lunes, 24 de agosto de 2015

Audiencia 5 - Miércoles 12 de agosto de 2015

En la jornada del miércoles 12 de agosto de 2015 se escucharon cinco declaraciones.

Declaración de Carlos Hugo Perdomo
En primer lugar declaró Carlos Hugo Perdomo, quien permaneció secuestrado a partir de marzo de 1976 unos tres o cuatro meses.
Carlos tenía 26 años y trabajaba en Propulsora Siderúrgica.
Eran los primeros días después del golpe y un grupo de hombres de la Prefectura se presentó en su casa buscándolo. Él se encontraba en la casa de su novia y después de que un tío le avisara que lo estaban buscando, se presentó en la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
Lo hicieron subir en una camioneta y lo llevaron con otras dos o tres personas secuestradas a una oficina en la Destilería de YPF. Permanecieron allí un rato y luego los condujeron en la misma camioneta, nuevamente, a la sede de la Prefectura, en donde permaneció uno o dos días encapuchado.
Carlos describió el edificio de la Prefectura, ubicado cerca del Astillero, como un chalet antiguo frente a la Aduana.
Después fue llevado a una embarcación y en ella a la Escuela Naval. Recordó que en el trayecto le robaron el anillo y el reloj. Lo hicieron bajar, subir una escalerita. En aquel momento creía que lo iban a tirar al río. Lo dejaron en un calabozo oscuro, con una cama de cemento, sin abrigo. A su lado había una chica de Ensenada, que vivía cerca de la cancha de Defensores de Cambaceres y trabajaba en el Astillero. Con ella hablaba por la noche pero no podía verla.
Carlos no sabe cuánto tiempo permaneció allí encapuchado. Le hicieron firmar papeles, lo maltrataban, especialmente un hombre de Prefectura, grandote. Sabía que había otras personas en sus mismas condiciones, pero no supo quiénes eran. Recordó que estar allí era horrible, se escuchaban gritos; no pudo comer aunque le dieron pan.
Un día lo trasladaron con otros secuestrados en lancha o ferry y luego en micro a la Unidad Penitenciaria nro. 9. Al bajar recibieron una paliza bárbara, según recordó.
Allí permaneció unos tres o cuatro meses y compartió la celda con Alberto Dizzini, periodista. También recordó a Héctor Emilio Galeazzi, trabajador del Astillero Río Santiago.
Un día fue liberado y a partir de entonces llevó la vida como pudo. La empresa lo había echado por faltar, aunque sabían que estaba secuestrado. Viajó a Brasil, en donde estuvo cuatro meses solo, perdido. Prefirió volver y se fue a vivir a casa de su novia, con quien se casó. Permaneció un año encerrado, sin querer salir, sin trabajar. En aquel tiempo comenzó a padecer vitiligo. Carlos dijo que es muy difícil explicar lo que sentía en aquel momento y más aun entenderlo.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de Carlos sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.

Declaración de Jorge Alberto Arri
A continuación se escuchó la declaración de Jorge Alberto Arri, quien permaneció secuestrado entre marzo y mayo de 1976.
Jorge fue aprendiz en la Base Naval durante tres años. Más adelante fue Jefe de Turno en Propulsora Siderúrgica; allí fue elegido delegado por sus compañeros. Como otros estaba en contra de la representación de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) porque no defendía los reclamos de los trabajadores. Como delegado no recibió amenazas pero, afirmó, tal vez haya sido marcado por la empresa o el sindicato. Recordó que en una ocasión empujó a Rubén Manuel Diéguez -Secretario Adjunto a cargo de la Secretaría General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) La Plata, Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT) La Plata y diputado provincial por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) electo el 11 de marzo de 1973- en un palco y comenzó a hablar ante los trabajadores. Recordó que en aquellos años se paraba la fábrica por el pedido de aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo.
Jorge fue secuestrado de su domicilio en Berisso el 24 de marzo de 1976. Había dejado la puerta de su casa abierta, como era su costumbre. Lo despertaron militares rodeando la cama. Lo obligaron a levantarse, se vistió y lo encapucharon. Lo llevaron a un jeep y con este hasta un micro, en donde había otras personas secuestradas. Después de un recorrido de tres o cuatro horas, en el que fueron secuestrando a otras personas por Berisso, llegaron a la sede de la Prefectura Naval en Ensenada.
En un salón muy grande los dejaron a todos tirados en el piso, boca abajo, encapuchados y tapados con sus propios abrigos. Eran cerca de cuarenta personas secuestradas. Entre estas recordó a Carmelo Cipollone, Luis Devaric y Jorge Dumas Matkovic, intendente de Berisso. También se refirió a la violación de dos mujeres, "Maruca" del Partido Comunista (PC) y una muchacha tal vez llamada "Coca".
Por la noche los trasladaron hasta una embarcación o ferry; tenían los ojos vendados y las manos atadas. Quienes estaban a cargo del traslado los amenazaban con tirarlos al río. Fueron llevados a la Escuela Naval y allí permanecieron encerrados.
En una oficina fue interrogado por un hombre, quien le preguntaba por compañeros de Propulsora y por compañeros asesinados y desaparecidos. Le sacaron la capucha durante el interrogatorio y le hicieron firmar unos papeles. Lo amenazaban y también simularon fusilarlo. Jorge cree que allí permaneció unos dos o tres días.
Entonces los condujeron nuevamente al ferry y después a las dependencias de la Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en calle 1 y 60 de la ciudad de La Plata.
En aquel lugar estaban con los ojos vendados, encadenados a unas camas. Todo era grande, según recordó. Había camas y permanecían acostados todo el día. No podían hablar y había personas que los vigilaban constantemente. Les daban de comer con los ojos vendados. Por las noches sacaban a las personas secuestradas para fusilarlas o llevarlas a torturar.
Después fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9 en un micro. Se refirió entonces a lo que otros ya contaron: al descender del micro debían pasar entre dos filas paralelas formadas por personal de la cárcel y de otros lugares al tiempo que eran golpeados salvajemente.
Permaneció en aquella cárcel dos meses. Recordó que al principio tomaban con alegría la noticia de la liberación de algún compañero. Sin embargo, con el tiempo se volvió un hecho amargo, ya que supieron que después de liberar a dos compañeros estos habían sido asesinados.
Al ser liberado quiso continuar trabajando en Propulsora. Su esposa había enviado un telegrama a la empresa informándoles sobre su detención. Jorge no podía entrar a trabajar en la planta, pero tampoco tenía ninguna constancia de haber sido despedido. La empresa le ofreció dinero varias veces, hasta que finalmente lo aceptó y firmó la renuncia.
Como en otras declaraciones en este juicio, recordó las entrevistas con Cortelletti; dijo que todos iban a hablar con él y que no hace mucho fue despedido de Propulsora.
Jorge trató de conseguir trabajo, pero lo echaban al enterarse de que había estado preso. Trabajó en una hilandería poco más de un mes; luego en una línea de colectivos. Eso fue lo más triste para él, que lo echaran de todos lados. Luego hizo trabajos de albañilería y de todo un poco para salir adelante.
Hace poco tiempo, al tramitar una pensión graciable, tuvo acceso a documentos que la inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires tenía sobre él. Entonces vio la declaración que le hicieron firmar cuando fue interrogado hace treinta y nueve años.
Los delitos cometidos en perjuicio de Jorge no son investigados en este juicio.
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Antes del cuarto intermedio, la abogada querellante Guadalupe Godoy se refirió a la legislación vigente en la época por la que se le impidió a Luis María Digaetano poder estudiar en la Universidad Nacional de La Plata.
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Declaración de Luis Ricardo Córdoba
En tercer lugar declaró Luis Ricardo Córdoba, quien permaneció secuestrado entre marzo de 1976 y 1977.
Luis ingresó a los 14 años al Astillero como aprendiz; además estudiaba música. En 1975 fue elegido delegado en la Sección Alistamiento Eléctrico.
Recordó que en aquella época Juan Carlos Marín era el Secretario General de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Ensenada, que elegía gente sin consultar a los trabajadores. Existía rivalidad entre estos y los delegados elegidos por sus propios compañeros, quienes discutieron las paritarias y el convenio colectivo de trabajo.
También refirió que entonces había mucho trabajo en el Astillero. Existían protestas por las compañías que eran contratadas y remplazaban a los operarios, quienes quedaban sin tareas. Algunas de estas compañías estaban encabezadas por miembros de la Armada. Era claro el accionar que tendía al vaciamiento del Astillero. Por su parte, los trabajadores defendían la producción de la industria argentina.
Recordó que previo al golpe de Estado la situación de los delegados era insostenible. Aquellos compañeros elegidos por los trabajadores que tenían una posición discordante con el gremio eran permanentemente amenazados, amedrentados. Él recibió en varias oportunidades amenazas escritas en su caja de herramientas; decían "Hermano borrate porque sos boleta" o "Si querés a tu familia no podés estar más acá". Dijo también que eran muy acosados y presionados por compañeros de trabajo que actuaban como bandas armadas dentro del Astillero. Como ejemplo mencionó a un ex delegado, Llanos, que andaba armado por el lugar.
Luis se refirió a la existencia de grupos parapoliciales que secuestraron a sus compañeros. Tres días antes del golpe de Estado, una madrugada escuchó el ruido de autos que frenaban frente a su casa. Vio por la ventana dos Ford Falcon. Unos hombres descendieron, discutieron entre ellos, se metieron dentro de los autos nuevamente y se fueron.
Ese mismo día por la mañana el hijo de Pedro Jorge Gutzos contó que por la madrugada, cerca de las 4, habían secuestrado a su padre de su casa en el Barrio Obrero de Berisso. Previamente habían secuestrado a José Luis Lucero y Fortunato Agustín "Napo" Andreucci en esos autos. Dos o tres días después fueron velados. Allí la esposa de Gutzos le dijo que escuchó decir a quienes secuestraron a su marido que debían regresar a la casa de "El Hermano". Luis se había ganado aquel apodo por ser evangélico.
La esposa de Andreucci dijo que al ser secuestrado Napo exclamó "Dateli, qué me hacés. ¿Vos venís acá?". Dateli era un Suboficial que trabajaba en Astillero.
En marzo de 1976 Luis pidió licencia. El 24 de aquel mes, muy temprano por la mañana comenzó a trabajar en el alambrado de su casa con sus hermanos, su suegro y un vecino. Se encontraban ocupados en eso cuando un grupo de soldados se apostó en los terrenos aledaños. En la calle vio un vehículo de la Armada que era usado en el Astillero para transportar a los cadetes de marina. Poco después llegó una camioneta Ford, verde, de la que bajaron dos hombres y su madre, desconsolada; habían ido a buscarlo a casa de sus padres.
Un hombre que parecía dirigir el operativo preguntó por él. Luis se presentó y le dijeron que quedaba detenido por averiguación de antecedentes. Le permitieron entrar en su casa y cambiarse mientras revisaban todo. Se encontraban también su esposa, Alicia Noemí, y su bebé de 3 meses.
Al salir lo condujeron a un camión con la caja cerrada con lonas estacionado a media cuadra de su casa. Le vendaron los ojos, lo encapucharon y le ataron las manos con una correa. Luis era el primero de una lista que un oficial tenía en sus manos. A partir de allí el camión recorrió Berisso durante unas cinco o seis horas, durante las cuales fueron secuestrando y tirando más y más personas en el camión, entre las que mencionó al "Chivo" Rodríguez.
Se dirigieron al Batallón de Infantería de Marina 3, pero por una orden que recibieron allí el camión continuó por Ensenada hasta ingresar en el Astillero. Habían secuestrado a más de sesenta personas. Fueron al embarcadero de la Escuela Naval, que se encontraba muy cerca de la Carpintería de Ribera del Astillero.
Los hicieron bajar, desnudar, pararse contra la pared. Los golpearon y revisaron. Luego los hicieron vestir y los llevaron al muelle. Allí subieron a unas lanchas, dentro de las cuales fueron atados a los parantes y asientos.
Hicieron un recorrido corto y después de descender fueron conducidos hasta un edificio próximo al muelle. Estaban vendados y encapuchados. Dentro del edificio pudieron entrever camas, marcos que sostenían tejidos de alambre, un lugar grande con divisiones.
Recordó que Carlos Celestino Piergiacomo, también secuestrado allí, fue reconocido por un Suboficial de Marina que vigilaba a los secuestrados. Este lo llevó aparte y le sacó la capucha y la venda y habló con él. Por eso a través de Carlos los demás pudieron conocer algunas características del lugar. 
El trato fue inhumano; algunos eran muy golpeados. Por las noches se escuchaban gritos de horror, ruidos de disparos, situaciones de amedrentamiento. Algunos eran sacados del lugar y no regresaban. En una oportunidad lo sacaron a él. Atravesó un pasillo por el que pudo escuchar voces de mujeres; hasta entonces solamente sabía que había hombres secuestrados. Lo llevaron a la orilla del río y al menos tres personas lo golpeaban mientras era interrogado. Le preguntaban por su sobrenombre, "El Hermano" y a qué organización pertenecía. Simularon fusilarlo, lo golpeaban, se desmayó. Despertó en una cama y agradeció a dios estar vivo.
Allí permanecieron atados, vendados, encapuchados. Podían levantar apenas la capucha para comer y para ir al baño eran llevados por un guardia. Recordó que se acercaban entre ellos y comentaban lo que les pasaba. Allí Julio Machado, que había sido muy golpeado, le comentó que había reconocido a uno de sus torturadores por la voz. Se trataba de un Suboficial de Marina que trabajaba junto a él en la oficina haciendo croquis para el trabajo eléctrico en los barcos.
Estuvieron allí unos diez días. Entonces los sacaron por otra entrada diferente a la del ingreso, más lejana, los embarcaron en lanchas en otro muelle y los trasladaron a la Unidad Penitenciaria nro. 9.
Luis calificó la llegada como un hecho trágico. Refirió los golpes, patadas y trompadas que recibieron al llegar y pasar por el medio de dos filas de carceleros, a quienes llamaban "la patota". Luego, en la enfermería, se presentó el director con dos hombres que, según aquel, eran médicos. Les sacaron las capuchas y las vendas de los ojos; el director les dijo que le hicieran saber cualquier dificultad que tuvieran. Luis y sus compañeros apenas podían incorporarse por los golpes recibidos.
Entre los médicos reconoció a Villa, quien vivía cerca de la casa de sus padres. Este médico le aviso a la familia de Luis que se encontraba en la cárcel y poco después renunció.
Entre los compañeros secuestrados allí dijo que había gente de todo el país y recordó a los hermanos Juan Alejandro y Miguel Reinaldo Aguirre, Manuel Carrete -su compañero de celda-, Carmelo Cipollone, Nicolás Luis Di Mattía, Luis Alberto Díaz, José Klimavicius, Julio Machado, Américo Horacio Piccinini, Juan Pombo, Hugo Ernesto Ruiz Díaz, todos trabajadores.
Pero también en aquella cárcel había integrantes de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), como Carlos "Indio" Castillo y Juan José "Pipi" Pomares, quienes se jactaban de haberle robado el reloj a Pedro Jorge Gutzos.
Luis permaneció en la UP 9 dieciocho meses. Por medio del Decreto Secreto nro. 1310 / 1976 de fecha 15 de julio de 1976 quedó arrestado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=47D63BDDCB47E573B5416E96EDE7BE4F?id=210767)
Y por medio del Decreto Secreto nro. 2881 / 1977 de fecha 22 de septiembre de 1977 cesó su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=B5FD2236F9D4674B4DBD5ED07629D9B5?id=211491)
Al salir en libertad no pudo volver a trabajar en el Astillero. Se presentó para solicitar el certificado de servicios y no lo dejaron pasar más allá de la guardia en la entrada. En 1987 fue secretario del Intendente de Berisso; entre sus tareas acordaba con la Escuela Naval las visitas que aquel debía realizar en actos y homenajes. Luis recordó que llevaba al intendente hasta la puerta, pues no le permitían ingresar al predio.
Veintisiete años después reingresó a trabajar con otros compañeros al Astillero, de donde nunca se había querido ir. Hoy tiene 69 años pero no está jubilado; como otros tiene una dispensa. Con algunos compañeros formaron la ONG Viento en popa y una de las reivindicaciones por las que pelean es que se les reconozca a los reincorporados los años de aportes perdidos por la dictadura. Destacó que muchos no pudieron volver a trabajar en relación de dependencia nunca más. Recordó que hicieron trámites y gestiones ante múltiples dependencias del estado nacional y provincial; hasta ahora solo cuentan con palabras, pero no con el reconocimiento que piden. Dos compañeros fallecieron en estos años sin haberlo logrado; veintiséis esperan poder jubilarse.
En cuanto al lugar en donde permaneció secuestrado en la Escuela Naval dijo que ahora se encuentra completamente desarmado. Visitó el sitio en la inspección judicial que se realizó hace unos años y a pesar de las modificaciones reconoció algunos detalles que quedaron en pie.
Luis reflexionó sobre la destrucción, no solo material, que infligieron. Dijo que es claro ver el genocidio perpetrado, las familias que quedaron destruidas, el robo a manos de policías y militares.
Los delitos cometidos en perjuicio de Luis no son investigados en este juicio.

Declaración de María del Carmen Miranda
Luego declaró María del Carmen Miranda, quien permaneció secuestrada entre marzo de 1976 y enero de 1977.
María del Carmen era de la localidad de Tres Arroyos, tenía dos hijas pequeñas y estaba casada con Alberto Dizzini. A ella le decían "Petisa" y hacía teatro. Alberto era estudiante de la carrera de Letras y Periodista; trabajaba en el diario El Día y en la Cámara de la Construcción. Vivían en el Barrio Arquitectura de Ensenada y junto a su casa vivía el padrino de su hija mayor, quien la hizo entrar a trabajar en el Astillero.
Recordó que las asambleas de trabajadores se realizaban en el salón de los Bomberos Voluntarios de Ensenada. Según dijo, a aquellas asambleas iban todos, unos tres mil trabajadores entre los que se contaban más hombres que mujeres. Para un aniversario de la muerte de Eva Duarte, María del Carmen subió al escenario y pidió un minuto de silencio.
Hacía ya más de tres años que trabajaba en el Astillero, cuando este cerró por tiempo indeterminado ante el golpe de Estado. En esos días se fue con sus dos hijas a la casa de sus padres en Tres Arroyos. Días después los diarios publicaron que el Astillero abriría el día 31 de marzo. María del Carmen regresó pero, a pedido de su padre, dejó a sus dos hijas a su cuidado; no sabía que permanecerían allí diez meses.
El miércoles 31 de marzo hizo la fila de mujeres para entrar a trabajar. Era de madrugada y el lugar estaba lleno de militares que controlaban al personal con listas que tenían en su poder. Tanto hombres como mujeres eran revisados, incluso en las partes más íntimas.
María del Carmen ingresó con una compañera y se dirigieron al edificio en donde estaba la Dirección. Ella trabajaba en la parte técnica. Fueron a las taquillas y encontraron que el lugar estaba vigilado por un militar apostado en la puerta. Su taquilla estaba marcada con un redondel y una cruz; la compartía con otras compañeras: Ana María Nievas, Rosa Nievas y una muchacha de La Plata de apellido Seoane. Al abrirla, el militar se acercó y sacó un fajo de fotocopias con la inscripción "JP"; María del Carmen no sabía de dónde habían salido. El militar le apoyó la ametralladora en la espalda y la hizo salir del edificio. Quienes aguardaban para entrar a trabajar vieron cómo era secuestrada.
Le vendaron los ojos, ataron sus manos y sus pies y la tiraron dentro de la caja de un camión. Después de un trayecto de unos veinte minutos, llegaron a un lugar en donde sintió que levantaban una barrera y que el suelo era adoquinado. La hicieron descender y le sacaron las ataduras. María del Carmen no pudo reconocer el lugar ni saber cuántos días permaneció allí.
Había otras personas secuestradas con ella; entre estas mencionó a Luis María Digaetano, Alberto Dizzini -su marido, quien luego fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9-, Américo Horacio Piccinini y Dionisio Puz.
Un día los hicieron subir en un camión celular, del que recuerda las pequeñas ventanitas en la parte superior. Eran muchas personas y había mujeres; allí estaban las hermanas Ana María y Rosa Nievas y una señora mayor, "Tina". A las mujeres las llevaron a la Unidad Penitenciaria nro. 8 de Olmos, en donde permaneció unos ocho meses.
Cree haber estado en el cuarto piso de aquella cárcel; estaban hacinadas y padecían requisas por las mañanas. Se refirió especialmente a una que tuvo lugar el 16 de mayo de 1976. Por la madrugada, entre las 3 y las 4 de la mañana, hacía frío y las hicieron bajar al patio. Pusieron a todas las mujeres contra el muro y simularon fusilarlas. María del Carmen se desvaneció. Al regresar a las celdas encontraron todo revuelto y roto.
En el penal de Olmos había un pabellón, abajo, en el que permanecían las mujeres embarazadas. Eran más de diez y entre ellas recuerda los nombres de Claudia y Marcela. Con ella además estaban las hermanas Nievas.
Por medio del Decreto Secreto nro. 571 / 1976 de fecha 26 de mayo de 1976 quedó arrestada a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=2996C0D49BE6CDF6A309C78AE373B655?id=210635)
Una noche la trasladaron a la Cárcel de Devoto, en donde compartió la celda con tres mujeres que venían de la Provincia de Córdoba.
Rememoró cómo pasaron las fiestas allí, enviando saludos a los gritos por las ventanas del penal. Había compañeras de todo el país. Dijo que Devoto era un lugar terrible, en donde no tenían nada; vivían hacinadas, durmiendo sobre una goma espuma finita en cuchetas y con un agujero para hacer sus necesidades. Por las noches se escuchaban los cerrojos en todo el penal.
Entre las mujeres que vio allí mencionó a "Tina", quien tenía a su hijo de 15 años en la UP 9 y a Emilia García, una señora de 79 años que padecía la enfermedad de Parkinson y era del Chaco; la habían secuestrado al no encontrar a su hijo.
Por medio del Decreto Secreto nro. 56 / 1977 de fecha 17 de enero de 1977 cesó su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=F59643D8F6F7CBE4D6AD6D32CC9F873D?id=211582)
Una noche de enero de 1977 abrieron su celda y la llamaron. Se vistió y se despidió de sus compañeras. Dos personas armadas la arrastraron sin decirle nada hasta una sala grande, llena de armas. Estuvo allí muchas horas hasta que un hombre la llevó a otra oficina en donde tenía su expediente. María del Carmen vio las letras "AA": averiguación de antecedentes. Firmó un papel fechado el 4 de enero, aunque ese día era el 20. Luego aquel hombre la condujo hasta el portón de salida, le pidió disculpas y la hizo salir a la calle.
Era de día y María del Carmen comenzó a caminar sin rumbo. Llegó a una verdulería cercana a la cárcel y se desmayó. Después de asistirla el verdulero le dio dinero y le indicó cómo podía llegar a la estación de trenes de Constitución. Allí tomó el tren a La Plata y luego se dirigió a su casa.
Ese mismo día su padre había resuelto ir a visitarla a la cárcel. María del Carmen explicó que no quería que su papá fuera allí. Contó que las visitas eran una locura, con los familiares amontonados y las presas apiñadas, todos tratando de saludar y hablar con sus seres queridos. Al llegar a Devoto a su padre solo le dijeron que su hija no estaba, sin informarle que había sido liberada.
María del Carmen llegó a su barrio y todos los vecinos salieron a saludarla. Encontró su casa revuelta y la de su compañero de Astillero ametrallada. Él se exilió en Estocolmo y volvió a verlo hace cinco o seis años.
Tiempo después trajo a sus hijas de Tres Arroyos y salió a buscar trabajo. Desde entonces trabaja en una escribanía.
María del Carmen explicó que tiene bloqueos que no le permiten recordar nada de algunos momentos vividos en aquel entonces y dijo que realizaba un gran esfuerzo por acordarse de aquel pasado a pesar del dolor que le produce.
Por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos en perjuicio de María del Carmen sólo está imputado Carlos José Ramón Schaller.

Declaración de Luis Eduardo Bloga
Finalmente, fue el turno de Luis Eduardo Bloga, quien permaneció secuestrado entre mayo de 1976 y diciembre de 1980.
Luis trabajaba en Astillero Río Santiago. En julio de 1975 fue herido con una bala de goma. Un compañero del Astillero, Alejandro Castagnese lo llevó entonces a la sede de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Ensenada y luego a una clínica. En noviembre de 1975 Luis reingresó a trabajar.
En marzo de 1976 el Astillero cerró y reabrió el 31 de marzo. Luis volvió a trabajar y, como los demás, para ingresar tuvo que pasar por el control militar que habían impuesto. Recordó que había una fila de cinco cuadras para entrar y que en las listas que el personal militar tenía estaban marcados algunos trabajadores, como Dionisio Puz.
Casi dos meses después, el 28 de mayo de 1976 por la madrugada fue secuestrado de su domicilio por policías y soldados. Lo subieron a un camión con el que fueron a secuestrar a otras personas: Horacio Teófilo Farías -del Astillero- y su esposa, Rosa Ángela Daniele, y la madre, hermana y hermano de un muchacho al que no encontraron.
Todos fueron llevados a las dependencias de la Infantería de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en la calle 1 y 60 de la ciudad de La Plata. A él lo alojaron en una especie de cuarto, no en la cuadra en donde estaban los demás secuestrados.
Por la noche lo llevaron con los ojos vendados a otro lugar para ser interrogado bajo tortura. Lo subieron a un camión que cree que se dirigió hacia Berisso, tal vez a dependencias de la Prefectura. El lugar se encontraba muy cerca del río; podía olerlo y escuchar el oleaje. Años más tarde creyó reconocer el lugar al ir por cuestiones laborales; para entonces, 1987, funcionaba allí una empresa metalúrgica.
Al llegar lo hicieron bajar y lo condujeron a una habitación en la que había una cama con elástico de hierro a la que le ataron los brazos y las piernas y lo torturaron con el paso de corriente eléctrica.
Después de esto fue trasladado nuevamente a 1 y 60, en donde permaneció unos veinte días en el cuarto en el que fue alojado al llegar. Posteriormente lo dejaron en la cuadra hasta el 30 de agosto.
En las dependencias de la Policía en 1 y 60 vio, entre otros, a Alejandro Castagnese, Horacio Teófilo Farías y Eduardo Oscar Schaposnik.
El 30 de agosto de 1976 fue trasladado a la Unidad Penitenciaria nro. 9, en donde estuvo con Alberto Derman, Dionisio Puz y Farías.
En diciembre de 1976 hubo una requisa muy grande; los presos fueron distribuidos en nuevas ubicaciones. Él fue alojado en el Pabellón 14-B, en donde estuvo con Derman.
Por medio del Decreto Secreto nro. 1734 / 1976 de fecha 13 de agosto de 1976 quedó arrestado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=F5BFECA7370CB32DE03F3AB35A33DA7C?id=210815)
Por medio de los Decretos Secretos nro. 838 / 1977 de fecha 30 de marzo de 1977 y nro. 624 / 1979 de fecha 16 de marzo de 1979 se denegó su solicitud de salida del país.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=9245F5672B40FA40A5E9E311A7648A1E?id=211714)
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=044CA57536EED84C07E3B30FB7F0E8C7?id=212653)
Por medio del Decreto Secreto nro. 639 / 1981 de fecha 13 de julio de 1981 cesó su arresto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
(http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/verNorma.do;jsessionid=AA67C7AA0FFC53D9FBF94B74A5D7010E?id=213794)
Según contó, fue liberado en diciembre de 1980. Entonces intentó volver a trabajar en el Astillero, pero el jefe de personal, un militar, le dijo que era imposible porque había estado detenido. Como otros trabajadores, reingresó en el año 2006 y desde los 64 años tiene una dispensa del trabajo hasta que pueda jubilarse.
Los delitos cometidos en perjuicio de Luis no son investigados en este juicio. En el año 2011, por el delito de tormentos aplicados en la UP 9, fue condenado Pedro César Guerrero.
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En el final de la audiencia el tribunal leyó una resolución relacionada con Juan Carlos Herzberg. Para sorpresa de las querellas se refirieron a un allanamiento que tuvo lugar en el domicilio en el que el acusado cumple su detención. El resultado fue el hallazgo de municiones de distinto calibre y pólvora. Herzberg tendría once armas, entre ellas armas de guerra, registradas a su nombre, las cuales se encontrarían en poder de su hijo y su yerno.
Los jueces César Álvarez y Germán Castelli resolvieron efectuar pericias para determinar si las municiones encontradas se corresponden con las armas registradas, oficiar por las constancias de registro de las mismas e informar al Registro Nacional de Armas (RENAR) el pedido de Herzberg sobre registrar a su hijo y yerno como los poseedores de las armas y, finalmente, investigar la posible comisión de delito.
Por su parte, el juez Carlos Alberto Rozanski votó en minoría por revocar el beneficio de la prisión domiciliaria, recordando que Herzberg tiene dos condenas -una por la apropiación de Natalia Suárez Nelson y otra por crímenes cometidos en La Cacha-.
La abogada Guadalupe Godoy se quejó ante el tribunal pues las querellas no son notificadas sobre estas situaciones, por lo que no pueden pedir medidas de protección ni de control sobre las condiciones de prisión. Recordó además que en el pasado la prisión domiciliaria le fue revocada a Miguel Osvaldo Etchecolatz por tenencia de armas.
A su vez, el defensor oficial Adriano Liva indicó que las querellas no deben participar en los incidentes de prisión domiciliaria ni de excarcelación.
Oscar Rodríguez solicitó revocar la prisión domiciliaria que cumple Herzberg por flagrante comisión de delito, ya que es inaudito que un acusado por crímenes de lesa humanidad continúe en posesión de armas de guerra.
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En cuanto al apartamiento de Antonio Vañek, Godoy solicitó que se reúna la información que existe sobre su estado de salud en las distintas causas en trámite por los delitos cometidos por el marino. El Ministerio Público Fiscal advirtió que existen exámenes sobre aspectos neurológicos realizados por el Cuerpo Médico Forense cuyas conclusiones son contradictorias, por lo que pidieron una junta médica.
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Sobre este tema, la prisión de Herzberg y la de Roberto Eduardo Fernando Guitián resolverá el tribunal en la próxima audiencia.

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