miércoles, 12 de agosto de 2015

Tercera audiencia - Miércoles 5 de agosto de 2015


En la jornada del miércoles 5 de agosto de 2015 se escucharon cuatro declaraciones.

Declaración de Mario Alberto Peláez
En primer lugar, fue el turno de Mario Alberto Peláez, quien fue secuestrado en dos oportunidades: en enero y marzo de 1976.
Durante dos años realizó tareas de albañilería en el Batallón de Infantería de Marina 3 antes de ingresar a trabajar en el Astillero Río Santiago. Entre otras cosas tuvo que pintar las celdas que el batallón tenía en un edificio cercano al Hospital Naval. Esas celdas tenían un camastro de hormigón armado y eran muy cerradas.
Después de ingresar al Astillero fue subdelegado de la Sección Maniobras. En el año 1975 se encontraban todos luchando por un aumento salarial y otras reivindicaciones. Se trataba de una situación laboral complicada en la que se encontraban todas las fábricas.
El gremio que les correspondía era la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), pero el Astillero contaba con un ala de más de cien delegados que no eran reconocidos por aquel, un ala combativa a la que Mario pertenecía. Destacó que el gremio les ponía trabas para cualquier tipo de gestión que quisieran llevar adelante. También que ellos tenían más representatividad que los delegados de ATE, que defendían al gobierno de María Estela Martínez.
Mario se enfrentó con el Secretario General de ATE, Juan Roberto "el polaco" Horvath, por la discusión salarial. En aquel momento querían que María Estela Martínez fuera madrina del barco que se botaría. Los trabajadores aseguraron que estarían allí haciendo sus reclamos, por lo que las autoridades decidieron suspender el acto.
Por su parte, el Director del Astillero, Capitán Enrique Carranza, solía llamar a solas a Mario para conversar con él sobre lo sucedido en las asambleas. Ante el malestar de sus compañeros, resolvieron entre todos que formarían una comisión de siete trabajadores para entrevistarse con el marino. Carranza no aceptó conversar con ellos.
Durante una movilización para informar sobre el conflicto salarial, Mario y otros dos compañeros del Astillero fueron detenidos por personal militar y permanecieron alojados en la Comisaría de Ensenada. Allí había mucha gente y los tuvieron aparte en el patio de la comisaría. En un momento llegó el Secretario General de ATE Ensenada, Juan Carlos Marín, y refiriéndose a Mario y sus compañeros les dijo a los policías: "Estos son Montoneros".
Entre octubre y noviembre de 1975 secuestraron al delegado de su sección, Silvio René Marotte, por lo que Mario pasó a ser delegado.
Era el mes de enero y pensaba irse de vacaciones. Había organizado una reunión en su casa en Berisso que duró hasta pasada la medianoche. Ese 16 de enero, cerca de las 4 de la mañana, tiraron abajo la puerta de la casa. Se encontraban su mamá, su papá, sus cuatro hermanos y el hijo pequeño de una de sus hermanas a quien apuntaron con un arma. A Mario lo encapucharon con la funda de la almohada y se lo llevaron.
Años más tarde supo que las personas que lo secuestraron ingresaron por la casa de su vecino Hugo Zárate, Segundo Jefe de Comunicaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Inmediatamente lo trasladaron al Batallón de Infantería de Marina 3. Mario reconoció el trayecto que hicieron por la iluminación de las calles que daban acceso a aquel. También reconoció el ruido del portón al ingresar, ya que conocía muy bien las instalaciones del lugar por haber trabajado allí durante dos años.
Lo encerraron solo en una celda, de la que lo sacaban para interrogarlo bajo tortura con golpes y el paso de electricidad. Esperaban a que se recuperara y volvían a torturarlo. Le preguntaban nombres y direcciones de otros trabajadores. También sobre la bomba que había hundido la Fragata Santísima Trinidad el año anterior y por la muerte de un sargento que transportaba pan cuando lo mataron. En seis oportunidades simularon fusilarlo.
Perdió la noción del tiempo; no sabía si era de día o de noche. Apenas pudo ver por una ventanita que daba al fondo del Hospital Naval. No le dieron de comer ni de beber. Incluso simulaban estar torturando a su padre, pero Mario nunca lo creyó.
El lugar de tortura era en una especie de cochera, ubicada un poco más abajo que el nivel del terreno. Actualmente no hay pruebas visibles de la construcción.
Permaneció en aquel lugar unos cuatro o cinco días. Entonces lo llevaron vendado y con las manos atadas a un lugar no muy lejano de allí, a unos quince minutos de trayecto en auto, tal vez a Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Lo dejaron tirado en ese lugar oscuro durante un día aproximadamente.
Lo fueron a buscar, lo hicieron subir en la parte de atrás de un auto y viajaron mucho. Entonces lo obligaron a descender y lo dejaron en medio de un descampado. Un tiempo después se animó a moverse y vio que cerca de allí estaba la garita de un guarda del ferrocarril. Este paró un tren, le dio plata y le indicó que se bajara en la estación de Temperley y allí tomara otro tren a La Plata. Era la madrugada. Mario estaba lastimado, ensangrentado, con la ropa desgarrada y sin zapatos. En la estación pudo ver el diario con la noticia sobre varios trabajadores muertos en la zona.
Al llegar a La Plata tomó el colectivo y caminó hacia su casa. Dos vecinos que salían a trabajar lo ayudaron a llegar. Se enteró de que tanto el barrio como el Astillero se habían movilizado por su desaparición. La fábrica estaba tomada; toda la zona se encontraba parada no sólo por él, sino por todos los secuestros y asesinatos que se repetían.
Mario fue al Astillero; el personal jerárquico hizo que lo revisaran en la enfermería y luego, en el comedor, sus compañeros improvisaron un palco desde el cual habló. Agradeció a sus compañeros y dijo que no existían garantías sobre su vida. Esa fue la última vez que entró en el Astillero. Tiempo después le enviaron un telegrama para que se presentara a cobrar el salario atrasado y fue despedido por aplicación de la ley antisubversiva. Le debían un mes y medio de sueldo y las vacaciones, que nunca se las pagaron.
También supo que ATE Ensenada, a cargo de Marín, no apoyó el reclamo por su desaparición. Más adelante, el Astillero mandó a hacer una puerta para reemplazar la que habían roto cuando lo secuestraron. Su familia sufrió once operativos en los que de a poco fueron robándose todo.
Mario se fue de su casa; se mudó con un compañero que había ingresado hacía poco en el Astillero. El 23 de marzo de 1976 lo secuestraron por segunda vez. Él estaba viviendo cerca de la Comisaría 8va de La Plata. Aquel día la policía rodeó la zona y lo secuestraron con otro muchacho estudiante, muy parecido a él.
La policía lo torturó en el auto en el que los secuestraron. Aún conserva las cicatrices de los golpes que le dieron entonces. Además lo torturaron con picana con la ropa puesta.
Luego los liberaron no muy lejos de la casa de su familia. Fue hacía allí, pero antes de llegar vio varios autos detenidos en la puerta. Se dirigió entonces a la Parroquia San Miguel Arcángel, en la que había sido monaguillo, siempre acompañado por el muchacho que habían secuestrado con él; nunca supo su nombre.
El cura se asustó al verlo. Le dio ropa limpia y le curó las heridas. Tiempo después supo ese cura, Laureano Diez, era Capellán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Después de esto Mario se autoexilió; casi nadie sabía en dónde estaba. Se fue a vivir y trabajar en Temperley como albañil. Más adelante formó pareja con Clara Lisa Kultmann, militante de la Juventud Peronista de Florencio Varela. Con ella convivía en una casa, cercana a la de los padres de la joven. La familia provenía de una colonia alemana de la Provincia de Misiones. Por aquel entonces Mario trabajaba en Quilmes y Clara había tenido que dejar su trabajo en la Municipalidad de Temperley. Un día, al regresar de trabajar, supo que la casa de los padres de Clara había quedado como abandonada. Ese día hubo un operativo en la zona y desde entonces no tuvo más noticias de Clara ni de sus padres. Ella se encontraba embarazada de 7 meses.
El tiempo pasó y se fue a vivir al Partido de la Costa, en donde pudo poner en pie un comercio. Hace unos quince años regresó a Berisso. Más adelante le devolvieron su trabajo en el Astillero, pero con tareas en la Capital Federal, por lo que tenía que viajar cuatro horas diarias. Ahora cuenta con una dispensa por problemas de salud. Después de tantos años en la clandestinidad, de trabajos informales, de no poder regresar al Astillero, teniendo edad para jubilarse no puede hacerlo. Mario dijo: "Por causa del Gobierno, por causa de las Fuerzas Armadas, por causa de la fábrica y por causa también del sindicato ATE Ensenada de ese momento nosotros pasamos todo lo que pasamos. Entonces creo, como mínimo, un resarcimiento económico... pero no que nos den plata, que vayan y nos reconozcan legalmente los años de aportes que no tenemos".
Otros trabajadores se encuentran en la misma situación que él; hasta ahora no lograron que atendieran sus reclamos. Dijo también que hoy en el Astillero hay malas condiciones para trabajar. La dirigencia sindical del pasado y del presente está desconectada de los trabajadores. Opinó que, a diferencia de ellos, él puede estar en el Astillero y vivir feliz con el respeto de sus pares.
Mario recordó a sus compañeros asesinados, Fortunato Agustín "Nato" Andreucci y José Luis "Buendía" Lucero y pidió justicia por los treinta años de su vida, de su juventud con los que pagó.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Mario están imputados José Casimiro Fernández Carró y Roberto Eduardo Fernando Guitián.

Declaración de Pedro Niselsky
A continuación se escuchó la declaración de Pedro Niselsky, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y noviembre de 1980.
Pedro trabajó en el Frigorífico Armour hasta que cerró a fines de 1969; allí se desempeñaba en el sector de Mantenimiento. A partir de entonces pasó a trabajar al Frigorífico Swift.
En 1971 fue detenido por aplicación de la Ley 17.401, Régimen de represión del comunismo. Permaneció detenido cerca de cinco meses en la Unidad Penitenciaria nro. 9. En aquel entonces fue despedido del Frigorífico, pero al quedar en libertad fue reincorporado.
Tiempo después se acogió al retiro voluntario, ya que no le satisfacían las condiciones de trabajo del lugar. Consiguió ingresar entonces al Astillero Río Santiago. Allí apoyaba la representación de Oscar Flamini, delegado de la sección Fundición e integrante del Partido Comunista (PC), no reconocida por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Pedro trabajaba en el Astillero Río Santiago por la mañana y por las tardes hacía tareas de albañilería. En la semana del 24 de marzo de 1976 el Astillero había suspendido su actividad por orden de la dirección. El jueves 25 Pedro estaba trabajando por la mañana en una casa cercana a la suya en Berisso y regresó al mediodía para comer. Mientras almorzaban, personal de la Armada rodeó la manzana e irrumpieron con golpes y patadas. Revisaron toda la casa, lo vendaron, encapucharon y se lo llevaron. A unos metros lo hicieron subir en un micro en el que había más gente.
Hicieron un recorrido hasta llegar a la sede de la Prefectura Naval Argentina en Ensenada. Allí los obligaron a bajar a los empujones. Luego tuvieron que permanecer parados con las manos en alto contra la pared. Después de unas horas los condujeron hasta un ferry o lancha, dentro de la cual amenazaban con matarlos y tirarlos al río. Eran aproximadamente veinte personas secuestradas.
Al bajar de la lancha fueron conducidos a una edificación; algunos conocían el lugar. Fueron instalados en un galpón que tenía camas y les sacaron la venda de los ojos. Allí eran cerca de cincuenta personas, muchos trabajadores del Astillero y de Propulsora. Por la noche lo llevaron a otro lugar, en donde lo interrogaron con golpes por la bomba que había hundido la Fragata Santísima Trinidad el año anterior y por sus actividades y las de sus compañeros del Frigorífico Swift. Luego lo condujeron nuevamente al lugar en donde estaban los demás y pudo sacarse la capucha. Recordó que en aquel lugar vio a Luis Alberto Díaz, Julio Alberto Machado, Hugo Ernesto Ruiz Díaz.
En una oportunidad fue al baño, en donde pudo observar hacia afuera e identificó que se encontraba en las instalaciones de la Escuela Naval. En aquel lugar permaneció hasta el domingo 28 de marzo. Entonces los juntaron, les ataron las manos y los hicieron marchar en fila india hasta una embarcación. Una vez que bajaron de ella los condujeron a un micro y los llevaron a la Unidad Penitenciaria nro. 9.
En aquel penal los recibieron con golpes, patadas, trompadas; hubo muchos heridos. El Director del Penal se presentó y pidió que el personal que no era de la cárcel se retirara. Luego les sacaron las capuchas.
En la UP 9, además de los que habían sido trasladados con él desde la Escuela Naval, se encontró con un grupo de compañeros que habían permanecido secuestrados en Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, 1 y 60 de La Plata. La mayoría eran trabajadores del Frigorífico Swift. En la cárcel compartió la celda con Juan Alejandro Aguirre durante dos o tres meses.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Después de la UP 9 fue llevado a la Cárcel de Caseros, en donde estuvo 1 año y 5 meses. En total permaneció secuestrado 3 años y 8 meses.
Por medio del Decreto Secreto nro. 2370 / 1980 de fecha 13 de noviembre de 1980 quedó sin efecto su detención.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=0B5DF5F96CD78940BD86941974948EA5?id=213159)
Pedro también se refirió al asesinato de su esposa, Reyna Ramona Leguizamón, quien fue secuestrada el 14 de julio de 1976 con una vecina, Marta Cáneva. Ambas fueron llevadas al Batallón de Infantería de Marina 3, en donde las dejaron en una celda, tapadas con una frazada. Por la noche sacaron de la celda a Marta y cuando regresó a aquella Reyna ya no estaba allí. Marta fue liberada y murió poco después por complicaciones de salud como consecuencia del secuestro. Los restos de Reyna fueron encontrados en el camino comunal que une José Ferrari con la Ruta Provincial nro. 36, en Bartolomé Bavio, Partido de Magdalena.
Pedro destacó que el sindicato no hizo ninguna gestión por su secuestro ni el de los demás trabajadores. El Astillero, además de colaborar con las fuerzas armadas, tenía espías dentro de la fábrica para señalar a los trabajadores. El Estado lo tuvo preso sin causa ni proceso.
Al salir en libertad concurrió en varias oportunidades al Astillero para poder hablar con las autoridades por su reincorporación; nunca lo dejaron pasar. Entre el año 2001 y 2002 recomenzaron a gestionar la reincorporación con otros compañeros, sin obtener respuesta hasta el año 2006. En julio de aquel año, treinta años después de su despido, volvió a trabajar en el Astillero. Hoy Pedro tiene 73 años y problemas graves de audición. Como otros también fue dispensando, pero no puede jubilarse. A pesar de las múltiples gestiones, ni la Nación ni la Provincia quieren reconocer los años en que no pudo hacer aportes por culpa de la represión estatal. Su gremio, ATE, tampoco parece escucharlo. Pedro dijo que jubilarse, además de ser su derecho, es una reivindicación.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Pedro sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller. Los delitos cometidos en perjuicio de su esposa no son investigados en esta causa.

Declaración de Miguel Reinaldo Aguirre
En tercer lugar declaró Miguel Reinaldo Aguirre, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y diciembre de 1977.
Miguel trabajaba en el Frigorífico Swift desde las 4 de la mañana hasta el mediodía; luego, hasta la noche, lo hacía en una estación de servicio en calle 48 y Diagonal 77 en La Plata. Vivía con su esposa y sus tres hijos.

El 24 de marzo de 1976 fue a trabajar como todos los días. Del Frigorífico lo hicieron regresar porque ese día no había producción. Al día siguiente pasó lo mismo. Al llegar cerca de su casa hombres uniformados de azul le pidieron sus documentos. Luego le vendaron los ojos, lo encapucharon y lo secuestraron.
Lo condujeron en una lancha a la Escuela Naval, aunque en el momento no sabía adónde era llevado. En aquella lancha se encontraba con otras personas también secuestradas y eran todos amenazados con que serían arrojados al río.
En la Escuela Naval permaneció en un lugar que tenía camas cuchetas con colchones y frazadas. Permanecían tirados todo el día y les dieron de comer y beber. No lo interrogaron. Allí vio a su hermano Roberto.
Miguel recordó que el domingo 28 de marzo, temprano por la tarde, les vendaron los ojos, los ataron, los llevaron nuevamente en lancha y luego en micro a la Unidad Penitenciaria nro. 9. Pasó un año y diez meses hasta que fue liberado.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Por medio del Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 quedó sin efecto la detención a disposición del Poder Ejecutivo.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Al ser liberado se presentó en el Frigorífico Swift, pero no lo reincorporaron; nunca recibió ningún documento sobre su despido. A partir de entonces trabajó informalmente y luego en una cooperativa de taxis.
Miguel tiene hoy 75 años y declaró por primera vez. Los delitos cometidos en su perjuicio no son investigados en esta causa.

Declaración de Roberto Miguel Aguirre
Finalmente, fue el turno de Roberto Miguel Aguirre, hermano de Miguel Reinaldo. Permaneció secuestrado entre marzo y mayo de 1976.
Roberto tenía dos hijos pequeños, de 4 y 6 años, y trabajaba en el Frigorífico Swift.
El 25 de marzo de 1976 fue secuestrado cuando se dirigía a su trabajo. Fue llevado en una camioneta Chevrolet de la Prefectura Naval Argentina a la sede de aquella fuerza en Ensenada. Allí le tomaron sus datos personales y lo hicieron permanecer parado en un pasillo con las manos en la nuca y los ojos vendados. No lo interrogaron pero sí lo golpearon en la cabeza. Por la noche, cerca de las 22 hs., lo hicieron subir a un micro, en donde le ataron las manos al pasamanos de un asiento. Fue conducido al Astillero Río Santiago y de allí lo hicieron embarcar en una lancha. Roberto pensó que era el fin de su vida. La lancha estaba llena de gente. El viaje duró unos diez o quince minutos.
Los hicieron descender, amenazándolos con que no se sacaran las vendas de los ojos, y los introdujeron en los dormitorios del personal de la Marina, un salón con camas cuchetas.
Al amanecer lo sacaron de aquel salón con los ojos vendados y pudo escuchar una conversación en la que se preguntaban quién era él. Lo llevaron al lugar anterior nuevamente, en donde fue reconocido por el Oficial Amaya, con quien jugaba al fútbol a menudo. Este le informó que sus dos hermanos, Miguel Reinaldo y Juan Alejandro, estaban secuestrados también en ese lugar.
Al día siguiente por la noche, el 27 de marzo, le vendaron los ojos y lo trasladaron en la lancha de nuevo. Después de un trayecto en micro, en el que había otras personas, llegaron a la Unidad Penitenciaria nro. 9 al amanecer. Los golpearon al bajar y quedó alojado allí incomunicado junto a compañeros conocidos del Astillero y del Frigorífico.
Roberto permaneció en la UP 9 cincuenta y seis días sin ninguna acusación. Al salir supo que había sido echado del Frigorífico, sin haber sido indemnizado, y de la estación de servicio en la que trabajaba.
Tiempo después padeció otro operativo en su casa; personal de la policía y tal vez del ejército rompieron todo buscando a un hombre que ya no vivía más allí.
Su hermano, Juan Alejandro, quien permaneció secuestrado en similares circunstancias a las de su otro hermano, falleció en un accidente de auto. Por disposición del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 Juan quedó detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Y por medio del Decreto Secreto nro. 3810 / 1977 de fecha 22 de diciembre de 1977 cesó su arresto.
(http://www.boletinoficial.gov.ar/DisplayPdf.aspx?s=S&f=20130422&i=1)
Los delitos cometidos en perjuicio de Roberto y Juan no son investigados en esta causa.

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Cerca del fin de la jornada, el tribunal resolvió por mayoría que los acusados deben concurrir a las audiencias, aunque puede permanecer fuera del recinto en donde estas se desarrollan. Por su parte, el juez Germán Castelli opinó que no es necesario que los acusados sean trasladados para asistir.

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La próxima audiencia fue convocada para el lunes 10 de agosto a partir de las 9.30 hs. Se prevé la declaración de Luis Aníbal Rivadeneira, Luis María Digaetano, Ana María Nievas, Perla Amelia Diez y Rubén Emilio Schaposnik.


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