá era marino retirado y comenzó a hacer gestiones
para recuperar el cuerpo de Miguel. Se lo entregaron el 21 de octubre en una
repartición de la marina, según le contó años más tarde su abuela. También le
dijo que fue a través de otro marino conocido de su abuelo, pero no conocía el
nombre.
Durante un tiempo
sus abuelos, su hermano y ella vivieron en Punta Alta, en la casa de una tía
abuela, también casada con un marino. Cuando aquella fue internada en el
Hospital Naval no le permitieron a su abuela ingresar a verla; le dijeron que
estaba en una lista negra y sugirieron que se fuera.
Finalmente, fueron
a vivir a Córdoba. Volvieron a encontrarse con su madre a fines de año. Sobre
el tiempo que estuvo ausente, su madre le contó que no le hicieron nada y que
la protegieron.
Erminia dijo que no
recuerda a su padre, no tiene anécdotas con él, pero que se siente orgullosa de
su memoria y compromiso; se trató de una gran ausencia con la que se acostumbró
a vivir.
Declaración de
Facundo Luis Galván
Finalmente, fue el
turno de Facundo Luis Galván, hijo de Miguel Orlando Galván.
Como su hermana,
relató los incidentes que rodearon la muerte de su padre a partir de lo que le
contó su madre y lo que pudo investigar en estos años. Facundo tenía 1 año
recién cumplido cuando mataron a Miguel.
Recordó que
militaba en Montoneros y en una Villa de Los Hornos. El 19 de octubre de 1976
tenían que estar todos en el nuevo estudio: su papá, su mamá, su hermana, él y
el socio de su padre, Roberto Pampillo, quien hoy se encuentra desaparecido.
Su mamá le comentó
con el tiempo que su padre estaba siendo perseguido y otros compañeros de
militancia, cercanos a él, habían sido secuestrados. También que Montoneros la
escondió después del asesinato de su padre.
Agregó que su
abuelo materno encontró los restos de su padre; en el cuerpo tenía pintadas las
letras "N.N.". Posteriormente su abuelo paterno lo llevó a la Provincia de San Juan,
en donde lo inhumó en el panteón familiar.
Su hermana y él
fueron cuidados por sus abuelos maternos hasta que se reencontraron con su
madre en Punta Alta. Luego siguió un periplo por distintas casas de familiares,
hasta que fueron recibidos por primos de su abuelo y se quedaron a vivir en
Córdoba Capital.
Durante muchos años
le ocultaron la figura de su padre. Cuando su hermana y él eran pequeños les
decían que había muerto en un accidente de tránsito. Al ser más grandes su
madre les contó lo que había pasado. Facundo dijo que no tuvo una figura
paterna y que lo más doloroso es que alguien pierda la vida por sus ideales.
Por el homicidio de
Miguel Orlando Galván están imputados Jorge Alberto Errecaborde y Roberto
Eduardo Fernando Guitián.
*
En la audiencia
anterior habían anunciado la declaración de Luis Alfredo Mendoza; este solicitó
que se lo exima de prestar declaración.
*
La próxima
audiencia fue convocada para el miércoles 23 de septiembre a partir de las 9.30
hs. Se prevé la declaración de Raúl Horacio Pastor, Jacinto Medina, Mario
Dotto, Argimiro Fernández y Raúl Kraiselburd.
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