En la jornada del
miércoles 5 de agosto de 2015 se escucharon cuatro declaraciones.
Declaración de
Mario Alberto Peláez
En primer lugar,
fue el turno de Mario Alberto Peláez, quien fue secuestrado en dos
oportunidades: en enero y marzo de 1976.
Durante dos años
realizó tareas de albañilería en el Batallón de Infantería de Marina 3 antes de
ingresar a trabajar en el Astillero Río Santiago. Entre otras cosas tuvo que
pintar las celdas que el batallón tenía en un edificio cercano al Hospital
Naval. Esas celdas tenían un camastro de hormigón armado y eran muy cerradas.
Después de ingresar
al Astillero fue subdelegado de la Sección Maniobras.
En el año 1975 se encontraban todos luchando por un aumento salarial y otras
reivindicaciones. Se trataba de una situación laboral complicada en la que se
encontraban todas las fábricas.
El gremio que les
correspondía era la
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), pero el
Astillero contaba con un ala de más de cien delegados que no eran reconocidos
por aquel, un ala combativa a la que Mario pertenecía. Destacó que el gremio
les ponía trabas para cualquier tipo de gestión que quisieran llevar adelante.
También que ellos tenían más representatividad que los delegados de ATE, que
defendían al gobierno de María Estela Martínez.
Mario se enfrentó
con el Secretario General de ATE, Juan Roberto "el polaco" Horvath,
por la discusión salarial. En aquel momento querían que María Estela Martínez
fuera madrina del barco que se botaría. Los trabajadores aseguraron que
estarían allí haciendo sus reclamos, por lo que las autoridades decidieron
suspender el acto.
Por su parte, el
Director del Astillero, Capitán Enrique Carranza, solía llamar a solas a Mario
para conversar con él sobre lo sucedido en las asambleas. Ante el malestar de
sus compañeros, resolvieron entre todos que formarían una comisión de siete
trabajadores para entrevistarse con el marino. Carranza no aceptó conversar con
ellos.
Durante una
movilización para informar sobre el conflicto salarial, Mario y otros dos
compañeros del Astillero fueron detenidos por personal militar y permanecieron
alojados en la Comisaría
de Ensenada. Allí había mucha gente y los tuvieron aparte en el patio de la
comisaría. En un momento llegó el Secretario General de ATE Ensenada, Juan
Carlos Marín, y refiriéndose a Mario y sus compañeros les dijo a los policías:
"Estos son Montoneros".
Entre octubre y
noviembre de 1975 secuestraron al delegado de su sección, Silvio René Marotte,
por lo que Mario pasó a ser delegado.
Era el mes de enero
y pensaba irse de vacaciones. Había organizado una reunión en su casa en
Berisso que duró hasta pasada la medianoche. Ese 16 de enero, cerca de las 4 de
la mañana, tiraron abajo la puerta de la casa. Se encontraban su mamá, su papá,
sus cuatro hermanos y el hijo pequeño de una de sus hermanas a quien apuntaron
con un arma. A Mario lo encapucharon con la funda de la almohada y se lo
llevaron.
Años más tarde supo
que las personas que lo secuestraron ingresaron por la casa de su vecino Hugo
Zárate, Segundo Jefe de Comunicaciones de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires.
Inmediatamente lo
trasladaron al Batallón de Infantería de Marina 3. Mario reconoció el trayecto
que hicieron por la iluminación de las calles que daban acceso a aquel. También
reconoció el ruido del portón al ingresar, ya que conocía muy bien las
instalaciones del lugar por haber trabajado allí durante dos años.
Lo encerraron solo
en una celda, de la que lo sacaban para interrogarlo bajo tortura con golpes y
el paso de electricidad. Esperaban a que se recuperara y volvían a torturarlo.
Le preguntaban nombres y direcciones de otros trabajadores. También sobre la
bomba que había hundido la
Fragata Santísima Trinidad el año anterior y por la muerte de
un sargento que transportaba pan cuando lo mataron. En seis oportunidades
simularon fusilarlo.
Perdió la noción
del tiempo; no sabía si era de día o de noche. Apenas pudo ver por una
ventanita que daba al fondo del Hospital Naval. No le dieron de comer ni de
beber. Incluso simulaban estar torturando a su padre, pero Mario nunca lo
creyó.
El lugar de tortura
era en una especie de cochera, ubicada un poco más abajo que el nivel del
terreno. Actualmente no hay pruebas visibles de la construcción.
Permaneció en aquel
lugar unos cuatro o cinco días. Entonces lo llevaron vendado y con las manos
atadas a un lugar no muy lejano de allí, a unos quince minutos de trayecto en
auto, tal vez a Infantería de la
Policía de la
Provincia de Buenos Aires. Lo dejaron tirado en ese lugar
oscuro durante un día aproximadamente.
Lo fueron a buscar,
lo hicieron subir en la parte de atrás de un auto y viajaron mucho. Entonces lo
obligaron a descender y lo dejaron en medio de un descampado. Un tiempo después
se animó a moverse y vio que cerca de allí estaba la garita de un guarda del
ferrocarril. Este paró un tren, le dio plata y le indicó que se bajara en la
estación de Temperley y allí tomara otro tren a La Plata. Era la
madrugada. Mario estaba lastimado, ensangrentado, con la ropa desgarrada y sin
zapatos. En la estación pudo ver el diario con la noticia sobre varios
trabajadores muertos en la zona.
Al llegar a La Plata tomó el colectivo y
caminó hacia su casa. Dos vecinos que salían a trabajar lo ayudaron a llegar.
Se enteró de que tanto el barrio como el Astillero se habían movilizado por su
desaparición. La fábrica estaba tomada; toda la zona se encontraba parada no
sólo por él, sino por todos los secuestros y asesinatos que se repetían.
Mario fue al
Astillero; el personal jerárquico hizo que lo revisaran en la enfermería y
luego, en el comedor, sus compañeros improvisaron un palco desde el cual habló.
Agradeció a sus compañeros y dijo que no existían garantías sobre su vida. Esa
fue la última vez que entró en el Astillero. Tiempo después le enviaron un
telegrama para que se presentara a cobrar el salario atrasado y fue despedido
por aplicación de la ley antisubversiva. Le debían un mes y medio de sueldo y
las vacaciones, que nunca se las pagaron.
También supo que
ATE Ensenada, a cargo de Marín, no apoyó el reclamo por su desaparición. Más
adelante, el Astillero mandó a hacer una puerta para reemplazar la que habían
roto cuando lo secuestraron. Su familia sufrió once operativos en los que de a
poco fueron robándose todo.
Mario se fue de su
casa; se mudó con un compañero que había ingresado hacía poco en el Astillero.
El 23 de marzo de 1976 lo secuestraron por segunda vez. Él estaba viviendo
cerca de la Comisaría
8va de La Plata. Aquel
día la policía rodeó la zona y lo secuestraron con otro muchacho estudiante,
muy parecido a él.
La policía lo
torturó en el auto en el que los secuestraron. Aún conserva las cicatrices de
los golpes que le dieron entonces. Además lo torturaron con picana con la ropa
puesta.
Luego los liberaron
no muy lejos de la casa de su familia. Fue hacía allí, pero antes de llegar vio
varios autos detenidos en la puerta. Se dirigió entonces a la Parroquia San Miguel
Arcángel, en la que había sido monaguillo, siempre acompañado por el muchacho
que habían secuestrado con él; nunca supo su nombre.
El cura se asustó
al verlo. Le dio ropa limpia y le curó las heridas. Tiempo después supo ese
cura, Laureano Diez, era Capellán de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires.
Después de esto
Mario se autoexilió; casi nadie sabía en dónde estaba. Se fue a vivir y
trabajar en Temperley como albañil. Más adelante formó pareja con Clara Lisa
Kultmann, militante de la
Juventud Peronista de Florencio Varela. Con ella convivía en
una casa, cercana a la de los padres de la joven. La familia provenía de una
colonia alemana de la
Provincia de Misiones. Por aquel entonces Mario trabajaba en
Quilmes y Clara había tenido que dejar su trabajo en la Municipalidad de
Temperley. Un día, al regresar de trabajar, supo que la casa de los padres de
Clara había quedado como abandonada. Ese día hubo un operativo en la zona y
desde entonces no tuvo más noticias de Clara ni de sus padres. Ella se
encontraba embarazada de 7 meses.
El tiempo pasó y se
fue a vivir al Partido de la
Costa , en donde pudo poner en pie un comercio. Hace unos
quince años regresó a Berisso. Más adelante le devolvieron su trabajo en el
Astillero, pero con tareas en la Capital Federal , por lo que tenía que viajar
cuatro horas diarias. Ahora cuenta con una dispensa por problemas de salud.
Después de tantos años en la clandestinidad, de trabajos informales, de no
poder regresar al Astillero, teniendo edad para jubilarse no puede hacerlo.
Mario dijo: "Por causa del Gobierno, por causa de las Fuerzas Armadas, por
causa de la fábrica y por causa también del sindicato ATE Ensenada de ese
momento nosotros pasamos todo lo que pasamos. Entonces creo, como mínimo, un
resarcimiento económico... pero no que nos den plata, que vayan y nos
reconozcan legalmente los años de aportes que no tenemos".
Otros trabajadores
se encuentran en la misma situación que él; hasta ahora no lograron que
atendieran sus reclamos. Dijo también que hoy en el Astillero hay malas
condiciones para trabajar. La dirigencia sindical del pasado y del presente
está desconectada de los trabajadores. Opinó que, a diferencia de ellos, él
puede estar en el Astillero y vivir feliz con el respeto de sus pares.
Mario recordó a sus
compañeros asesinados, Fortunato Agustín "Nato" Andreucci y José Luis
"Buendía" Lucero y pidió justicia por los treinta años de su vida, de
su juventud con los que pagó.
Por la privación
ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Mario están
imputados José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.
Declaración de
Pedro Niselsky
A continuación se
escuchó la declaración de Pedro Niselsky, quien permaneció secuestrado entre
marzo de 1976 y noviembre de 1980.
Pedro trabajó en el
Frigorífico Armour hasta que cerró a fines de 1969; allí se desempeñaba en el
sector de Mantenimiento. A partir de entonces pasó a trabajar al Frigorífico
Swift.
En 1971 fue
detenido por aplicación de la Ley
17.401, Régimen de represión del comunismo. Permaneció detenido cerca de cinco
meses en la
Unidad Penitenciaria nro. 9. En aquel entonces fue despedido
del Frigorífico, pero al quedar en libertad fue reincorporado.
Tiempo después se
acogió al retiro voluntario, ya que no le satisfacían las condiciones de
trabajo del lugar. Consiguió ingresar entonces al Astillero Río Santiago. Allí
apoyaba la representación de Oscar Flamini, delegado de la sección Fundición e
integrante del Partido Comunista (PC), no reconocida por la Asociación de
Trabajadores del Estado (ATE).
Pedro trabajaba en
el Astillero Río Santiago por la mañana y por las tardes hacía tareas de
albañilería. En la semana del 24 de marzo de 1976 el Astillero había suspendido
su actividad por orden de la dirección. El jueves 25 Pedro estaba trabajando
por la mañana en una casa cercana a la suya en Berisso y regresó al mediodía
para comer. Mientras almorzaban, personal de la Armada rodeó la manzana e
irrumpieron con golpes y patadas. Revisaron toda la casa, lo vendaron,
encapucharon y se lo llevaron. A unos metros lo hicieron subir en un micro en
el que había más gente.
Hicieron un recorrido
hasta llegar a la sede de la Prefectura Naval Argentina en Ensenada. Allí los
obligaron a bajar a los empujones. Luego tuvieron que permanecer parados con
las manos en alto contra la pared. Después de unas horas los condujeron hasta
un ferry o lancha, dentro de la cual amenazaban con matarlos y tirarlos al río.
Eran aproximadamente veinte personas secuestradas.
Al bajar de la
lancha fueron conducidos a una edificación; algunos conocían el lugar. Fueron
instalados en un galpón que tenía camas y les sacaron la venda de los ojos.
Allí eran cerca de cincuenta personas, muchos trabajadores del Astillero y de
Propulsora. Por la noche lo llevaron a otro lugar, en donde lo interrogaron con
golpes por la bomba que había hundido la Fragata Santísima
Trinidad el año anterior y por sus actividades y las de sus compañeros del
Frigorífico Swift. Luego lo condujeron nuevamente al lugar en donde estaban los
demás y pudo sacarse la capucha. Recordó que en aquel lugar vio a Luis Alberto
Díaz, Julio Alberto Machado, Hugo Ernesto Ruiz Díaz.
En una oportunidad
fue al baño, en donde pudo observar hacia afuera e identificó que se encontraba
en las instalaciones de la
Escuela Naval. En aquel lugar permaneció hasta el domingo 28
de marzo. Entonces los juntaron, les ataron las manos y los hicieron marchar en
fila india hasta una embarcación. Una vez que bajaron de ella los condujeron a
un micro y los llevaron a la Unidad Penitenciaria nro. 9.
En aquel penal los
recibieron con golpes, patadas, trompadas; hubo muchos heridos. El Director del
Penal se presentó y pidió que el personal que no era de la cárcel se retirara.
Luego les sacaron las capuchas.
En la UP 9, además de los que habían
sido trasladados con él desde la Escuela Naval , se encontró con un grupo de
compañeros que habían permanecido secuestrados en Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, 1 y 60 de La Plata.
La mayoría eran trabajadores del Frigorífico Swift. En la
cárcel compartió la celda con Juan Alejandro Aguirre durante dos o tres meses.
Por medio del
Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Después de la UP 9 fue llevado a la Cárcel de Caseros, en donde
estuvo 1 año y 5 meses. En total permaneció secuestrado 3 años y 8 meses.
Por medio del
Decreto Secreto nro. 2370 / 1980 de fecha 13 de noviembre de 1980 quedó sin
efecto su detención.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=0B5DF5F96CD78940BD86941974948EA5?id=213159)
Pedro también se
refirió al asesinato de su esposa, Reyna Ramona Leguizamón, quien fue
secuestrada el 14 de julio de 1976 con una vecina, Marta Cáneva. Ambas fueron
llevadas al Batallón de Infantería de Marina 3, en donde las dejaron en una
celda, tapadas con una frazada. Por la noche sacaron de la celda a Marta y
cuando regresó a aquella Reyna ya no estaba allí. Marta fue liberada y murió
poco después por complicaciones de salud como consecuencia del secuestro. Los
restos de Reyna fueron encontrados en el camino comunal que une José Ferrari
con la Ruta Provincial
nro. 36, en Bartolomé Bavio, Partido de Magdalena.
Pedro destacó que
el sindicato no hizo ninguna gestión por su secuestro ni el de los demás
trabajadores. El Astillero, además de colaborar con las fuerzas armadas, tenía
espías dentro de la fábrica para señalar a los trabajadores. El Estado lo tuvo
preso sin causa ni proceso.
Al salir en
libertad concurrió en varias oportunidades al Astillero para poder hablar con
las autoridades por su reincorporación; nunca lo dejaron pasar. Entre el año
2001 y 2002 recomenzaron a gestionar la reincorporación con otros compañeros,
sin obtener respuesta hasta el año 2006. En julio de aquel año, treinta años
después de su despido, volvió a trabajar en el Astillero. Hoy Pedro tiene 73
años y problemas graves de audición. Como otros también fue dispensando, pero
no puede jubilarse. A pesar de las múltiples gestiones, ni la Nación ni la Provincia quieren
reconocer los años en que no pudo hacer aportes por culpa de la represión
estatal. Su gremio, ATE, tampoco parece escucharlo. Pedro dijo que jubilarse,
además de ser su derecho, es una reivindicación.
Por la privación ilegítima
de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Pedro sólo está
imputado Carlos José Ramón Schaller. Los delitos cometidos en perjuicio de su
esposa no son investigados en esta causa.
Declaración de
Miguel Reinaldo Aguirre
En tercer lugar
declaró Miguel Reinaldo Aguirre, quien permaneció secuestrado entre marzo de
1976 y diciembre de 1977.
Miguel trabajaba en
el Frigorífico Swift desde las 4 de la mañana hasta el mediodía; luego, hasta
la noche, lo hacía en una estación de servicio en calle 48 y Diagonal 77 en La Plata. Vivía con su
esposa y sus tres hijos.
El 24 de marzo de
1976 fue a trabajar como todos los días. Del Frigorífico lo hicieron regresar
porque ese día no había producción. Al día siguiente pasó lo mismo. Al llegar
cerca de su casa hombres uniformados de azul le pidieron sus documentos. Luego
le vendaron los ojos, lo encapucharon y lo secuestraron.
Lo condujeron en
una lancha a la Escuela
Naval , aunque en el momento no sabía adónde era llevado. En
aquella lancha se encontraba con otras personas también secuestradas y eran
todos amenazados con que serían arrojados al río.
En la Escuela Naval
permaneció en un lugar que tenía camas cuchetas con colchones y frazadas.
Permanecían tirados todo el día y les dieron de comer y beber. No lo
interrogaron. Allí vio a su hermano Roberto.
Miguel recordó que
el domingo 28 de marzo, temprano por la tarde, les vendaron los ojos, los
ataron, los llevaron nuevamente en lancha y luego en micro a la Unidad Penitenciaria
nro. 9. Pasó un año y diez meses hasta que fue liberado.
Por medio del
Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Por medio del
Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 quedó sin
efecto la detención a disposición del Poder Ejecutivo.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Al ser liberado se presentó
en el Frigorífico Swift, pero no lo reincorporaron; nunca recibió ningún
documento sobre su despido. A partir de entonces trabajó informalmente y luego
en una cooperativa de taxis.
Miguel tiene hoy 75
años y declaró por primera vez. Los delitos cometidos en su perjuicio no son
investigados en esta causa.
Declaración de
Roberto Miguel Aguirre
Finalmente, fue el
turno de Roberto Miguel Aguirre, hermano de Miguel Reinaldo. Permaneció
secuestrado entre marzo y mayo de 1976.
Roberto tenía dos
hijos pequeños, de 4 y 6 años, y trabajaba en el Frigorífico Swift.
El 25 de marzo de
1976 fue secuestrado cuando se dirigía a su trabajo. Fue llevado en una
camioneta Chevrolet de la
Prefectura Naval Argentina a la sede de aquella fuerza en Ensenada.
Allí le tomaron sus datos personales y lo hicieron permanecer parado en un
pasillo con las manos en la nuca y los ojos vendados. No lo interrogaron pero
sí lo golpearon en la cabeza. Por la noche, cerca de las 22 hs., lo hicieron
subir a un micro, en donde le ataron las manos al pasamanos de un asiento. Fue
conducido al Astillero Río Santiago y de allí lo hicieron embarcar en una
lancha. Roberto pensó que era el fin de su vida. La lancha estaba llena de
gente. El viaje duró unos diez o quince minutos.
Los hicieron
descender, amenazándolos con que no se sacaran las vendas de los ojos, y los
introdujeron en los dormitorios del personal de la Marina , un salón con camas
cuchetas.
Al amanecer lo
sacaron de aquel salón con los ojos vendados y pudo escuchar una conversación
en la que se preguntaban quién era él. Lo llevaron al lugar anterior
nuevamente, en donde fue reconocido por el Oficial Amaya, con quien jugaba al
fútbol a menudo. Este le informó que sus dos hermanos, Miguel Reinaldo y Juan
Alejandro, estaban secuestrados también en ese lugar.
Al día siguiente
por la noche, el 27 de marzo, le vendaron los ojos y lo trasladaron en la
lancha de nuevo. Después de un trayecto en micro, en el que había otras
personas, llegaron a la
Unidad Penitenciaria nro. 9 al amanecer. Los golpearon al
bajar y quedó alojado allí incomunicado junto a compañeros conocidos del
Astillero y del Frigorífico.
Roberto permaneció
en la UP 9
cincuenta y seis días sin ninguna acusación. Al salir supo que había sido
echado del Frigorífico, sin haber sido indemnizado, y de la estación de
servicio en la que trabajaba.
Tiempo después
padeció otro operativo en su casa; personal de la policía y tal vez del
ejército rompieron todo buscando a un hombre que ya no vivía más allí.
Su hermano, Juan
Alejandro, quien permaneció secuestrado en similares circunstancias a las de su
otro hermano, falleció en un accidente de auto. Por disposición del Decreto
Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 Juan quedó detenido a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Y por medio del
Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 cesó su
arresto.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Los delitos
cometidos en perjuicio de Roberto y Juan no son investigados en esta causa.
*
Cerca del fin de la
jornada, el tribunal resolvió por mayoría que los acusados deben concurrir a
las audiencias, aunque puede permanecer fuera del recinto en donde estas se
desarrollan. Por su parte, el juez Germán Castelli opinó que no es necesario
que los acusados sean trasladados para asistir.
*
La próxima
audiencia fue convocada para el lunes 10 de agosto a partir de las 9.30 hs. Se
prevé la declaración de Luis Aníbal Rivadeneira, Luis María Digaetano, Ana
María Nievas, Perla Amelia Diez y Rubén Emilio Schaposnik.
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