En
la jornada del miércoles 12 de agosto de 2015 se escucharon cinco
declaraciones.
Declaración
de Carlos Hugo Perdomo
En
primer lugar declaró Carlos Hugo Perdomo, quien permaneció secuestrado a partir
de marzo de 1976 unos tres o cuatro meses.
Carlos
tenía 26 años y trabajaba en Propulsora Siderúrgica.
Eran
los primeros días después del golpe y un grupo de hombres de la Prefectura se
presentó en su casa buscándolo. Él se encontraba en la casa de su novia y después
de que un tío le avisara que lo estaban buscando, se presentó en la sede de la
Prefectura Naval en Ensenada.
Lo
hicieron subir en una camioneta y lo llevaron con otras dos o tres personas
secuestradas a una oficina en la Destilería de YPF. Permanecieron allí un rato
y luego los condujeron en la misma camioneta, nuevamente, a la sede de la
Prefectura, en donde permaneció uno o dos días encapuchado.
Carlos
describió el edificio de la Prefectura, ubicado cerca del Astillero, como un
chalet antiguo frente a la Aduana.
Después
fue llevado a una embarcación y en ella a la Escuela Naval. Recordó que en el
trayecto le robaron el anillo y el reloj. Lo hicieron bajar, subir una
escalerita. En aquel momento creía que lo iban a tirar al río. Lo dejaron en un
calabozo oscuro, con una cama de cemento, sin abrigo. A su lado había una chica
de Ensenada, que vivía cerca de la cancha de Defensores de Cambaceres y
trabajaba en el Astillero. Con ella hablaba por la noche pero no podía verla.
Carlos
no sabe cuánto tiempo permaneció allí encapuchado. Le hicieron firmar papeles,
lo maltrataban, especialmente un hombre de Prefectura, grandote. Sabía que
había otras personas en sus mismas condiciones, pero no supo quiénes eran.
Recordó que estar allí era horrible, se escuchaban gritos; no pudo comer aunque
le dieron pan.
Un
día lo trasladaron con otros secuestrados en lancha o ferry y luego en micro a
la Unidad Penitenciaria nro. 9. Al bajar recibieron una paliza bárbara, según
recordó.
Allí
permaneció unos tres o cuatro meses y compartió la celda con Alberto Dizzini,
periodista. También recordó a Héctor Emilio Galeazzi, trabajador del Astillero
Río Santiago.
Un
día fue liberado y a partir de entonces llevó la vida como pudo. La empresa lo
había echado por faltar, aunque sabían que estaba secuestrado. Viajó a Brasil,
en donde estuvo cuatro meses solo, perdido. Prefirió volver y se fue a vivir a
casa de su novia, con quien se casó. Permaneció un año encerrado, sin querer
salir, sin trabajar. En aquel tiempo comenzó a padecer vitiligo. Carlos dijo
que es muy difícil explicar lo que sentía en aquel momento y más aun
entenderlo.
Por
la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de
Carlos sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.
Declaración
de Jorge Alberto Arri
A
continuación se escuchó la declaración de Jorge Alberto Arri, quien permaneció
secuestrado entre marzo y mayo de 1976.
Jorge
fue aprendiz en la Base Naval durante tres años. Más adelante fue Jefe de Turno
en Propulsora Siderúrgica; allí fue elegido delegado por sus compañeros. Como
otros estaba en contra de la representación de la Unión Obrera Metalúrgica
(UOM) porque no defendía los reclamos de los trabajadores. Como delegado no
recibió amenazas pero, afirmó, tal vez haya sido marcado por la empresa o el
sindicato. Recordó que en una ocasión empujó a Rubén Manuel Diéguez -Secretario
Adjunto a cargo de la Secretaría General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)
La Plata, Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT) La
Plata y diputado provincial por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI)
electo el 11 de marzo de 1973- en un palco y comenzó a hablar ante los
trabajadores. Recordó que en aquellos años se paraba la fábrica por el pedido
de aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo.
Jorge
fue secuestrado de su domicilio en Berisso el 24 de marzo de 1976. Había dejado
la puerta de su casa abierta, como era su costumbre. Lo despertaron militares
rodeando la cama. Lo obligaron a levantarse, se vistió y lo encapucharon. Lo
llevaron a un jeep y con este hasta un micro, en donde había otras personas
secuestradas. Después de un recorrido de tres o cuatro horas, en el que fueron
secuestrando a otras personas por Berisso, llegaron a la sede de la Prefectura
Naval en Ensenada.
En
un salón muy grande los dejaron a todos tirados en el piso, boca abajo,
encapuchados y tapados con sus propios abrigos. Eran cerca de cuarenta personas
secuestradas. Entre estas recordó a Carmelo Cipollone, Luis Devaric y Jorge
Dumas Matkovic, intendente de Berisso. También se refirió a la violación de dos
mujeres, "Maruca" del Partido Comunista (PC) y una muchacha tal vez
llamada "Coca".
Por
la noche los trasladaron hasta una embarcación o ferry; tenían los ojos
vendados y las manos atadas. Quienes estaban a cargo del traslado los
amenazaban con tirarlos al río. Fueron llevados a la Escuela Naval y allí
permanecieron encerrados.
En
una oficina fue interrogado por un hombre, quien le preguntaba por compañeros
de Propulsora y por compañeros asesinados y desaparecidos. Le sacaron la
capucha durante el interrogatorio y le hicieron firmar unos papeles. Lo
amenazaban y también simularon fusilarlo. Jorge cree que allí permaneció unos
dos o tres días.
Entonces
los condujeron nuevamente al ferry y después a las dependencias de la
Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en calle 1 y 60 de la
ciudad de La Plata.
En
aquel lugar estaban con los ojos vendados, encadenados a unas camas. Todo era
grande, según recordó. Había camas y permanecían acostados todo el día. No
podían hablar y había personas que los vigilaban constantemente. Les daban de
comer con los ojos vendados. Por las noches sacaban a las personas secuestradas
para fusilarlas o llevarlas a torturar.
Después
fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9 en un micro. Se refirió
entonces a lo que otros ya contaron: al descender del micro debían pasar entre
dos filas paralelas formadas por personal de la cárcel y de otros lugares al
tiempo que eran golpeados salvajemente.
Permaneció
en aquella cárcel dos meses. Recordó que al principio tomaban con alegría la
noticia de la liberación de algún compañero. Sin embargo, con el tiempo se
volvió un hecho amargo, ya que supieron que después de liberar a dos compañeros
estos habían sido asesinados.
Al
ser liberado quiso continuar trabajando en Propulsora. Su esposa había enviado
un telegrama a la empresa informándoles sobre su detención. Jorge no podía
entrar a trabajar en la planta, pero tampoco tenía ninguna constancia de haber
sido despedido. La empresa le ofreció dinero varias veces, hasta que finalmente
lo aceptó y firmó la renuncia.
Como
en otras declaraciones en este juicio, recordó las entrevistas con Cortelletti;
dijo que todos iban a hablar con él y que no hace mucho fue despedido de Propulsora.
Jorge
trató de conseguir trabajo, pero lo echaban al enterarse de que había estado
preso. Trabajó en una hilandería poco más de un mes; luego en una línea de
colectivos. Eso fue lo más triste para él, que lo echaran de todos lados. Luego
hizo trabajos de albañilería y de todo un poco para salir adelante.
Hace
poco tiempo, al tramitar una pensión graciable, tuvo acceso a documentos que la
inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires tenía sobre él.
Entonces vio la declaración que le hicieron firmar cuando fue interrogado hace
treinta y nueve años.
Los
delitos cometidos en perjuicio de Jorge no son investigados en este juicio.
*
Antes
del cuarto intermedio, la abogada querellante Guadalupe Godoy se refirió a la
legislación vigente en la época por la que se le impidió a Luis María Digaetano
poder estudiar en la Universidad Nacional de La Plata.
*
Declaración
de Luis Ricardo Córdoba
En
tercer lugar declaró Luis Ricardo Córdoba, quien permaneció secuestrado entre
marzo de 1976 y 1977.
Luis
ingresó a los 14 años al Astillero como aprendiz; además estudiaba música. En
1975 fue elegido delegado en la Sección Alistamiento Eléctrico.
Recordó
que en aquella época Juan Carlos Marín era el Secretario General de la
Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Ensenada, que elegía gente sin
consultar a los trabajadores. Existía rivalidad entre estos y los delegados
elegidos por sus propios compañeros, quienes discutieron las paritarias y el
convenio colectivo de trabajo.
También
refirió que entonces había mucho trabajo en el Astillero. Existían protestas
por las compañías que eran contratadas y remplazaban a los operarios, quienes
quedaban sin tareas. Algunas de estas compañías estaban encabezadas por
miembros de la Armada. Era claro el accionar que tendía al vaciamiento del
Astillero. Por su parte, los trabajadores defendían la producción de la
industria argentina.
Recordó
que previo al golpe de Estado la situación de los delegados era insostenible.
Aquellos compañeros elegidos por los trabajadores que tenían una posición
discordante con el gremio eran permanentemente amenazados, amedrentados. Él
recibió en varias oportunidades amenazas escritas en su caja de herramientas;
decían "Hermano borrate porque sos boleta" o "Si querés a tu familia
no podés estar más acá". Dijo también que eran muy acosados y presionados
por compañeros de trabajo que actuaban como bandas armadas dentro del
Astillero. Como ejemplo mencionó a un ex delegado, Llanos, que andaba armado
por el lugar.
Luis
se refirió a la existencia de grupos parapoliciales que secuestraron a sus
compañeros. Tres días antes del golpe de Estado, una madrugada escuchó el ruido
de autos que frenaban frente a su casa. Vio por la ventana dos Ford Falcon.
Unos hombres descendieron, discutieron entre ellos, se metieron dentro de los
autos nuevamente y se fueron.
Ese
mismo día por la mañana el hijo de Pedro Jorge Gutzos contó que por la
madrugada, cerca de las 4, habían secuestrado a su padre de su casa en el
Barrio Obrero de Berisso. Previamente habían secuestrado a José Luis Lucero y
Fortunato Agustín "Napo" Andreucci en esos autos. Dos o tres días
después fueron velados. Allí la esposa de Gutzos le dijo que escuchó decir a
quienes secuestraron a su marido que debían regresar a la casa de "El Hermano".
Luis se había ganado aquel apodo por ser evangélico.
La
esposa de Andreucci dijo que al ser secuestrado Napo exclamó "Dateli, qué
me hacés. ¿Vos venís acá?". Dateli era un Suboficial que trabajaba en
Astillero.
En
marzo de 1976 Luis pidió licencia. El 24 de aquel mes, muy temprano por la
mañana comenzó a trabajar en el alambrado de su casa con sus hermanos, su
suegro y un vecino. Se encontraban ocupados en eso cuando un grupo de soldados
se apostó en los terrenos aledaños. En la calle vio un vehículo de la Armada que
era usado en el Astillero para transportar a los cadetes de marina. Poco
después llegó una camioneta Ford, verde, de la que bajaron dos hombres y su
madre, desconsolada; habían ido a buscarlo a casa de sus padres.
Un
hombre que parecía dirigir el operativo preguntó por él. Luis se presentó y le
dijeron que quedaba detenido por averiguación de antecedentes. Le permitieron
entrar en su casa y cambiarse mientras revisaban todo. Se encontraban también
su esposa, Alicia Noemí, y su bebé de 3 meses.
Al
salir lo condujeron a un camión con la caja cerrada con lonas estacionado a
media cuadra de su casa. Le vendaron los ojos, lo encapucharon y le ataron las
manos con una correa. Luis era el primero de una lista que un oficial tenía en
sus manos. A partir de allí el camión recorrió Berisso durante unas cinco o
seis horas, durante las cuales fueron secuestrando y tirando más y más personas
en el camión, entre las que mencionó al "Chivo" Rodríguez.
Se
dirigieron al Batallón de Infantería de Marina 3, pero por una orden que
recibieron allí el camión continuó por Ensenada hasta ingresar en el Astillero.
Habían secuestrado a más de sesenta personas. Fueron al embarcadero de la
Escuela Naval, que se encontraba muy cerca de la Carpintería de Ribera del
Astillero.
Los
hicieron bajar, desnudar, pararse contra la pared. Los golpearon y revisaron.
Luego los hicieron vestir y los llevaron al muelle. Allí subieron a unas
lanchas, dentro de las cuales fueron atados a los parantes y asientos.
Hicieron
un recorrido corto y después de descender fueron conducidos hasta un edificio
próximo al muelle. Estaban vendados y encapuchados. Dentro del edificio
pudieron entrever camas, marcos que sostenían tejidos de alambre, un lugar
grande con divisiones.
Recordó
que Carlos Celestino Piergiacomo, también secuestrado allí, fue reconocido por
un Suboficial de Marina que vigilaba a los secuestrados. Este lo llevó aparte y
le sacó la capucha y la venda y habló con él. Por eso a través de Carlos los
demás pudieron conocer algunas características del lugar.
El
trato fue inhumano; algunos eran muy golpeados. Por las noches se escuchaban
gritos de horror, ruidos de disparos, situaciones de amedrentamiento. Algunos
eran sacados del lugar y no regresaban. En una oportunidad lo sacaron a él.
Atravesó un pasillo por el que pudo escuchar voces de mujeres; hasta entonces
solamente sabía que había hombres secuestrados. Lo llevaron a la orilla del río
y al menos tres personas lo golpeaban mientras era interrogado. Le preguntaban
por su sobrenombre, "El Hermano" y a qué organización pertenecía.
Simularon fusilarlo, lo golpeaban, se desmayó. Despertó en una cama y agradeció
a dios estar vivo.
Allí
permanecieron atados, vendados, encapuchados. Podían levantar apenas la capucha
para comer y para ir al baño eran llevados por un guardia. Recordó que se
acercaban entre ellos y comentaban lo que les pasaba. Allí Julio Machado, que
había sido muy golpeado, le comentó que había reconocido a uno de sus
torturadores por la voz. Se trataba de un Suboficial de Marina que trabajaba
junto a él en la oficina haciendo croquis para el trabajo eléctrico en los
barcos.
Estuvieron
allí unos diez días. Entonces los sacaron por otra entrada diferente a la del
ingreso, más lejana, los embarcaron en lanchas en otro muelle y los trasladaron
a la Unidad Penitenciaria nro. 9.
Luis
calificó la llegada como un hecho trágico. Refirió los golpes, patadas y
trompadas que recibieron al llegar y pasar por el medio de dos filas de
carceleros, a quienes llamaban "la patota". Luego, en la enfermería, se
presentó el director con dos hombres que, según aquel, eran médicos. Les
sacaron las capuchas y las vendas de los ojos; el director les dijo que le
hicieran saber cualquier dificultad que tuvieran. Luis y sus compañeros apenas
podían incorporarse por los golpes recibidos.
Entre
los médicos reconoció a Villa, quien vivía cerca de la casa de sus padres. Este
médico le aviso a la familia de Luis que se encontraba en la cárcel y poco
después renunció.
Entre
los compañeros secuestrados allí dijo que había gente de todo el país y recordó
a los hermanos Juan Alejandro y Miguel Reinaldo Aguirre, Manuel Carrete -su
compañero de celda-, Carmelo Cipollone, Nicolás Luis Di Mattía, Luis Alberto
Díaz, José Klimavicius, Julio Machado, Américo Horacio Piccinini, Juan Pombo,
Hugo Ernesto Ruiz Díaz, todos trabajadores.
Pero
también en aquella cárcel había integrantes de la Concentración Nacional
Universitaria (CNU), como Carlos "Indio" Castillo y Juan José
"Pipi" Pomares, quienes se jactaban de haberle robado el reloj a Pedro
Jorge Gutzos.
Luis
permaneció en la UP 9 dieciocho meses. Por medio del Decreto Secreto nro. 1310
/ 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó arrestado a disposición del Poder
Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Y
por medio del Decreto Secreto nro. 2881 / 1977 de fecha 22 de septiembre de
1977 cesó su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=B5FD2236F9D4674B4DBD5ED07629D9B5?id=211491)
Al
salir en libertad no pudo volver a trabajar en el Astillero. Se presentó para
solicitar el certificado de servicios y no lo dejaron pasar más allá de la
guardia en la entrada. En 1987 fue secretario del Intendente de Berisso; entre
sus tareas acordaba con la Escuela Naval las visitas que aquel debía realizar
en actos y homenajes. Luis recordó que llevaba al intendente hasta la puerta,
pues no le permitían ingresar al predio.
Veintisiete
años después reingresó a trabajar con otros compañeros al Astillero, de donde
nunca se había querido ir. Hoy tiene 69 años pero no está jubilado; como otros
tiene una dispensa. Con algunos compañeros formaron la ONG Viento en popa y una
de las reivindicaciones por las que pelean es que se les reconozca a los
reincorporados los años de aportes perdidos por la dictadura. Destacó que
muchos no pudieron volver a trabajar en relación de dependencia nunca más.
Recordó que hicieron trámites y gestiones ante múltiples dependencias del
estado nacional y provincial; hasta ahora solo cuentan con palabras, pero no
con el reconocimiento que piden. Dos compañeros fallecieron en estos años sin
haberlo logrado; veintiséis esperan poder jubilarse.
En
cuanto al lugar en donde permaneció secuestrado en la Escuela Naval dijo que
ahora se encuentra completamente desarmado. Visitó el sitio en la inspección
judicial que se realizó hace unos años y a pesar de las modificaciones
reconoció algunos detalles que quedaron en pie.
Luis
reflexionó sobre la destrucción, no solo material, que infligieron. Dijo que es
claro ver el genocidio perpetrado, las familias que quedaron destruidas, el
robo a manos de policías y militares.
Los
delitos cometidos en perjuicio de Luis no son investigados en este juicio.
Declaración
de María del Carmen Miranda
Luego
declaró María del Carmen Miranda, quien permaneció secuestrada entre marzo de
1976 y enero de 1977.
María
del Carmen era de la localidad de Tres Arroyos, tenía dos hijas pequeñas y
estaba casada con Alberto Dizzini. A ella le decían "Petisa" y hacía
teatro. Alberto era estudiante de la carrera de Letras y Periodista; trabajaba
en el diario El Día y en la Cámara de la Construcción. Vivían en el Barrio
Arquitectura de Ensenada y junto a su casa vivía el padrino de su hija mayor,
quien la hizo entrar a trabajar en el Astillero.
Recordó
que las asambleas de trabajadores se realizaban en el salón de los Bomberos
Voluntarios de Ensenada. Según dijo, a aquellas asambleas iban todos, unos tres
mil trabajadores entre los que se contaban más hombres que mujeres. Para un
aniversario de la muerte de Eva Duarte, María del Carmen subió al escenario y
pidió un minuto de silencio.
Hacía
ya más de tres años que trabajaba en el Astillero, cuando este cerró por tiempo
indeterminado ante el golpe de Estado. En esos días se fue con sus dos hijas a
la casa de sus padres en Tres Arroyos. Días después los diarios publicaron que
el Astillero abriría el día 31 de marzo. María del Carmen regresó pero, a
pedido de su padre, dejó a sus dos hijas a su cuidado; no sabía que
permanecerían allí diez meses.
El
miércoles 31 de marzo hizo la fila de mujeres para entrar a trabajar. Era de
madrugada y el lugar estaba lleno de militares que controlaban al personal con
listas que tenían en su poder. Tanto hombres como mujeres eran revisados,
incluso en las partes más íntimas.
María
del Carmen ingresó con una compañera y se dirigieron al edificio en donde
estaba la Dirección. Ella trabajaba en la parte técnica. Fueron a las taquillas
y encontraron que el lugar estaba vigilado por un militar apostado en la
puerta. Su taquilla estaba marcada con un redondel y una cruz; la compartía con
otras compañeras: Ana María Nievas, Rosa Nievas y una muchacha de La Plata de
apellido Seoane. Al abrirla, el militar se acercó y sacó un fajo de fotocopias
con la inscripción "JP"; María del Carmen no sabía de dónde habían
salido. El militar le apoyó la ametralladora en la espalda y la hizo salir del
edificio. Quienes aguardaban para entrar a trabajar vieron cómo era secuestrada.
Le
vendaron los ojos, ataron sus manos y sus pies y la tiraron dentro de la caja
de un camión. Después de un trayecto de unos veinte minutos, llegaron a un
lugar en donde sintió que levantaban una barrera y que el suelo era adoquinado.
La hicieron descender y le sacaron las ataduras. María del Carmen no pudo
reconocer el lugar ni saber cuántos días permaneció allí.
Había
otras personas secuestradas con ella; entre estas mencionó a Luis María
Digaetano, Alberto Dizzini -su marido, quien luego fue trasladado a la Unidad
Penitenciaria nro. 9-, Américo Horacio Piccinini y Dionisio Puz.
Un
día los hicieron subir en un camión celular, del que recuerda las pequeñas
ventanitas en la parte superior. Eran muchas personas y había mujeres; allí
estaban las hermanas Ana María y Rosa Nievas y una señora mayor,
"Tina". A las mujeres las llevaron a la Unidad Penitenciaria nro. 8
de Olmos, en donde permaneció unos ocho meses.
Cree
haber estado en el cuarto piso de aquella cárcel; estaban hacinadas y padecían
requisas por las mañanas. Se refirió especialmente a una que tuvo lugar el 16
de mayo de 1976. Por la madrugada, entre las 3 y las 4 de la mañana, hacía frío
y las hicieron bajar al patio. Pusieron a todas las mujeres contra el muro y
simularon fusilarlas. María del Carmen se desvaneció. Al regresar a las celdas
encontraron todo revuelto y roto.
En
el penal de Olmos había un pabellón, abajo, en el que permanecían las mujeres
embarazadas. Eran más de diez y entre ellas recuerda los nombres de Claudia y
Marcela. Con ella además estaban las hermanas Nievas.
Por
medio del Decreto Secreto nro. 571 / 1976 de fecha 26 de mayo de 1976 quedó
arrestada a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=2996C0D49BE6CDF6A309C78AE373B655?id=210635)
Una
noche la trasladaron a la Cárcel de Devoto, en donde compartió la celda con
tres mujeres que venían de la Provincia de Córdoba.
Rememoró
cómo pasaron las fiestas allí, enviando saludos a los gritos por las ventanas
del penal. Había compañeras de todo el país. Dijo que Devoto era un lugar
terrible, en donde no tenían nada; vivían hacinadas, durmiendo sobre una goma
espuma finita en cuchetas y con un agujero para hacer sus necesidades. Por las
noches se escuchaban los cerrojos en todo el penal.
Entre
las mujeres que vio allí mencionó a "Tina", quien tenía a su hijo de
15 años en la UP 9 y a Emilia García, una señora de 79 años que padecía la
enfermedad de Parkinson y era del Chaco; la habían secuestrado al no encontrar
a su hijo.
Por
medio del Decreto Secreto nro. 56 / 1977 de fecha 17 de enero de 1977 cesó su
arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=F59643D8F6F7CBE4D6AD6D32CC9F873D?id=211582)
Una
noche de enero de 1977 abrieron su celda y la llamaron. Se vistió y se despidió
de sus compañeras. Dos personas armadas la arrastraron sin decirle nada hasta
una sala grande, llena de armas. Estuvo allí muchas horas hasta que un hombre
la llevó a otra oficina en donde tenía su expediente. María del Carmen vio las
letras "AA": averiguación de antecedentes. Firmó un papel fechado el
4 de enero, aunque ese día era el 20. Luego aquel hombre la condujo hasta el
portón de salida, le pidió disculpas y la hizo salir a la calle.
Era
de día y María del Carmen comenzó a caminar sin rumbo. Llegó a una verdulería
cercana a la cárcel y se desmayó. Después de asistirla el verdulero le dio
dinero y le indicó cómo podía llegar a la estación de trenes de Constitución.
Allí tomó el tren a La Plata y luego se dirigió a su casa.
Ese
mismo día su padre había resuelto ir a visitarla a la cárcel. María del Carmen
explicó que no quería que su papá fuera allí. Contó que las visitas eran una
locura, con los familiares amontonados y las presas apiñadas, todos tratando de
saludar y hablar con sus seres queridos. Al llegar a Devoto a su padre solo le
dijeron que su hija no estaba, sin informarle que había sido liberada.
María
del Carmen llegó a su barrio y todos los vecinos salieron a saludarla. Encontró
su casa revuelta y la de su compañero de Astillero ametrallada. Él se exilió en
Estocolmo y volvió a verlo hace cinco o seis años.
Tiempo
después trajo a sus hijas de Tres Arroyos y salió a buscar trabajo. Desde
entonces trabaja en una escribanía.
María
del Carmen explicó que tiene bloqueos que no le permiten recordar nada de
algunos momentos vividos en aquel entonces y dijo que realizaba un gran
esfuerzo por acordarse de aquel pasado a pesar del dolor que le produce.
Por
la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de
María del Carmen sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.
Declaración
de Luis Eduardo Bloga
Finalmente,
fue el turno de Luis Eduardo Bloga, quien permaneció secuestrado entre mayo de
1976 y diciembre de 1980.
Luis
trabajaba en Astillero Río Santiago. En julio de 1975 fue herido con una bala
de goma. Un compañero del Astillero, Alejandro Castagnese lo llevó entonces a
la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Ensenada y luego a
una clínica. En noviembre de 1975 Luis reingresó a trabajar.
En
marzo de 1976 el Astillero cerró y reabrió el 31 de marzo. Luis volvió a
trabajar y, como los demás, para ingresar tuvo que pasar por el control militar
que habían impuesto. Recordó que había una fila de cinco cuadras para entrar y
que en las listas que el personal militar tenía estaban marcados algunos
trabajadores, como Dionisio Puz.
Casi
dos meses después, el 28 de mayo de 1976 por la madrugada fue secuestrado de su
domicilio por policías y soldados. Lo subieron a un camión con el que fueron a
secuestrar a otras personas: Horacio Teófilo Farías -del Astillero- y su
esposa, Rosa Ángela Daniele, y la madre, hermana y hermano de un muchacho al
que no encontraron.
Todos
fueron llevados a las dependencias de la Infantería de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires en la calle 1 y 60 de la ciudad de La Plata. A él lo
alojaron en una especie de cuarto, no en la cuadra en donde estaban los demás
secuestrados.
Por
la noche lo llevaron con los ojos vendados a otro lugar para ser interrogado
bajo tortura. Lo subieron a un camión que cree que se dirigió hacia Berisso,
tal vez a dependencias de la Prefectura. El lugar se encontraba muy cerca del
río; podía olerlo y escuchar el oleaje. Años más tarde creyó reconocer el lugar
al ir por cuestiones laborales; para entonces, 1987, funcionaba allí una
empresa metalúrgica.
Al
llegar lo hicieron bajar y lo condujeron a una habitación en la que había una
cama con elástico de hierro a la que le ataron los brazos y las piernas y lo
torturaron con el paso de corriente eléctrica.
Después
de esto fue trasladado nuevamente a 1 y 60, en donde permaneció unos veinte
días en el cuarto en el que fue alojado al llegar. Posteriormente lo dejaron en
la cuadra hasta el 30 de agosto.
En
las dependencias de la Policía en 1 y 60 vio, entre otros, a Alejandro
Castagnese, Horacio Teófilo Farías y Eduardo Oscar Schaposnik.
El
30 de agosto de 1976 fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde
estuvo con Alberto Derman, Dionisio Puz y Farías.
En
diciembre de 1976 hubo una requisa muy grande; los presos fueron distribuidos
en nuevas ubicaciones. Él fue alojado en el Pabellón 14-B, en donde estuvo con
Derman.
Por
medio del Decreto Secreto nro. 1734 / 1976 de fecha 13 de agosto de 1976 quedó
arrestado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=F5BFECA7370CB32DE03F3AB35A33DA7C?id=210815)
Por
medio de los Decretos Secretos nro. 838 / 1977 de fecha 30 de marzo de 1977 y
nro. 624 / 1979 de fecha 16 de marzo de 1979 se denegó su solicitud de salida
del país.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=9245F5672B40FA40A5E9E311A7648A1E?id=211714)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=044CA57536EED84C07E3B30FB7F0E8C7?id=212653)
Por
medio del Decreto Secreto nro. 639 / 1981 de fecha 13 de julio de 1981 cesó su
arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=AA67C7AA0FFC53D9FBF94B74A5D7010E?id=213794)
Según
contó, fue liberado en diciembre de 1980. Entonces intentó volver a trabajar en
el Astillero, pero el jefe de personal, un militar, le dijo que era imposible
porque había estado detenido. Como otros trabajadores, reingresó en el año 2006
y desde los 64 años tiene una dispensa del trabajo hasta que pueda jubilarse.
Los
delitos cometidos en perjuicio de Luis no son investigados en este juicio. En
el año 2011, por el delito de tormentos aplicados en la UP 9, fue condenado
Pedro César Guerrero.
*
En
el final de la audiencia el tribunal leyó una resolución relacionada con Juan
Carlos Herzberg. Para sorpresa de las querellas se refirieron a un allanamiento
que tuvo lugar en el domicilio en el que el acusado cumple su detención. El
resultado fue el hallazgo de municiones de distinto calibre y pólvora. Herzberg
tendría once armas, entre ellas armas de guerra, registradas a su nombre, las
cuales se encontrarían en poder de su hijo y su yerno.
Los
jueces César Álvarez y Germán Castelli resolvieron efectuar pericias para
determinar si las municiones encontradas se corresponden con las armas
registradas, oficiar por las constancias de registro de las mismas e informar
al Registro Nacional de Armas (RENAR) el pedido de Herzberg sobre registrar a
su hijo y yerno como los poseedores de las armas y, finalmente, investigar la
posible comisión de delito.
Por
su parte, el juez Carlos Alberto Rozanski votó en minoría por revocar el
beneficio de la prisión domiciliaria, recordando que Herzberg tiene dos
condenas -una por la apropiación de Natalia Suárez Nelson y otra por crímenes
cometidos en La Cacha-.
La
abogada Guadalupe Godoy se quejó ante el tribunal pues las querellas no son
notificadas sobre estas situaciones, por lo que no pueden pedir medidas de
protección ni de control sobre las condiciones de prisión. Recordó además que
en el pasado la prisión domiciliaria le fue revocada a Miguel Osvaldo
Etchecolatz por tenencia de armas.
A
su vez, el defensor oficial Adriano Liva indicó que las querellas no deben
participar en los incidentes de prisión domiciliaria ni de excarcelación.
Oscar
Rodríguez solicitó revocar la prisión domiciliaria que cumple Herzberg por
flagrante comisión de delito, ya que es inaudito que un acusado por crímenes de
lesa humanidad continúe en posesión de armas de guerra.
*
En
cuanto al apartamiento de Antonio Vañek, Godoy solicitó que se reúna la
información que existe sobre su estado de salud en las distintas causas en
trámite por los delitos cometidos por el marino. El Ministerio Público Fiscal
advirtió que existen exámenes sobre aspectos neurológicos realizados por el
Cuerpo Médico Forense cuyas conclusiones son contradictorias, por lo que
pidieron una junta médica.
*
Sobre
este tema, la prisión de Herzberg y la de Roberto Eduardo Fernando Guitián
resolverá el tribunal en la próxima audiencia.
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